Alta tensión entre EE. UU. y China ante la visita de Nancy Pelosi a Taiwán

 Alta tensión entre EE. UU. y China ante la visita de Nancy Pelosi a Taiwán

La presidenta de la Camara de Representantes de EE. UU. Nancy Pelosi llegó esta noche a Taiwan. China dijo que su visita sería considerada una provocación y que tendrá duras consecuencias. Hay un intenso despliegue militar en la zona.

No se trata de cualquier funcionario estadounidense sino de la demócrata Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos y segunda en la linea de sucesión presidencial del país, la que aterrizó en Taiwán este martes por la noche. Hace 25 años que un funcionario de ese rango no pisa Taiwán. La isla, que es considerada parte de su territorio por China, no deja de ser utilizada por Estados Unidos como una provocación, con apoyos extraoficiales a su Gobierno y siendo su principal proveedor de armas.

En la conversación telefónica que tuvieron el jueves pasado Joe Biden y Xi Jinping, el presidente chino le dijo a su homólogo estadounidense que evite la visita de Pelosi a Taiwán, y que algo así sería «jugar con fuego». Biden, no emitió comunicado público al respecto y desde ese momento comenzaron las especulaciones, y tambien el movimiento de portaaviones y buques de guerra de ambos países en la zona, incluyendo ejercicios de parte de China en la playa de Fujian, la más cercana a Taiwán desde China continental.

El fin de semana los medios se habían hecho eco de un comentario de un columnista del diario Global Times, controlado por el Partido Comunista de China, que decía que iban a derrivar el avión en el que llegara Pelosi a la isla. Sin embargo, pocas horas después ese comentario desapareció del diario y las redes sociales. La comitiva de Pelosi por su parte no había incluido originalmente en el itinerario de la presidenta de la Cámara de Representantes a Taiwán como uno de sus destinos, pero la Casa Blanca emitió el lunes un comunicado señalando que Pelosi «estaba en su derecho de visitar la isla en caso de que así lo quisiera», inflamando más la crisis y reconociendo que su llegada era un hecho.

«Una sola China»

Taiwán es la isla en la que el gobierno dictatorial del Kuomintang y la burguesía china se replegaron tras el triunfo de la revolución en 1949. Treinta años después, desde el año 1979, tras el giro diplomático del presidente estadounidense Richard Nixon y el secretario de Estado Henry Kissinger de acercamiento a China para devilitar a la ex Unión Sovietica, Estados Unidos pasa a reconocer a China y no a Taipei (capital de Taiwán) como interlocutor y a aceptar la política conocida como «una sola China» o «un país dos sistemas», por la cual Taiwán estaría bajo soberanía China.

Desde ese momento, Estados Unidos mantiene una relación «no oficial» con Taiwán que genera fricciones permanentes, comenzando por ser el principal proveedor de armas, mantener contactos entre militares, visitas de altos funcionarios, etc.

Es por esto que el ministro de Asuntos Exteriores de China, Wang Yi, condenó este mismo martes como una «deplorable traición» la de Estados Unidos en su política hacia Taiwán. Su comportamiento, dijo Wang, «perjudicará su credibilidad a nivel internacional», ya que «El principio de ’una sola China’ es un consenso de la comunidad internacional» y la «base política de las relaciones de China con otros países». Y aclaró que el principio por el cual Taiwán quedaría bajo soberanía de Pekín, es una «línea roja» para el China.

La Cancillería avisó además, por medio de su portavoz Hua Chunying, de que Taiwán se enfrenta a «consecuencias desastrosas» si «Estados Unidos gestiona mal la situación en el Estrecho».

¿Juegos de guerra?

La situación ya comenzó a tensarse en el Estrecho de Taiwán en el último año, durante el cual creció el número de incursiones de aviones chinos en la autodefinida zona de identificación aérea (ADIZ) de Taiwán y porque la presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen, admitió que EE.UU. cuenta con presencia militar en la isla, algo que Pekín calificó de «provocación».

Hace tan solo dos meses Biden aseguró que «defendería militarmente a Taiwan si China ataca la isla». Lo hizo durante una conferencia de prensa en Japón, y más tarde funcionarios de su Gobierno tuvieron que salir a matizar la declaración.

En el marco de su decadencia hegemónica a nivel mundial, Estados Unidos hace años que puso a Rusia y particularmente China como las principales «amenazas» a su seguridad nacional. Obama inauguró el llamado «pivote hacia Asia» para destinar los recursos que estaban involucrados en Medio Oriente y transladarlos a los mares de China y sus alrededores. Lo que implica la militarización de las aguas y acuerdos comerciales y militares con sus vecinos. A su tiempo, Donald Trump abandonó la “guerra contra el terrorismo” para pasar a una hipotesis de “competencia estratégica interestatal” identificando a China y Rusia como sus enemigos principales, eincluso realizó una llamada telefónica a la presidenta de Taiwán, algo sin precedentes desde el año 1979.

Sin embargo, no son pocos los analistas que recomiendan a Estados Unidos bajar la retórica bélicista e ir a un escenario de distención que les permita prepararse realmente para un enfrentamiento bélico de dimensiones. Algo que hoy no podrían afrontar.

China por su parte tampoco está en condiciones de ir a un conflicto bélico precipitado. Además de estar haciendo todo lo posible para no sufrir los daños colaterales de la guerra en Ucrania y de las sanciones occidentales contra Rusia, su dependencia del capital occidental y de las grandes potencias es aún enorme, lo que presiona a su moderación geopolítica.

Más allá de las especulaciones, el rumbo de la economía mundial y la guerra en Ucrania, la inflación, un horizonte de recesión (junto al aumento de la lucha de clases), agudizan las tensiones geopolíticas día a día, generando una dinámica propia que no necesariamente respeta los tiempos de «la diplomacia». // laizquierdadiario

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