CFK lleva al FdT a un escenario inédito y obliga a peronismo a reinventarse contra reloj

 CFK lleva al FdT a un escenario inédito y obliga a peronismo a reinventarse contra reloj

Por Diego Genuoud // El martes a la noche, después de reafirmar lo mismo que había dicho el 6 de diciembre, cuando anticipó que no iba a ser candidata a nada, Cristina Fernández de Kirchner reunió en el Senado a un grupo de extrema confianza entre los que estaban su hijo Máximo, Axel Kicillof, Sergio Massa, Cecilia Moreau, Eduardo «Wado» de Pedro y Andrés Larroque. Ahí les anticipó que aceptaba ser la oradora principal del acto del 20 aniversario del triunfo de Néstor Kirchner y les pidió cambiar el escenario de la avenida 9 de Julio a la Plaza de Mayo. La información, que al día siguiente Larroque dio a conocer en la sede del SMATA, alimentó la insistencia de la corriente cristinista que se declara aplazada en comprensión de texto y llama a movilizar para el jueves próximo, otra vez bajo la consigna Cristina presidenta. Ese día, la iconografía kirchnerista volverá a los días de esplendor y un video mostrará, junto con imágenes inéditas de Kirchner, la dificultad para sostener la épica en un presente de ajuste y licuación de ingresos.

Dos décadas después, la escena tendrá algo de drama porque con Cristina fuera de carrera, el futuro del kirchnerismo se enfrenta a un escenario inédito. Si ella se mantiene irreductible, hará falta mucha sopa para que los pichones de mariscales crezcan y lleguen con fuerza a la competencia que se inicia en agosto. Por lo pronto, la mayor parte de la dirigencia del Frente de Todos considera que, sin ella, encontrar la fórmula de unidad será imposible.

Con su nueva carta, de la que casi nadie sabía, CFK transformó el Congreso del PJ que presidía Gildo Insfrán en Ferro en un escenario tomado por el desconcierto, que algunos asimilaron a un velorio. Una vez más, la vicepresidenta decidió en soledad y dejó colgados de un pincel a los que esperaban que cumpliera sus deseos y se presentara por tercera vez como aspirante a ocupar el cargo más alto.

Pese a que hace cinco meses anunció que no iba a ser candidata y hace dos semanas repitió que ya dio todo «lo que tenía que dar», entre sus seguidores mandan la desilusión y hasta el enojo. No conciben al espacio sin Cristina candidata y no se convencen con los argumentos que hablan de que el poder judicial es el que la proscribe. No porque consideren que los supremos y la familia de Comodoro Py tengan algún enlace con la república sino porque no aceptan que la fuerza que nació con Kirchner se entregue mansa a lo que ordenen los jueces.

Entre los que todavía piden por CFK como candidata están la corriente sindical liderada por Abel Furlán y Ricardo Pignanelli y un grupo de intendentes del conurbano como Gustavo «Tano» Menendez y Mariel Fernández. También algunos gobernadores del PJ que se quejan del retaceo de fondos que enfrentan y disparan contra Massa sin reparar en el apoyo esencial que le da la vice. A la inversa, descorchan los que hace más de una década la quieren ver a Cristina fuera de la política.

El encuentro con Jose Luis Rodríguez Zapatero, que se reveló en esta columna hace dos semanas, no pudo disuadirla. Tampoco la comunicación telefónica que Cristina tuvo con Lula en los últimos días, tras el anuncio de que Alberto Fernández no irá en busca de la reelección. Allí, según cuentan en el Instituto Patria, se retomó el contacto frustrado en la última visita de Lula y el presidente de Brasil instó a CFK a que fuera candidata con argumentos que le hablaban de la importancia de reconstruir un bloque de afinidad política en la región. Por lo que se ve, él tampoco la convenció.

Esta vez, en la residencia de Olivos se jactan de que tenían razón. La versión, que hace apenas dos semanas ilusionó a la militancia kirchnerista con que Cristina era candidata resultó «puro humo», tal como decían al lado de Fernández. Por más de una razón, propia y de su círculo íntimo, la vicepresidenta eligió el programa de Pablo Duggan en C5N para regresar a un estudio de televisión después de seis años.

