Bioetanol, descentralización y futuro: ¿cuándo se sube Jujuy al tren del siglo XXI?

Bioetanol, descentralización y futuro: ¿cuándo se sube Jujuy al tren del siglo XXI?

Mientras Tucumán convoca al continente a debatir la transición energética en una cumbre internacional de alto calibre, Jujuy continúa enroscado en un laberinto de subdesarrollo voluntario, donde los discursos reciclados, los pactos de casta y las ausencias estratégicas definen el paisaje político-empresarial. El evento “Energía Cultivada. El Bioetanol en el Desarrollo del NOA” pone sobre la mesa lo que muchos aún se niegan a ver: hay otra forma de dinamizar las economías regionales que no depende del extractivismo clásico, ni de la limosna de Nación, ni del dólar del litio.

La ausencia jujeña no es casual. Es síntoma. Síntoma de una dirigencia agotada en sus ideas, encapsulada en sus privilegios y de rodillas frente a modelos agotados ambiental y productivamente. La caña de azúcar —símbolo histórico del NOA— tiene hoy un nuevo destino: ser vector de energía limpia, desarrollo territorial y reconversión industrial. Pero para eso hace falta decisión. Y en Jujuy, ni el Ejecutivo, ni el Legislativo, ni el empresariado tradicional parecen estar a la altura del momento histórico.

¿Dónde está la política cuando hay que anticipar el futuro?

La dirigencia política jujeña vive con la brújula rota. En vez de diseñar políticas audaces, sigue enredada en gestiones sin alma, sin estrategia, sin territorialidad, y sin imaginación. No hay bloques legislativos promoviendo una ley provincial del bioetanol. No hay mesas público-privadas que convoquen a nuevos actores. No hay incentivos reales a los cañeros independientes para dar el salto al siglo XXI. Hay, sí, una repetición cansina de los modelos que ya no sirven: más litio sin valor agregado, más pasividad, más dependencia.

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En Jujuy la oposición no opone, el oficialismo no gobierna, y el empresariado no emprende. Solo administra, especula o mendiga subsidios. El resultado es un ecosistema institucional que no da respuestas ni a los desafíos del presente ni a las oportunidades del futuro.

La cumbre de Tucumán: una puerta que no podemos volver a cerrar

La cita internacional que organizó el gobierno tucumano demuestra que cuando hay voluntad política, hay transformación posible. Tucumán, Salta y Jujuy son regiones fundamentales para la producción de bioetanol. Pero mientras Tucumán lidera, Jujuy se esconde. Una vez más, nos quedamos afuera del tren que está por partir.

¿Dónde están las cámaras empresarias? ¿Dónde están las universidades, los intendentes, las cooperativas cañeras, los jóvenes técnicos? ¿Dónde están los planes de reconversión productiva que lleven al NOA al centro del nuevo paradigma global? No están. Y si no están, hay que crearlos.

El siglo XXI ya empezó, pero no para todos

La oportunidad no es menor: el bioetanol es energía limpia, empleo local, industrialización, descentralización y soberanía energética. En un mundo que huye del petróleo y de la emisión contaminante, la caña vuelve a brillar, pero ahora con valor agregado.

Jujuy no puede ser solo litio, Cannabis y turismo siglo XX. Tiene que ser también bioenergía, economía verde y reconversión de base. Y eso no se logra sin pensamiento lateral, sin políticas descentralizadoras, ni sin un nuevo empresariado emergente, capaz de correr a la vieja élite del poder que ya dio todo lo que podía dar (y mucho más de lo que debía).

No es un reproche, es un grito de nacimiento: hay otra Argentina posible, otra Jujuy posible. Solo hace falta un liderazgo valiente que se anime a ensayar nuevas respuestas. El futuro ya no espera.

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