Perico Noticias // La ciudad que Javier Milei soñó dominar con motosierra en mano podría terminar coronando al candidato que nunca renegó del Estado. Las últimas encuestas porteñas revelan un dato que, lejos de pasar desapercibido, sacude los cimientos del esquema libertario: Leandro Santoro lidera cómodamente con 24,4% de intención de voto, seguido por Manuel Adorni —la cara visible del mileísmo— con 21,5%. El resto se diluye en una pulverización que parece más un mapa del derrumbe que del ascenso.
El derrumbe comienza en la cima
Si la Ciudad de Buenos Aires, bastión fundacional del discurso anti-casta, capital del ultraliberalismo criollo, le da la espalda a su hijo pródigo, ¿dónde queda la revolución libertaria? ¿Dónde queda el clamor popular por dinamitar la casta, si el electorado más afín le da la espalda?
La caída de Milei no sería sólo simbólica. Sería estratégica. Con Santoro en CABA, lo que viene es un efecto dominó en el tablero político. El PRO, al que el libertario parasitó sin disimulo, también se desangra: Lospennato apenas logra un 17%, y Larreta, aún peor, cae a 9%, apenas por encima de los márgenes de error.

¿Y la Libertad Avanza? Aunque con presencia legislativa creciente en provincias como Jujuy, Santa Fe, Salta y Chaco, en territorio real —en las calles, municipios, intendencias— no logra gobernar ni una plaza. Eso no es consolidación, es fragilidad estructural.
CABA como preludio del 2025 y 2027
Si la capital se le escapa, la provincia de Buenos Aires podría asestar el segundo golpe. Allí el peronismo ya se reorganiza en torno a fórmulas híbridas: kirchnerismo blando, socialdemocracia aggiornada, incluso un sector sindical que prepara cuadros técnicos. Si el PRO y la LLA llegan a las PASO sin cohesión, el celeste volverá a ondear en el distrito más decisivo del país. Y no como nostalgia, sino como alternativa concreta ante el desgaste libertario.
Milei gobierna con «No hay plata» como mantra, pero en la calle la frase se traduce en «No hay paciencia». La devaluación de expectativas es veloz. Y si la curva se confirma en las urnas porteñas, el gobierno de las redes sociales quedará archivado como un episodio de euforia colectiva… tan intenso como efímero.
El péndulo comienza a moverse
Nadie quiere admitirlo, pero los datos están ahí: una victoria de Santoro en CABA no es apenas una elección local. Es el barómetro del desencanto. Si la cuna de la libertad avanza vira hacia el progresismo, el ciclo Milei podría estar agotando su luna de miel. Y lo que sigue es un 2025 donde el Congreso se redefinirá y un 2027 donde, quizás, la motosierra vuelva al galpón y las urnas pidan pan, trabajo y techo antes que eslóganes.
Lo dijo Ortega y Gasset: «Yo soy yo y mis circunstancias». El problema es que Milei ya no controla ni su imagen, ni sus circunstancias.