Bolivia al Borde: La Proscripción de Evo Morales y la Deriva Autoritaria de Luis Arce

Bolivia al Borde: La Proscripción de Evo Morales y la Deriva Autoritaria de Luis Arce

Bolivia atraviesa uno de los momentos más críticos de su historia reciente. La crisis política y la represión estatal han escalado peligrosamente desde que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) resolviera inhabilitar al expresidente Evo Morales como candidato presidencial para las elecciones de 2025, en lo que muchos juristas, activistas y referentes internacionales califican como una proscripción política con sello autoritario.
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Evo Morales, líder histórico del Movimiento al Socialismo (MAS), fue vetado por el TSE en medio de un conflicto abierto con el actual presidente Luis Arce, quien llegó al poder en 2020 precisamente con el respaldo político de Morales y Álvaro García Linera. Sin embargo, las diferencias ideológicas, estratégicas y personales derivaron en una fractura irreconciliable que hoy se traduce en violencia institucional.

De la Alianza al Quiebre: Arce vs. Evo

La ruptura entre Morales y Arce se consolidó en 2023, cuando el presidente en ejercicio comenzó a consolidar su propio liderazgo dentro del MAS, desplazando paulatinamente a los cuadros leales al exmandatario. Hoy, la confrontación es total: Morales está oculto en una ubicación desconocida, y sus simpatizantes enfrentan represión sistemática por intentar inscribirlo como candidato.

El poder judicial, el TSE y las fuerzas de seguridad han cerrado filas en torno a Arce. La denuncia central de los movimientos sociales es contundente: no dejar competir a Evo Morales equivale a instaurar una dictadura de facto.

Represión Silenciada

Desde hace cinco días, centenares de personas —campesinos, mujeres, jóvenes, adultos mayores— acampan alrededor del Tribunal Electoral exigiendo la inscripción de Morales. La respuesta estatal ha sido violenta: represión con gases, palos y detenciones arbitrarias, en escenas que evocan las peores páginas del autoritarismo latinoamericano.

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El 29 de mayo, al menos 22 personas fueron arrestadas por permanecer en la zona. En los días previos, otros 12 manifestantes ya habían sido capturados por las fuerzas del orden. Ancianas arrastradas por el asfalto, mujeres reducidas por varios uniformados, gases arrojados sin distinción sobre adultos y niños: estas son las imágenes que los grandes medios bolivianos e internacionales eligen ignorar.

Lista de detenidos como evidencia: la nómina, que circula entre organismos de derechos humanos, incluye a ciudadanos de entre 18 y 68 años. Se trata de un abanico representativo del pueblo boliviano que exige pacíficamente participación política.

Una Nueva Columna Popular

Hoy, 30 de mayo a las 18:00 (hora de Bolivia), una nueva columna de manifestantes partirá hacia el TSE con la esperanza de romper el cerco represivo y reforzar la vigilia democrática. Pero los antecedentes no son alentadores. Todo indica que el gobierno prepara otra ola de violencia institucional para contener la presión popular. La situación es tensa y puede derivar en episodios aún más dramáticos.

El Peligro de la Proscripción

Desde el retorno de la democracia en América Latina, los casos de proscripción política han sido excepcionales. Inhabilitar a un candidato con caudal popular como Evo Morales —que gobernó durante casi 14 años y mantiene el apoyo de millones— es un paso grave hacia el desmantelamiento de la república democrática.

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La historia reciente lo demuestra: donde hay proscripción, hay fraude. Donde hay persecución judicial, se impone la represión. Donde se calla al adversario por decreto, ya no hay democracia, sino tiranía.

¿Y la Comunidad Internacional?

Hasta ahora, ni la OEA, ni la ONU, ni organismos multilaterales han condenado formalmente la proscripción de Morales. Tampoco han alzado la voz frente a la represión. El silencio de la diplomacia y el cerco mediático se vuelven cómplices. Bolivia podría ser hoy la Cuba de 1952, el Chile de 1973 o la Venezuela de 2017, y el mundo vuelve a mirar hacia otro lado.

Es momento de que la prensa libre, los organismos de derechos humanos y los gobiernos democráticos de la región intervengan con claridad, no por Evo Morales en sí, sino por el principio universal de la soberanía popular.


Sin democracia no hay elección, sin elección no hay República

La situación en Bolivia debe ser considerada una alerta roja continental. La proscripción no es una táctica electoral, es una sentencia contra el pacto democrático. El pueblo tiene derecho a elegir. El poder no puede silenciar, mucho menos perseguir. Si Evo Morales tiene respaldo, que lo diga el voto. De lo contrario, Bolivia se encamina hacia una autocracia enmascarada de urnas vacías.

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