La decisión que deja en la orfandad a todo el kirchnerismo y obliga al peronismo a reinventarse sin excusas llega en un contexto económico ineludible. La inflación sigue descontrolada y las consultoras del mercado prevén para mayo un índice igual o mayor al 8,4% de abril. El IPC de Ecolatina en el Gran Buenos Aires pone de relieve un escenario que sacude a los más vulnerables y atenta contra las chances del Frente de Todos. Dice que los precios se dispararon 9,7% en la primera quincena de mayo respecto al mismo período de abril debido a dos factores: el arrastre que dejaron las subas de la última semana de abril después del salto del dólar paralelo y los nuevos aumentos en el gas, la luz y los pasajes de colectivos y trenes. A eso hay que sumarle la posibilidad de una recesión, potenciada por la tasa interés efectiva anual, que escaló al 154% después de la última suba que decidió el Banco Central el lunes pasado.

En paralelo, preocupa el frente de las reservas que siguen cayendo pese a que el Central compró dólares en las últimas ruedas. Ecolatina dice que las reservas ya son negativas en 1500 millones de dólares y la brecha cambiaria volvió a dispararse: tocó el 104%, lo que potencia la presión devaluatoria camino a las elecciones que Cristina prefiere esquivar. ¿Massa conseguirá a tiempo el adelanto de desembolsos que le reclama con desesperación al Fondo?

La vicepresidenta todavía tiene que decidir o informar qué rostro asumirá su espacio hacia las elecciones, de cara a la etapa que viene. Si un candidato más afín a su historia como De Pedro o Kicillof -que reza para no ser pero no decide- o una resultante más acorde con el presente como Massa, hoy autorizado a tomarse licencias privadas y públicas propias de un camporista más. Habrá que ver si tiene voluntad de conducir sin ir en la boleta o si deja vía libre para que el kirchnerismo se abra por primera vez en su historia de 20 años a una primaria de candidatos presidenciales.

Tanto De Pedro como Massa interpretaron el mensaje en C5N como un aval a sus candidaturas. El ministro de Interior está lanzado como nunca y le agregó a la campaña que lleva varios meses una preocupación que no tenía, la economía. Junto a De Pedro trabaja un equipo que lidera el director de Coordinación del Consejo Federal de Inversiones, Nicolas Cevela, e integra también la ex secretaria de Comercio y actual subsecretaria en Interior, Paula Español.

Cristina se lamentó en la entrevista con Duggan de no haber podido asistir a la reunión con el economista surcoreano Ha-Joon Chang, a la que Wado la había invitado. Chang fue profesor en Cambridge durante 32 años y vino a la Argentina invitado por Fundar para advertir contra el canto de sirenas de la dolarización. Cristina no pudo estar pero sí aceptó otra de las propuestas de De Pedro y mantuvo un encuentro personal con Sebastian Ceria, el argentino que preside la fundación.

Los vínculos del ministro del Interior son de lo más diversos y sus detractores internos le cuestionan el que lo une a Luis Barrionuevo, el inoxidable que organizó una cena de lanzamiento en Mar del Plata y afirmó que De Pedro será el futuro presidente. «No tenga ninguna duda», dijo el sindicalista que hace una vida recibió a Cristina a los huevazos en Catamarca y hace bastante menos se jactó en el canal de Daniel Vila y Jose Luis Manzano de haber tenido a Federico Elaskar guardado, preparándolo durante cinco meses para que «hable» en el inicio del ciclo de Jorge Lanata en Canal 13. Alguna vez asumido «recontraalcahuete» de Menem, hoy no puede más que sorprender mezclado entre los denunciantes del lawfare, pero es parte de un mundo de alineamientos circunstanciales. Entre los más indignados está Juan Manuel Ubeira, el defensor de Elaskar que fue abogado de Cristina en la causa del atentado contra su vida.

