Alberto busca aliados en el mundo para reprogramar la deuda con el FMI

 Alberto busca aliados en el mundo para reprogramar la deuda con el FMI
 Intenta posponer los pagos y cumplir con los bonistas. Se lo pidió a Sánchez, seguirá con López Obrador y otros líderes. Detalles de la tensa reunión con los técnicos.
Mauricio Cantando// «Tienen cuatro consigas, las repiten y ni miran el país del que hablan. Es imposible que volvamos a negociar con esta gente», describió la economista Cecilia Todesca la tensa reunión que junto a Alberto Fernández y Guillermo Nielsen mantuvieron hace quince días con los técnicos del Fondo Monetario Internacional (FMI).

El resumen de la hija del director del Indec fue uno de los pocos datos que llegó este mes quienes integraban el círculo más cercano a Fernández antes de ser candidato presidencial, que se llamaron a silencio en los medios por orden de Santiago Cafiero, posible jefe de Gabinete en diciembre.

En charlas privadas, Todesca quiso dejar claro que el comunicado de Alberto rompiendo relaciones con el FMI fue producto de esa fallida conversación y no de un debate interno. «Insisten en pedir restricción monetaria, no hay un peso en la calle y la inflación se fue a las nubes. No hay cómo entiendan que no funciona», se resignó, en diálogo con sus amigos albertistas.

Alberto le pidió ayuda a Sánchez con el FMI y negó que se oponga al acuerdo con la Unión Europea

La tensa reunión con Alejandro Werner y Roberto Carderalli, los técnicos enviados por el FMI, abrió un conflicto de Alberto con el organismo que dominará su gestión, si finalmente gana en octubre, y sólo le encuentra salida con un apoyo internacional para reprogramar los vencimientos que por ahora no está en carpeta en Washington.

«Si hay un respaldo de Europa y los otros países industrializado, (Donald) Trump puede ceder y patear los pagos para un segundo mandato. Si no lo hace el FMI entrará en conflicto con su principal deudor (Argentina), que representa el 60% de su cartera de créditos. Sería una crisis financiera innecesaria y de una escala impredecible», desafían, no sin algo de temor, que irá creciendo día a día.

Estados Unidos tienen capacidad de veto en las principales decisiones del FMI y por eso Alberto necesita un respaldo casi unánime del resto del mundo para reprogramar la deuda sin condicionamientos.

La vocación de chocar, explican, no es por populismo universtiario, sino porque consideran improbable que los técnicos del FMI acepten otro plan que no sea bajar la emisión monetaria, aun cuando ya no funcionó. Sólo una presión política puede  obligarlos a cambiar su libreto.

Es lo que Alberto le pidió al presidente de España, Pedro Sánchez; y sería el principal tema de su reunión con el jefe de Estado de México, Andrés López Obrador, previsto para el 19 de septiembre, como anticipó LPO. En sus primeros vínculos con el mundo busca referencias de la búlgara Kristalina Georgieva, que el 4 de octubre reemplazará en la presidencia del Fondo a la francesa Christine Lagarde.

Pero el peso lo tienen los Gobiernos y sobre todo el de Estados Unidos, con el 16,74 % del directorio del FMI y poder de veto sobre las decisiones más importantes, que requieren el apoyo de un 85%. Sólo las medidas menores se pueden tomar con el 70% de los votos.

La decisión de no enviar 5400 millones de dólares que Macri esperaba como parte del acuerdo, justamente, se debe a que no hubo una mayoría del directorio dispuesta a respaldar el giro después del encontronazo de Fernández con Werner y Carderalli.

Si bien Trump siempre definió al presidente como su amigo, nunca logró que cumpliera con su principal reclamo: eliminar la base espacial de China en Neuquén, abierta durante el último Gobierno de Cristina Kichner y una provocación para la Casa Blanca en plena guerra comercial.

Lo pidió en el G20 y lo reclamó un comité de legisladores republicanos que visitó el país, que luego informó en un comunicado oficial que su viaje al país había sido para combatir el «espionaje espacial». La semana pasada, tal vez molesto porque no llegaban los dólares del Fondo, Macri recibió al ministro de Defensa China para ratificar su decisión de sostener el territorio cedido al gigante asiático por su antecesor.

Alberto ya sabe el costo de sostener esa política de Estado y por eso, tal vez, haya dejado correr la versión de un crédito salvador de Xi Jinping. No podría ser gratis: la base espacial fue la moneda de cambio del swap de monedas con China que le sirvió a Cristina para terminar su gobierno en paz y en default, por aquel triunfo judicial de los fondos buitres en New York.

Si gana, Alberto enfrentará vencimientos por USD 23.400 millones en sus primeros cinco meses

Para sumar presión, Cristina Kirchner y Sergio Massa, que ya planean una ley para controlar la deuda externa que toman los presidentes, vienen repitiendo a dúo que Lagarde es la responsable de la debacle financiera del país por conceder un crédito millonario y no evitar que mayoría de los fondos se fuguen del país.

En su entrevista televisiva de este domingo, Massa calificó al FMI como «usurero del barrio», por querer cobrar primero que el resto de los acreedores, y abrió la puerta a una reprogramación de los vencimientos, incluso anterior a la que pueda haber con los bonistas privados.

El cronograma de vencimientos inmediato que le espera al presidente electo es casi incumplible sin un nuevo endeudamiento o un shock exportador que nadie espera. En los primeros cinco meses de 2020 debe pagar USD 23.400 millones, la mayoría a bonistas privados que apostaron por Macri al inicio de su gestión y por estas horas se arrepienten.

Y para los otros tres años el FMI espera cobrar la mayor parte de los USD 57 mil millones desembolsados este año, intereses mediante. Las cifras estremecen, están publicadas en la secretaría de Finanzas de la Nación y en el bunker de Alberto las repasan a diario.

Las negociaciones con los acreedores, aseguran, empezarán el 28 de octubre, esperan que después de un triunfo contundente, con mayor diferencia que en agosto, que pueda mostrar un Gobierno mayoritario y con cómodas mayorías parlamentarias.

La expectativa o necesidad es tener panorama de reprogramación acordado en diciembre, para llegar mejor parado a un enero que mete miedo entre los economistas: vence el congelamiento de combustibles y las bajas de IVA a productos de canasta básica, suficiente para un pico de inflación incontrolable, de esos que hacen temblar a los presidentes. Incluso a los recién llegados.

 

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