Jujuy y el abismo productivo: cuando el discurso de la transformación quedó vacío

Jujuy y el abismo productivo: cuando el discurso de la transformación quedó vacío

Jujuy atraviesa una crisis productiva estructural, profunda y silenciosa, que no es resultado de una tormenta aislada ni de una mala cosecha. Es la consecuencia de un modelo que confundió inversión con gasto, planificación con propaganda y productividad con pantomima. En nombre de un supuesto “cambio de matriz productiva”, la provincia se endeudó, estatizó ineficiencias, montó empresas sin rentabilidad real y postergó, como siempre, a su entramado privado.

Hoy, con un dólar barato, una apertura de importaciones sin control, la caída de los comodities, inflación persistente, presión fiscal, volatilidad internacional, aranceles externos y un horizonte energético incierto, las empresas jujeñas pelean por sobrevivir. Ya no discuten expansión ni innovación: están achicando estructuras, reduciendo personal, apagando líneas y esperando tiempos mejores.

La reestructuración llegó, pero es por necesidad

Las empresas en Jujuy comenzaron un doloroso proceso de ajuste estructural. No por planificación estratégica, sino por supervivencia. Se optimizan costos, se aplazan reinversiones, se ajustan turnos, se paralizan proyectos. La capacidad ociosa aumenta y el capital huye donde no sea tratado como enemigo.

En este clima, la idea de competitividad parece un chiste cruel. No hay productividad sin condiciones básicas: energía, logística, previsibilidad tributaria, mercado interno dinámico, acceso al crédito y reglas claras. Jujuy no ofrece ninguna de estas garantías. Y mientras tanto, el aparato estatal sigue inflándose, financiado con deuda y fondos públicos.

Las estatales que no producen riqueza

Las empresas estatales jujeñas —montadas bajo una épica de soberanía e innovación— se convirtieron en estructuras parasitarias. Financiadas con deuda, sin rentabilidad, sin eficiencia, y sin control social serio. El tan promocionado “cambio de matriz productiva” fue un relato diseñado para buscar votos y deuda externa, no para transformar la economía real.

Las promesas de litio industrializado, cannabis revolucionario o energía solar para exportación quedaron, hasta ahora, en titulares y marketing institucional. Mientras tanto, el campo, la industria manufacturera, las pymes, las cooperativas y los comercios locales enfrentan el ocaso.

Se viene el Super IVA… y la poda de recursos

Como si todo esto no bastara, desde Nación ya se discute la implementación del SUPER IVA, una reforma fiscal que derrumbaría aún más los recursos coparticipables, golpeando con ferocidad a las provincias pobres como Jujuy.

Este ajuste silencioso dejará a los municipios sin márgenes de acción, a los servicios esenciales bajo amenaza y a la política local dependiendo exclusivamente de favores centralistas. La ilusión de autonomía financiera se desvanece. La quiebra moral, fiscal y productiva es un hecho.

¿Hay futuro en Jujuy?

Sí, pero no con este modelo. Jujuy tiene recursos, tiene talento humano, tiene historia productiva. Lo que no tiene es una dirigencia que entienda el siglo XXI, que abrace la inversión privada como motor, que promueva la eficiencia y no el clientelismo, que libere al trabajador y al emprendedor del asedio estatal.

Es hora de sincerar el debate. La provincia no está en transición. Está en emergencia. La competitividad no nace del discurso, nace de las condiciones. Y hoy, el Estado jujeño es el mayor obstáculo para el desarrollo.

Mientras se celebra el decorado de un modelo agotado, el tejido productivo se desangra. Y cuando el último empresario apague la luz, ni el litio ni el cannabis ni las fotos aéreas de parques solares alcanzarán para explicar el fracaso.

¿Qué es lo que más te preocupa hoy en Jujuy?

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