La alianza de De Pedro con Barrionuevo genera escozor en gremialistas como el metalúrgico Furlan o el propio Hector Recalde y descoloca a muchos. Comparado con el líder gastronómico, Héctor Daer puede resultar hasta digno de elogio. El sindicalista de Sanidad viene de recibir un golpe de una vicepresidenta que se liberó de nuevas ataduras después del martes. «Cuando elegí a Alberto, la CGT no se sabía si estaba con Macri o con el peronismo. Durísimo pero verísimo», dijo.

La paradoja es que Cristina se declara fuera de carrera justo cuando gran parte del peronismo que la rechazó durante años en público y en privado se rinde a su liderazgo. Ministros de Fernández, intendentes, gobernadores que le anunciaban la jubilación en tiempos de Macri y randazzistas arrepentidos hoy le piden que siga al frente. Pero ese clamor coincide con una fragilidad múltiple que nace de las reservas que rifó el Frente de Todos, de las discusiones que no supo dar y de una construcción política que aparece sin programa ni estrategia ni un lugar hacia donde ir.

El peronismo sin Cristina

Si mantiene su decisión pese al clamor de la Plaza que viene, la ex presidenta dejará abierto el escenario a una PASO como la que reclaman con más o menos vehemencia De Pedro, Daniel Scioli, Agustin Rossi y Jorge Capitanich. Para el sueño de Massa candidato único, piensan los anotados, no existe mejor antídoto que las cifras del INDEC. Kirchner hijo, que rechaza a Scioli y lo ve como candidato de Alberto, tiene a De Pedro y Massa como los leales pero -dicen- prefiere que Kicillof compita por la presidencia. 

La vicepresidenta parece haber llegado a la conclusión de que su fortaleza relativa no alcanza para enfrentar las batallas adversas que esperan al próximo presidente y nada tienen que ver con los salarios en dólares más altos de América Latina que ella evoca una y otra vez como su mejor legado.

Con su renuncia a ser, CFK se resigna a no volver a ser pero se libera en parte de la contradicción entre lo que dice y lo que hace, como garante de este sendero de licuación de ingresos que aceleró con Massa. Pero deja en la orfandad a la militancia que pensaba refugiarse una vez más en sus votos de madre protectora.

El paso al costado asoma también como una réplica tardía de la renuncia de Máximo a la jefatura del bloque todista. Como si el kirchnerismo asumiera su debilidad y decidiera no liderar más un proyecto nacional, sino reubicarse como una parte de ese todo, hoy sin norte, que es el peronismo.

Con sus modos, sus enfrentamientos y sus enemigos, el proyecto que lidera Cristina fue durante casi 20 años una parte fundamental del sistema político que Javier Milei patentó como casta. Una salida de escena activaría para sus seguidores la pregunta por la legitimidad del sistema de partidos que estalló en 2001porque el kirchnerismo fue también la fuerza que, montada al proceso de recuperación económica que nació de la megadevaluación de Jorge Remes Lenicov, relegitimó a las instituciones en tiempo récord. Para eso, el extinto Frente para la Victoria se nutrió de gran parte de un activismo destituyente que se integró a gran velocidad a la burocracia del Estado y hoy es parte de lo viejo para las nuevas generaciones. El fracaso de Macri primero y el del FDT después convirtieron al vindicador menemista Milei en el beneficiario de ese proceso.

Cristina fue hasta hoy y desde el peronismo el último dique de contención que mantuvo dentro de la política a los que soñaban con un regreso al pasado, mientras el cuadro de deterioro crónico se profundizaba y el consenso político que lo incluía solo dejaba margen para discutir las dosis de ajuste que la sociedad sería capaz de soportar. Sin ella, el peronismo -en especial el no kirchnerista- ya no tiene más excusas para justificar su intrascendencia y está obligado a encarnar a nivel social con su mensaje. Tampoco las tiene el bloque opositor que nació del rechazo a su figura y se mantiene unido con alfileres en el lienzo del anticristinismo. Nadie tiene margen para volver a fracasar. 

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