“Argentina no es cara: está quebrada en su ADN económico”

“Argentina no es cara: está quebrada en su ADN económico”

Redacción Perico Noticias // «En algún momento tenés que comprar dólares, flaco» sostuvo Carlos Meconian. Porque este país, más que caro, está estructuralmente diseñado para quebrarse a sí mismo. No se trata solo de la cotización de la divisa ni del “descubrimiento del precio de equilibrio” del dólar. Se trata del ADN enfermo de una economía que hace tiempo dejó de ser un proyecto productivo para transformarse en una estafa de precios relativos, déficits maquillados y espejitos de colores financieros.

Javier Milei, hoy presidente, repite una y otra vez que el “riesgo país es riesgo Kuka”, y que una vez derrotados los “Cuca” el riesgo país “va a derrumbarse”. Lo cree sinceramente. Como lo creía cuando miraba a cámara en su época de panelista y desnudaba las mentiras de las reservas del Banco Central. Solo que ahora está del otro lado del mostrador. Las reservas siguen negativas, los dólares siguen sin aparecer, y el riesgo país sigue altísimo. Entonces, ¿el problema eran “ellos”? ¿O hay algo más profundo que nos corroe?

Cuando el mercado no cree, no invierte

Lo dijo Constantini, lo admite Wall Street, y lo ve cualquiera que haya ido a pagar un café: Argentina es cara en dólares, y también cara en cualquier moneda. Hay turismo colapsado, construcción en pausa, industria deshilachada y exportadores con rentabilidad nula. ¿Qué país resiste con una estructura así?

Mientras tanto, la ficción del dólar flotante fue un experimento fallido. El Fondo Monetario exigía compras “decisivas” de reservas dentro de la banda. Pero el gobierno, acorralado por su propia ingeniería de bonos, waiver tras waiver, y necesidades fiscales urgentes, hizo trampa: dejó que el precio lo pusiera un mercado delgado, inestable y sin ancla política.

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Ni nominal ni real: el tipo de cambio lo impone la urgencia

El precio del dólar no es libre. Es desesperado. La pregunta ya no es si el gobierno va a manejar el tipo de cambio. Es si la realidad va a obligarlo a hacerlo. Porque sin reservas, con deuda por vencer, y con inversores desconfiando —no solo por el pasado de Guzmán y Macri, sino por el presente errático de Caputo—, el precio de la moneda se convertirá en la válvula de escape del sistema. No hay discovery: hay estampida.

¿Y entonces?

Argentina no necesita un tipo de cambio competitivo. Necesita dejar de ser una estafa con CUIL. Una estafa donde el crédito no fluye, donde la inflación se posterga con represión de tarifas, donde la deuda se reestructura para patearla como basurita debajo de la alfombra, y donde la única “inversión extranjera” es un carry trade para especular 60 días con bonos y después fugar.

Hoy, la economía está sostenida por tres parches: un blanqueo agónico, un tipo de cambio intervenido con trampa, y una fe casi mística en que “cuando ganemos, se derrumba el riesgo país”. Pero la fe no paga vencimientos. Y el mundo no va a financiar otra fantasía argentina.

La verdad incómoda es que la Argentina no está cara: está hecha mierda en su base impositiva, su legislación laboral, su institucionalidad financiera, su credibilidad y su cultura empresarial.

O hacemos una cirugía profunda, o volvemos al abismo

Y esa cirugía no es solo monetaria. Es política, cultural, y moral. Porque ningún tipo de cambio nominal, ni ninguna tasa del Banco Central, va a reemplazar el valor más perdido de todos: la confianza.

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¿Desde que asumió Javier Milei, ¿tu situación económica personal?

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