Argentina al borde del Crash: la sombra de la intervención yanqui acelera el fin de Milei y anticipa el regreso del peronismo

Argentina al borde del Crash: la sombra de la intervención yanqui acelera el fin de Milei y anticipa el regreso del peronismo

La escena internacional se encendió en cuestión de horas. No fue un comunicado oficial del Tesoro de EE.UU., ni una conferencia solemne. Fueron cuatro tuits de Scott Besen, funcionario clave de Washington, los que hicieron saltar las alarmas: “Argentina es un aliado sistémico en América Latina y el Tesoro está dispuesto a hacer lo que sea necesario para apoyar su estabilización”. Todas las opciones sobre la mesa: swaps, compra de deuda, inyecciones de liquidez, respaldo político. ¿Rescate o intervención?

Lo cierto es que, detrás del barniz financiero, el mensaje tiene un componente geopolítico que no se puede ignorar. Estados Unidos perdió terreno en Ucrania, fracasó en su intento de controlar Venezuela, no pudo con el tablero ártico y su disputa abierta con China lo obliga a buscar nuevos espacios de influencia. Y Argentina, debilitada por el ajuste brutal de Milei, endeudada hasta la asfixia y con su matriz productiva desmantelada, aparece como terreno fértil para un movimiento estratégico.

La fragilidad de Milei como llave de Washington

El modelo de la “motosierra” no dio resultados. Ajuste sin crecimiento, inflación persistente, devaluación disfrazada, salarios pulverizados. Milei prometió orden, pero entregó caos. La motosierra se le gripó: no hay dólares suficientes, el Banco Central quema reservas y el país está en default técnico. Ante este derrumbe, la figura presidencial ya no es vista como el gurú del mercado, sino como un problema sistémico.

La reunión urgente con Trump y el Tesoro norteamericano revela la desesperación: el presidente argentino llega como mendigo a pedir un salvataje que ni siquiera garantiza viabilidad. Porque un préstamo de 30.000 millones solo profundizaría la dependencia y, como en Ucrania, llegaría con condiciones: concesiones estratégicas, activos entregados, influencia militar y el desplazamiento de China de la escena argentina.

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El fantasma de la intervención y la reacción política

El Congreso argentino observa con desconfianza. El supuesto “rescate” no sería un plan de estabilización, sino una virtual intervención. Washington ya dejó en claro que su apoyo está atado a Milei, no a la Argentina. Si el experimento libertario cae, EE.UU. no pondrá un dólar. Esa selectividad desnuda la verdadera naturaleza del mensaje: no se trata de Argentina como país, sino de un peón funcional a la estrategia de contención contra China en América Latina.

Pero este escenario abre un efecto búmeran. La intervención yanqui no sería percibida como auxilio, sino como entrega de soberanía. El pueblo argentino, históricamente sensible a los atropellos externos, podría reaccionar con fuerza. Y esa reacción no se canalizaría hacia un respaldo masivo a Milei, sino hacia el único espacio político con capacidad de estructurar una oposición real: el peronismo.

Peronismo: rechazo al ajuste, freno a la injerencia

El peronismo no necesita un tsunami de simpatía para volver a estar en el centro de la escena. Le basta con encarnar dos banderas que el pueblo reconoce como vitales: freno al ajuste que pulveriza salarios y rechazo a la intervención extranjera que amenaza la soberanía. En un contexto de crisis terminal, esa combinación puede resultar suficiente para movilizar anticipadamente a la sociedad y reinstalar al movimiento como alternativa de poder, incluso antes de los plazos institucionales.

El horizonte inmediato

Argentina no está ante un simple rescate financiero. Está frente a la antesala de un crash económico y político. Milei se encuentra atrapado en su propia trampa: un modelo que no genera confianza ni crecimiento, un salvataje externo que es inviable y la sombra de una intervención que solo profundizaría el rechazo social.

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El peronismo, mientras tanto, aparece como el depositario natural de la bronca y la defensa de la soberanía. Si Estados Unidos juega la carta equivocada, lejos de estabilizar la región habrá precipitado lo que intentaba evitar: el fin prematuro de Milei y el retorno anticipado del peronismo como fuerza de conducción nacional.

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