La crisis en Ucrania atraviesa un momento crítico, marcado por una escalada sin precedentes en la retórica nuclear y un posible ataque aéreo masivo en Kiev. Según Financial Times, la embajada de Estados Unidos en la capital ucraniana emitió una advertencia de alto nivel y cerró temporalmente sus puertas tras informes de drones rusos no registrados y sirenas resonando en toda la ciudad. Esto podría ser la respuesta de Moscú al reciente uso de misiles ATACMS de largo alcance por parte del ejército ucraniano, respaldado por Washington.
La situación se vuelve más alarmante con el anuncio del primer ministro británico, Keir Starmer, sobre un cambio irreversible en la doctrina nuclear de Rusia. Este ajuste plantea un escenario donde el uso de armas nucleares pasa de ser una estrategia de disuasión a un componente activo en el tablero geopolítico. Según Bloomberg, el mundo entra en un «capítulo peligroso», con un riesgo creciente de malentendidos y acciones irreversibles.
En el G20, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, intentó suavizar las tensiones argumentando que la renovación de su doctrina nuclear no introduce elementos desconocidos para Occidente. Sin embargo, estas palabras no han aliviado las preocupaciones globales, especialmente en Europa, donde países como Polonia y Rumania se mantienen en máxima alerta.
En un giro inesperado, el presidente ucraniano, Volodímir Zelensky, mostró una apertura hacia una negociación que no exija la devolución inmediata de los territorios ocupados por Rusia. Este cambio estratégico, declarado en el Parlamento ucraniano, parece ser una señal de pragmatismo frente a la prolongación del conflicto. “Quizá Ucrania deba sobrevivir a cierta persona en Moscú para conseguir todos sus objetivos”, afirmó Zelensky, en referencia a la posibilidad de un cambio de liderazgo en Rusia.
Mientras tanto, el expresidente estadounidense, Donald Trump, ha insinuado su disposición a mediar entre las partes, una propuesta que coincide con el aniversario de 20 años del ingreso de Ucrania a la OTAN, un tema que sigue siendo un punto álgido para Moscú.
Este escenario pone a prueba las estrategias de las grandes potencias. China, por ejemplo, ha reiterado su llamado a una solución diplomática, mientras que la Unión Europea intensifica su respaldo a Kiev con más paquetes de ayuda militar y humanitaria. Por su parte, la India, anfitriona del reciente G20, se mantiene en un delicado equilibrio, intentando mantener relaciones cordiales tanto con Rusia como con Occidente.
El desenlace de esta crisis tendrá un impacto global: desde la estabilidad de los mercados energéticos hasta la redefinición de las alianzas estratégicas en un mundo cada vez más polarizado. Con Kiev bajo amenaza y los líderes mundiales enfrentando decisiones históricas, el tiempo apremia para evitar que el conflicto alcance un punto de no retorno.