Argentina en la línea de fuego: la alianza con Israel, el ataque a Irán y el precio que podría pagar el sur

Argentina en la línea de fuego: la alianza con Israel, el ataque a Irán y el precio que podría pagar el sur

Mientras los misiles estadounidenses perforaban las profundidades de las instalaciones nucleares iraníes, el mundo entró en una nueva fase de tensión geopolítica. En medio del humo y la especulación internacional, Argentina, aunque distante del conflicto, podría verse arrastrada a una intriga estratégica que no eligió, pero que abrazó. La razón es clara: el alineamiento sin matices del presidente Javier Milei con Israel y Estados Unidos, que se expresa en gestos diplomáticos, viajes, nombramientos y hasta en discursos cargados de fervor ideológico. Pero en esta nueva etapa, el costo de esa adhesión podría ser más alto de lo que se previó.

La ofensiva de Estados Unidos sobre las instalaciones nucleares subterráneas de Irán —especialmente la planta de Fordow, que se creía inexpugnable— marcó un punto de quiebre. Las represalias de Irán, todavía en suspenso, podrían incluir el cierre del Estrecho de Ormuz, por donde fluye un tercio del petróleo mundial. El impacto inmediato sería un aumento feroz del crudo, que afectaría directamente la inflación global, incluyendo la estadounidense, en un momento donde la economía argentina ya padece una recesión profunda y una inflación todavía inercial, con un riesgo país en alza que no se detiene ni siquiera con la oposición detenida y silenciada.

¿Qué tiene que ver Argentina en este ajedrez de bombas y diplomacia de alto voltaje? Mucho más de lo que parece. En las últimas semanas, el gobierno de Milei acentuó su dependencia simbólica y política con Israel, lo que fue leído por muchos analistas como una apuesta riesgosa. En momentos donde las potencias internacionales redefinen sus alianzas y sus estrategias de poder con sangre, estar atado a un solo eje podría convertir al país en un peón fácil de sacrificar o, peor aún, en un blanco comercial o diplomático en futuros enfrentamientos.

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Mientras tanto, el precio del dólar blue se recalienta, las inversiones no llegan y los mercados internacionales siguen desconfiando: el riesgo país supera los 720 puntos básicos, y la tan anunciada «confianza de los mercados» parece una quimera. El capital internacional no mira solo el tipo de cambio o las reservas del Banco Central, sino también el clima global y la estabilidad regional. Y si el petróleo escala, las materias primas se desajustan y los barcos se detienen, los países periféricos pagan la factura antes que nadie.

Además, en términos geopolíticos, la diplomacia argentina ha abandonado su histórico rol de puente entre Occidente y los países no alineados, para convertirse en una sucursal ideológica de Tel Aviv y Washington. Esa pérdida de autonomía estratégica implica, entre otras cosas, haber perdido margen para la neutralidad, justo cuando el mundo se vuelve a polarizar.

Por si fuera poco, la comunidad internacional observa con creciente incomodidad la detención de la principal figura opositora, Cristina Fernández de Kirchner. Aunque el gobierno intenta presentar la maniobra como una «purificación judicial», los efectos en el plano externo han sido contraproducentes, sembrando dudas sobre el respeto al estado de derecho y generando más presión sobre una democracia que parece más formal que real.

Argentina, entonces, no está al margen del conflicto, está implicada en él, aunque no lo haya provocado. La política exterior de Milei no es solo una declaración de principios, es un anclaje geopolítico que arrastra consecuencias. Y si el petróleo se dispara, si Irán responde con fuego, si China y Rusia amplían sus alianzas y Occidente se atrinchera, Argentina quedará más expuesta, más aislada y más vulnerable que nunca.

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¿Había alternativa? Quizás sí. Volver a la multilateralidad, ejercer un rol de equilibrio, buscar el desarrollo autónomo sin hipotecar soberanía ni identidad. Pero hoy, esa posibilidad parece lejana. En su lugar, queda una economía frágil, una sociedad tensionada, un mapa internacional que se oscurece y un presidente que aplaude desde el borde del abismo.

¿Desde que asumió Javier Milei, ¿tu situación económica personal?

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