Autocracia fiscal, deuda infinita y pánico silenciado: el mundo según Lorenzo Ramírez

Autocracia fiscal, deuda infinita y pánico silenciado: el mundo según Lorenzo Ramírez

Redacción Internacional Perico noticias // En una escena geopolítica plagada de eufemismos y silencios, el periodista económico Lorenzo Ramírez rompe la niebla informativa con una advertencia inquietante: la ortodoxia fiscal ha muerto y su cadáver es sostenido por los bancos centrales. La reforma fiscal de Donald Trump no solo representa un viraje ideológico, sino el punto de quiebre que marcará la transición del capitalismo financiero hacia un régimen de control monetario sin precedentes.

“El mercado descuenta ya una monetización masiva de deuda. El dilema no es si ocurrirá, sino quién la comprará”, afirma Ramírez con la crudeza de quien anticipa, más que informa.


EEUU y Europa: una maquinaria desesperada para evitar el colapso

La decisión de la Casa Blanca de estimular el consumo mediante recortes impositivos busca evitar una recesión que el sistema financiero no está preparado para absorber. Pero detrás de ese alivio fiscal, se esconde una trampa letal: la multiplicación de deuda pública en un entorno donde el crecimiento es insuficiente para sostenerla.

“Hay pavor en las esferas del BCE ante una crisis financiera, pero no se quiere hablar de ello, porque podría convertirse en una profecía autocumplida”, advierte Ramírez, revelando el pacto tácito entre tecnocracia y silencio.

Mientras tanto, los bancos centrales —la Reserva Federal, el BCE y el Banco de Japón— actúan como prestamistas de última instancia de gobiernos cada vez más endeudados, en un esquema que recuerda peligrosamente a una economía de guerra monetaria permanente.


Guerra arancelaria o guerra monetaria: el disfraz perfecto

Para Ramírez, la confrontación entre Trump y Bruselas por los aranceles no es más que una guerra monetaria encubierta. Al subir los aranceles y proteger la industria local, la Casa Blanca busca frenar la salida de dólares y contener la rentabilidad de su deuda, evitando que los mercados exijan tasas impagables.

Pero el conflicto va más allá de lo económico: hay una lucha por el control del relato global. Mientras Washington agita el proteccionismo como bandera política, Bruselas contraataca con diplomacia en la sombra. Ramírez denuncia una maniobra oculta:

“La Comisión Europea ha hecho una oferta secreta a la Casa Blanca para firmar una paz arancelaria. Lo hace con nocturnidad y alevosía, sin consulta ni debate sobre las necesidades reales de los países miembros”.


Golpe silencioso: Europa bajo el signo de la autocracia fiscal

La crítica más demoledora de Ramírez se dirige al corazón del proyecto europeo. Para él, la Unión Europea ha dejado de ser un proyecto democrático para convertirse en una maquinaria autoritaria con rostro tecnocrático. Nadie eligió a los burócratas que hoy negocian el destino fiscal de cientos de millones de europeos. Nadie votó que el BCE comprara deuda de forma ilimitada. Y sin embargo, ocurre. Cada día.

“Se ha producido un golpe de Estado en Europa. La máquina de la autocracia avanza sin que nadie pueda pararla”, sentencia.

En este contexto, las nuevas propuestas de flexibilización de normas para que los bancos sigan acumulando deuda pública como si fuera activo seguro son, en realidad, una huida hacia adelante que alimenta la próxima implosión.


Tendencias inimaginables: el mundo que ya empezó

Lo que Lorenzo Ramírez plantea no es una teoría conspirativa, sino la descripción incómoda de un proceso que ya está en marcha:

  • Monetización silenciosa de deuda con bancos centrales como intermediarios cómplices.
  • Crisis de legitimidad democrática en Europa, con decisiones estratégicas tomadas sin transparencia ni control ciudadano.
  • Transformación del Estado en aparato financiero, donde la prioridad es sostener los mercados, no a los pueblos.
  • Eliminación de las reglas fiscales bajo la excusa de “emergencia” permanente.

El resultado es un sistema que ya no teme imprimir dinero, intervenir el mercado ni ocultar negociaciones geopolíticas. Es un sistema que, como advierte Ramírez, rompió con la ortodoxia y cruzó el umbral de lo inimaginable.


¿Y ahora qué?

Lo que viene —si nada cambia— es una economía donde la deuda ya no es un problema, sino una necesidad estructural. Un mundo donde los balances de los bancos centrales no tienen techo. Donde la democracia se vacía mientras la inflación, el empobrecimiento y la volatilidad crecen.

Lorenzo Ramírez no grita: describe. Y su relato es el mapa de una tormenta que, en silencio, ya comenzó a caer sobre nuestras cabezas.

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