El ausentismo y el desempleo juvenil amenazan con reconfigurar el mapa político jujeño. Mientras LLA pierde apoyo, la oposición no logra seducir a los desencantados ni ofrecer un proyecto atractivo. El riesgo: que la apatía electoral se convierta en la sentencia más dura para todos en octubre.
En Jujuy, el peronismo se fragmenta en tres, debilitado por personalismos que opacan la doctrina. La ruptura anticipa una contienda donde sus rivales podrían capitalizar el hartazgo social y marcar el inicio del fin de una era.
El peronismo jujeño se rompe en pedazos: personalismos y egos sustituyen a la doctrina. Tres fuerzas, tres brazos, una sola fractura que amenaza con sepultar su futuro político y dejar el camino libre a sus rivales históricos.
Octubre no definirá solo bancas: definirá si Jujuy sigue siendo un apéndice de modelos ajenos o si inaugura una narrativa propia, capaz de disputar sentido a la nación y al mercado. El riesgo no es solo perder una elección, sino perder la voz en el nuevo mapa de poder.
En octubre, Jujuy se juega mucho más que unas bancas: siete frentes, banderas opuestas y un electorado imprevisible definirán si la provincia sigue siendo pieza de un engranaje ajeno o si se anima a construir su propio relato de poder. La batalla ya empezó.
México acelera hacia la manufactura de robots humanoides mientras el NOA queda atrapado en el extractivismo. El cierre de Scania en Tucumán y la falta de visión estratégica en Jujuy muestran un retroceso productivo que amenaza con relegar a la región a simple proveedora de materias primas.