Ciega, sorda y muda para aceptar la realidad

 Ciega, sorda y muda para aceptar la realidad

La descripción de la tremendo legado de crisis social que dejará Cristina Fernández, cuando abandone el poder, no podría haber encontrado más preciso inventario que el señalado en el documento de los máximos referentes de la Iglesia católica en el país. Exacerbada, la Presidente de la Nación apeló a responder recurriendo al desgastado libreto que cada día pierde más rating.

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10/05/2014: La presidenta Cristina Kirchner armó su respuesta a la Conferencia Episcopal católica, en la inauguración de un mural en homenaje al padre Carlos Mugica en la Avenida 9 de Julio, al cumplirse mañana 40 años de su asesinato. FOTO NA / PRESIDENCIA
por JORGE HÉCTOR SANTOS
Twitter: @santosjorgeh
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). El documento de la Conferencia Episcopal Argentina conocido días atrás, que señala con absoluta claridad una verdad inobjetable al decir  que «la Argentina está enferma de violencia», metió a la Presidente de la Nación en un callejón de muy difícil tránsito.
Ahora, que Cristina Fernández cree haberse convertido en amiga de Jorge Bergoglio (hoy el Sumo Pontífice de los católicos apostólicos romanos), su antiguo y detestable enemigo; la Iglesia Católica argentina la enfrenta al dilema de tratar de diferenciar a los máximos representantes de Francisco en el país, de su jefe máximo en el Vaticano.
Cuando Cristina quizás piense pedirle una tercera reunión a Francisco para para festejar junto a él, el 20 de julio, el Día del Amigo; los obispos argentinos se han atrevido a mostrarle, nada más y nada menos que a la viuda de Kirchner,  que la ficción que interpreta no se asemeja en nada a la realidad de los 40 millones de argentinos que los prelados describieron con exactitud milimétrica de esta forma:
> «Son numerosas las  formas  de  violencia que  la sociedad  padece  a  diario.2
> «Muchos viven con miedo al entrar o salir de casa, o temen dejarla sola, o están intranquilos esperando el regreso de  los  hijos  de  estudiar  o  trabajar.»
> «Los  hechos  delictivos  no  solamente  han  aumentado  en cantidad  sino  también  en  agresividad.  Una  violencia  cada  vez  más  feroz  y  despiadada provoca lesiones graves y llega en muchoscasos al homicidio.»
> «Es evidente la incidencia de la droga en algunas conductas violentas y en el descontrol de los que delinquen,en quienes se percibe  escasa  y  casi  nula  valoración  de  la  vida  propia  y  ajena.»
> «La  reiteración  de  estas situaciones  alimenta  en  la población el  enojo  y  la indignación.»
 > «Con  frecuencia en nuestro país se promueve una dialéctica que alienta las divisiones y la agresividad.»
Esta última frase que habla de una dialéctica bélica, seguramente exasperó aún más a la primera mandataria, porque la hizo quedar expuesta ante los mismos peronistas que ella no le hizo en nada caso a la recordada frase de Juan Domingo Perón: “la violencia de arriba engendra la violencia de abajo”.
Cristina, que adora escucharse, especialmente en cadena nacional, no se privó nunca, tal como bien marcó, meses atrás, el intendente de Pergamino, Héctor Gutiérrez:
> “Los acontecimientos violentos que estamos viviendo en estos tiempos reflejan el clima de tensión que genera el Gobierno Nacional con la clásica violencia verbal y moral que lo caracteriza”.
> “Como los casos de corrupción que deambulan sin responsables ni sentencias que condenen, el clima de inseguridad reinante y las presiones obscenas a la Justicia generan condiciones de provocación e intimidación que hacen que los ciudadanos vivan en un clima de violencia continuo”.
Crispada, la jefa de Estado, tuvo que soportar que los prelados argentinos siguieran delineando una situación que altera por completo el mundo de fantasía que ella cree haber logrado para sus gobernados, en estos términos:
> «A  estos  escenarios violentos corremos el riesgo de habituarnos sin que nos duela el sufrimiento de los hermanos.»
> «Todo lo que atenta contra la dignidad de la vida humana es violación al proyecto de amor de Dios:  la desnutrición  infantil,  gente durmiendo  en  la calle,  hacinamiento  y  abuso, violencia doméstica, abandono  del  sistema  educativo,  peleas  entre “barrabravas” a veces ligadas a dirigentes políticos y sociales, niños limpiando parabrisas de los autos…»
> «Hemos   endurecido   el   corazón incorporando  estas  desgracias como parte de la  normalidad de la vida social, acostumbrándonos a la injusticia y relativizando el bien y el mal.»
> «Es creciente la tendencia al individualismo  y  egoísmo,  de  los  cuales  despertamos  sobresaltados  cuando  el  delito  nos afecta o toca cerca.»
Para colmo, atormentada y enfadada hasta con su reciente “amigo” Francisco, se debe haber puesto la Presidente al tener que leer que los obispos habían escrito:
>   «La  corrupción es un verdadero “cáncer  social”, causante  de  injusticia  y  muerte.»
> «Desviar  dineros  que  deberían  destinarse  al  bien  del  pueblo provoca  ineficiencia  en  servicios  elementales  de  salud,  educación,  transporte.» 
> «Estos  delitos habitualmente prescriben  o  su  persecución  penal  es  abandonada,  garantizando  y  afianzando la impunidad.»
> «Son estafas económicas  y morales que corroen la confianza del pueblo en las instituciones  de  la  República,  y  sientan  las  bases  de  un estilo  de  vida  caracterizado  por  la falta de respeto a la ley.»
Lo indicado en el escrito de la Iglesia resulta tan preciso, real y objetivo  que  es un verdadero informe de auditoría donde se narra con absoluta precisión la herencia que dejará la familia Kirchner tras su estadía de doce años en La Rosada; una sociedad quebrada, aniquilada.
Su reconstrucción demandará décadas.
La que muchos habitantes, hoy, se niegan a reconocer por el propio temor que les produce.
Ciega, sorda y muda para aceptar la verdad; la Presidente, en la inauguración de un monumento al cura Mugica, apeló una vez más a su clásico argumento de la desestabilización para criticar a los integrantes de la Conferencia Episcopal de cabotaje, diciendo:
«Cuando hablan de una Argentina violenta, quieren reeditar viejos enfrentamientos».
Desgraciadamente, mientras se siga negando el cúmulo de problemas que atraviesa una comunidad destrozada, su deterioro se acrecienta y se continúa acumulando más violencia, muertos, hechos de corrupción, y tantos otros dramas que casi dejan de ser noticia tan solo por habituación.
Un síntoma propio de una cruel enfermedad que se apoderado de los argentinos y que será muy costoso erradicar.
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