“El show de los patos rengos: Jujuy entre la espera, la implosión y la sed de futuro”

“El show de los patos rengos: Jujuy entre la espera, la implosión y la sed de futuro”

La política jujeña atraviesa un interregno extraño, casi patético. En una coreografía sin música ni espectadores, desfilan los últimos meses del poder institucional vigente como si todavía importara. Gobernadores en retirada, comandantes en las sombras que ya no infunden miedo, intendentes convertidos en administradores de ruinas. Todos patos rengos. Todos, en mayor o menor medida, parte de una clase dirigente que ya no conmueve ni moviliza. Solo sobrevive.

Mientras el elefante burocrático provincial respira con respirador artificial, gracias a una coparticipación que se retrae como castigo divino, los jefes territoriales optan por el mutismo, como si el silencio pudiera salvarlos de la extinción. Nadie lidera. Nadie explica. Nadie conmueve. Solo esperan que pase algo. Lo que sea. Pero que no los involucre.

El meteoro Milei y la política de la esperanza

En ese paisaje de páramo, donde la militancia se ha convertido en un acto de fe desesperada o de oportunismo terminal, La Libertad Avanza aparece como el nuevo sol de invierno. Frío, distante, pero luminoso. Javier Milei —y solo él— se erige como el fenómeno gravitacional que organiza pasiones, miedos, expectativas. El resto, incluso sus propios dirigentes, son meros satélites, sin luz propia. Como la luna, reflejan la estrella, pero no arden ni calientan.

Esta diferencia entre líder e instrumentos abre un espacio inédito en Jujuy. Porque la esperanza social, que hoy se deposita con paciencia en el ajuste nacional, no se traduce todavía en estructuras políticas reales en el territorio. Milei, aunque dominante en las encuestas, aún no tiene un ejército que marche con fuerza ni un relato jujeño que entusiasme.

Y aquí, en ese hueco que deja el meteorito, aparece la posibilidad. La política del siglo XXI en Jujuy puede no estar escrita aún.

La rebelión de los irrelevantes

La UCR, el PJ, sus restos y aliados, son como esos dinosaurios que no vieron venir el cometa. Reaccionan con fórmulas del siglo pasado. Con cargos. Con nombres repetidos. Con apellidos gastados. Su sordera es una enfermedad crónica y autoinmune: cuanto más necesitan oír, menos escuchan.

Pero en política, nada es imposible. Un cisne negro puede emerger, no del capricho ni del marketing, sino de la lectura valiente del pulso social. De la comprensión profunda de que este pueblo ya no quiere que lo conduzcan, sino que lo interpreten. Que no acepta liderazgos por herencia, sino por mérito. Y que está dispuesto a seguir ajustando el cinturón, si siente que del otro lado hay un proyecto claro, sincero y con sentido común.

Hoy, en Jujuy, la revolución no necesita megáfonos. Necesita credibilidad.

Un tiempo nuevo exige nombres nuevos

Los grandes del barrio están condenados al ostracismo. La historia ya no los incluye en el reparto. Pero nadie impide que emerja una nueva composición política, un frente con alma renovadora, con ideas de este siglo y con la temeridad de ofrecer futuro. ¿Acaso no fue así siempre el nacimiento de toda gran transformación?

En los márgenes del poder agrietado, en los rincones de la decepción, se está incubando el próximo mapa político de Jujuy. Y no vendrá con banderas ajadas, sino con propuestas que combinen libertad con equidad, orden con innovación, ideología con soluciones.

La pregunta es quién se atreve. ¿Quién será el primero en romper el hechizo del show de los patos rengos? Porque la pista ya está vacía. Solo falta que alguien se anime a encender la música del siglo XXI.

¿Qué es lo que más te preocupa hoy en Jujuy?

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