Un pasado que condiciona el presente
La Argentina arrastra más de medio siglo de oscilaciones entre momentos de auge y profundas caídas. Desde 1966, con el golpe de Onganía y la “Noche de los Bastones Largos”, comenzó un ciclo de decadencia que se extendió durante 55 años, marcado por avances parciales y retrocesos estructurales. Cada recuperación, como en los noventa o en el período 2002-2017, fue neutralizada por políticas equivocadas, endeudamiento excesivo o intervenciones estatales que distorsionaron el sistema de precios.
El error persistente: controlar lo incontrolable
El núcleo del problema argentino reside en la obsesión de todos los gobiernos —civiles y militares, radicales, peronistas o liberales— por intentar fijar el precio de la moneda. Mientras el mundo desde 1971 aprendió a convivir con tipos de cambio flotantes, Argentina insiste en controles, parches cuasi fiscales y tasas de interés artificiales. El resultado: mercados paralelos, pérdida de confianza, fuga de capitales y dependencia recurrente del Fondo Monetario Internacional.
Un presente en corrección, con un futuro incierto
Tras un ciclo alcista iniciado en 2021 y que se extendió hasta 2024, la economía entró en una corrección que anticipa dolorosos ajustes. No obstante, no se trata de un colapso terminal, sino de una etapa necesaria para limpiar excesos y preparar el terreno para un nuevo ciclo expansivo. La clave será si Argentina logra, de una vez por todas, aceptar la flotación cambiaria y liberar la formación de precios.
Condiciones para el despegue
El modelo de desarrollo no se construye sobre dogmas ideológicos, sino sobre cinco pilares claros:
- Tipo de cambio libre y tasa de interés real, sin intervención artificial.
- Desendeudamiento genuino, con crédito externo solo para infraestructura productiva.
- Respeto a la salud y la educación públicas, y subsidios para contener a los más vulnerables.
- Ingreso y egreso irrestricto de capitales, sin privilegios ni monopolios.
- Seguridad jurídica en la formación de precios, aun con políticas distributivas.
Milei no es el camino
El actual gobierno de Javier Milei repite los mismos errores que denuncia: manipulación de la tasa de interés, intentos de sostener artificialmente la moneda y endeudamiento encubierto. Lejos de liberar el mercado, reinstala viejas recetas bajo un discurso nuevo. Por eso, el camino libertario no es la salida: es otra forma de la misma trampa.
Lo que viene
Argentina está al borde de una oportunidad histórica: dejar atrás décadas de ensayo y error, o reincidir en la ilusión de controlar lo incontrolable. Si corrige el rumbo, el país tiene la capacidad de crecer a tasas chinas —10% anual acumulativo durante tres décadas— gracias a sus recursos, su capital humano y su resiliencia social. Pero si se insiste en falsas soluciones, como las de Milei, el país volverá a caer en el ciclo de endeudamiento, frustración y decadencia.
El futuro inmediato no será de alivio: será de tensiones, caídas y quiebras necesarias para purgar excesos. Pero más allá del dolor, el camino hacia 2027-2028 podría abrir un ciclo alcista sostenido, capaz de transformar a la Argentina en un “bombazo al alza” en el escenario mundial.