Argentina enfrenta una elección decisiva: dejarse arrastrar por la corrupción enquistada o caer en la promesa hueca de Milei. La juventud exige un futuro distinto, donde la democracia vuelva a ser herramienta de esperanza y no un campo de desencanto. El país está en una encrucijada histórica.
Argentina en octubre elige entre la corrupción de siempre y la crueldad disfrazada de libertad. Milei es la metanfetamina del hartazgo: euforia fugaz, colapso asegurado. ¿Podrá el pueblo elegir dignidad y futuro?
El Senado fue escenario de fuertes cruces: denuncias de corrupción, reclamos por la emergencia pediátrica y el debate por jubilaciones marcaron la jornada. La oposición cuestionó la transparencia, mientras oficialistas defendieron la gestión en un clima cada vez más tenso.
Las reservas caen sin freno y la imagen negativa de Milei crece. Aunque conserva apoyo en su núcleo duro, el desgaste ya impacta en la política nacional. En Jujuy, la incertidumbre frena candidaturas y desnuda la falta de referentes sólidos.
Las reservas se desploman y la imagen de Milei se deteriora con mayor fuerza que antes. Aunque mantiene un núcleo duro, el rechazo crece y limita su poder. En Jujuy, la política atraviesa un vacío de liderazgos con escasas figuras capaces de instalarse públicamente.
El Senado enfrenta decisiones clave: derechos vulnerables, jubilaciones congeladas y escándalos de corrupción. Entre emergencias pediátricas, medicamentos adulterados y favoritismos políticos, se revela la prioridad real del gobierno: intereses económicos por encima de la vida y bienestar de los argentinos.