Con plan reelección en mente, arranca la fase 2 de Macri: agenda de reformas y menos sustento en el «peligro K»

Arranca una nueva etapa en la Argentina. En el plano político, Macri avanzará con su verdadero plan de Gobierno, tras haber asegurado la gobernabilidad. CFK, en tanto, querrá ocupar el espacio de líder opositora ante un peronismo que perdona todo, menos una derrota.

Un antes y un después. Esa es la sensación que dejó la elección legislativa de medio término, en la que cual la coalición Cambiemos ganó mucho más que veintiún bancas en la cámara de diputados y ocho en el Senado.

Con una victoria superior al 40% a nivel país, logró despejar los fantasmas de la «falta de gobernabilidad» que acechan a todo partido no peronista que alcanza el poder.

Ahora, con la sensación de que empieza la fase «en serio» del programa oficial y con un Mauricio Macri en la «pole position» para su reelección en 2019, quedó en claro que arranca una nueva etapa política.

De alguna forma, la propia Cristina Kirchner así lo admitió al arengar a su militancia con el argumento de que «esto no es el fin de nada sino el comienzo de todo«.

Sin embargo, a diferencia de otras elecciones, esta vez no puede haber dos interpretaciones sobre cómo analizar el resultado: el Ejecutivo recibió un fuerte espaldarazo en todo el país.

Los números del escrutinio -esta vez sin que hayan generado polémica- indican que logró el objetivo de consolidación que espera todo gobierno en su primera legislativa (sólo Fernando de la Rúa perdió en este test).

Como si esto fuese poco, mejoró la representación en el Congreso y pudo derrotar a Cristina Kirchner en la provincia de Buenos Aires.

Sensación de alivio
«Un país decidido a hacer las cosas bien»: así definió Macri al contundente respaldo obtenido en las urnas: más del 40% a nivel nacional, que superó largamente la ya de por sí expresiva marca del 36% lograda en las PASO de agosto.

Tras el clima enrarecido que caracterizó al cierre de campaña -con el país en vilo ante la resolución del caso Maldonado-, los festejos en el bunker de Cambiemos (aunque más contenidos), tuvieron mucho de alivio.

Para empezar, se confirmó que el impacto de los últimos acontecimientos sobre la intención de voto resultó marginal: esta vez, las encuestadoras no pueden ser criticadas por sus pronósticos.

Los cuatro puntos de ventaja sobre el kirchnerismo en Buenos Aires, la contundente victoria de Elisa Carrió en Capital y los triunfos en otras 12 provincias (incluidas Salta y Santa Fe, donde el peronismo había ganado en las primarias), estaban dentro de sus proyecciones.

Por cierto, no fueron los únicos motivos de alivio para el Gobierno: hubo además tranquilidad por la reacción medida de la propia Cristina Kirchner.

En horas previas a la elección, había circulado la versión de que podría impugnar un eventual resultado negativo, situación temida por muchos por sus impredecibles consecuencias, en momentos de ánimos exacerbados.

Pese a no estar acostumbrada a perder, Cristina reconoció la derrota en un discurso calmo y sin estridencias.

Un nuevo mapa político
En las próximas horas vendrá el recuento de bancas que se ganan y se pierden para cada uno de los bloques.

Si bien el Gobierno mejorará su posición, no cambiará el panorama de fondo. Es decir, seguirá sin mayoría propia y dependiendo de la negociación con el peronismo ligado a las gobernaciones provinciales.

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