Palpalá ardió en mística peronista, pero lo que encendió el estadio no fue la nostalgia: fue una promesa de futuro. En el 80° Día de la Lealtad, Pedro Pascuttini —candidato a diputado nacional por la Lista 501, Frente Primero Jujuy Avanza— puso en palabras lo que duele y lo que urge: “Me niego a las reformas de segunda generación”. La multitud preguntó qué significa. La respuesta, cruda y clara, atravesó el aire.
Reformas de “segunda generación” no son tecnicismos: son recortes en salarios y jubilaciones, flexibilización laboral, eliminación de derechos, tarifazos, privatizaciones a precio de remate y un Estado ausente en salud, educación y seguridad. Son la receta que el FMI bendice cuando confiesa sin pudor que, si el plan continúa, los salarios deberán caer hasta 50% para cerrar las cuentas. Es una propuesta: enfriar la economía a fuerza de empobrecer a casi todos.

“Me resisto al descarte de los jubilados; me niego al despojo de las personas con discapacidad; me paro frente al atropello”, lanzó Pascuttini. No hubo gritos: hubo silencio atento. Y después, ovación. Porque en Jujuy el 80% de las familias están endeudadas y no llegan a la mitad de mes. Porque el comerciante vende menos, el productor no financia su campaña y el salario se vuelve humo antes de tocar la mesa.
Pascuttini no habló de consignas: habló de soluciones. Anunció proyectos de ley de refinanciación de deudas de hogares para cortar la asfixia de intereses usurarios y evitar la caída en cadena de familias enteras. Y medidas urgentes de oxígeno para el sector productivo, porque si se corta el giro del capital de trabajo, se detiene la producción y con ella el empleo. Pragmatismo puro: “Vengo a resolver problemas, no a administrarlos”.
“Si el poder económico propone enfriar el país, nosotros vamos a calentar la economía con trabajo y producción”, dijo. Y detalló un plan de estímulo al ingreso: recomposición salarial con cláusulas de revisión, crédito blando a pymes y cooperativas, alivio impositivo selectivo a quien invierta y contrate, y una mesa de acuerdos sectoriales que ordene precios, logística y abastecimiento. Política concreta, con cronograma, metas y control social.
Pero Pascuttini fue más allá: tendió un puente con la juventud. “No vengo a pedirles obediencia, vengo a proponerles un pacto de futuro. Ustedes aportan la velocidad del siglo XXI; nosotros, la experiencia para que esa velocidad llegue a destino”. Habló de economía del conocimiento, agroindustria sostenible, turismo inteligente, minería con valor local y tecnología aplicada a lo que Jujuy ya sabe hacer. La rebeldía, esta vez, contra el empobrecimiento.

El acto superó al peronismo: abrazó al pueblo jujeño. “La lealtad es con tu familia, con el que trabaja, con el que no baja los brazos”, dijo. No hubo sectarismo: hubo convocatoria amplia. “Podemos pensar distinto, pero no somos enemigos. En Jujuy, decide Jujuy”. En cada tribuna se leyó lo mismo: el 26 de octubre no es un trámite, es una puerta. Y vos tenés la llave.
Frente a la amenaza de las “reformas de segunda generación”, Pascuttini marcó el límite: “No acepto un país con salarios por el piso y tarifas por las nubes. No acepto que la competitividad sea la pobreza. Quieren una economía ordenada destruyendo vidas; nosotros vamos a ordenar la economía cuidando vidas”. Fue el único que, junto a los líderes del Frente Primero Jujuy Avanza, llenó un estadio con una mezcla justa de épica y plan.
El cierre fue un pacto de lealtad con la vida cotidiana: “Cuando te visité, te escuché. La lealtad es con el otro. No te pido fe ciega: te pido una oportunidad de trabajo, producción y dignidad. Si enfrían la comida de tus hijos, vamos a calentar la economía con tus manos y nuestro plan. La esperanza está en la Lista 501. Jujuy, vamos a ganar la única batalla que importa: la de volver a vivir mejor”.
La esperanza está en la Lista 501.