«Argentina en la cuerda floja: la marcha de los jubilados expone el colapso del modelo Milei»

«Argentina en la cuerda floja: la marcha de los jubilados expone el colapso del modelo Milei»

La Argentina de Javier Milei enfrenta hoy un punto de inflexión. Mientras el oficialismo intenta negociar un salvataje con el FMI, la sociedad civil toma las calles en una manifestación masiva encabezada por los jubilados, el sector más golpeado por las políticas de ajuste. El dilema es claro: el presidente que prometía generar crecimiento sin depender del Estado ni de organismos internacionales hoy se ve atado de pies y manos, rogando por dólares que no llegan. La «solución mágica» de la dolarización ha quedado en el olvido y lo que queda a la vista es una economía paralizada, donde el ajuste recae sobre los más vulnerables mientras los mercados presionan con una desconfianza creciente.

El peronismo, por su parte, opta por el silencio. Cauteloso o temeroso, se refugia en las sombras sin ofrecer una salida clara a la crisis estructural del país. La inflación, enfermedad crónica de la Argentina, sigue su curso devastador sin que ninguna fuerza política tenga una respuesta efectiva. Mientras tanto, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, se erige como el sostén principal del gobierno, asumiendo un rol que trasciende la seguridad y se convierte en la última barrera de contención ante un estallido social. Pero su estrategia es riesgosa: si la represión se convierte en el único recurso para sostener la gobernabilidad, la paciencia social podría agotarse más rápido de lo esperado.

El mercado, irónicamente, se ha convertido en el peor enemigo de La Libertad Avanza. La crisis financiera y cambiaria acecha a un gobierno que, a pesar de su retórica promercado, ha generado un clima de inestabilidad que paraliza inversiones y deja a la Argentina sin oxígeno. Mientras miles de argentinos marchan esta tarde en rechazo a las políticas de ajuste, en Washington el FMI evalúa cuánto margen le queda a Milei antes de que la crisis se vuelva ingobernable.

En este tablero de ajedrez, los gobernadores provinciales tampoco logran articular una respuesta. Centralistas por inercia, replican esquemas feudales en sus territorios sin aprovechar los recursos ni el potencial productivo de sus regiones. La Argentina federal se vuelve cada vez más ficticia, y la dependencia de la Casa Rosada acentúa la fragilidad del sistema político.

Hoy no es solo una marcha de jubilados: es un síntoma del agotamiento de un modelo de ajuste sin horizonte. Lo que suceda en las calles definirá no solo el rumbo del gobierno de Milei, sino también el futuro de la estabilidad argentina. ¿Habrá un cambio de rumbo o la fractura social se profundizará? La respuesta, como siempre en este país, estará en la calle.

El desenlace de esta jornada no solo marcará un punto de inflexión en la resistencia social contra el ajuste, sino que también expondrá las contradicciones de un gobierno que se vendió como revolucionario pero que hoy no puede generar ni un solo dólar sin la intervención del FMI. La promesa de un país autosuficiente, donde el mérito y la competencia de mercado serían la base del crecimiento, se ha desmoronado ante una realidad implacable: sin dólares, sin inversión y con un mercado interno asfixiado, la economía argentina está atrapada en una trampa de recesión y endeudamiento. Mientras los jubilados, docentes y trabajadores estatales encabezan la movilización, Milei enfrenta su primera gran prueba de fuego: ¿persistirá en el ajuste eterno o intentará recuperar algo del capital político que empieza a erosionarse con rapidez?

A nivel internacional, la mirada sobre Argentina ha cambiado. Ya no se ve al país como el «experimento libertario» que algunos sectores del poder global alentaban, sino como una nación al borde de un colapso institucional. La negativa de Estados Unidos y el FMI a liberar fondos con rapidez no es solo una cuestión técnica: es una señal de que la confianza en el modelo de Milei es cada vez menor. En este contexto, Patricia Bullrich se convierte en una pieza clave, pero su estrategia es peligrosa. Si la respuesta del gobierno a la protesta es la represión, la escalada de conflictividad social podría llevar a un punto sin retorno. La Argentina de hoy está ante un dilema crucial: o encuentra una salida política y económica viable, o se precipita hacia una nueva crisis de proporciones impredecibles.

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