Con una CGT dividida, Macri hace su jugada: mira a Moyano e impulsa mesas sectoriales para acelerar reformas

 Con una CGT dividida, Macri hace su jugada: mira a Moyano e impulsa mesas sectoriales para acelerar reformas
En las vísperas de la nueva marcha de la central sindical, la estrategia del Gobierno apunta a debilitar al triunvirato. En la interna sindical causó sorpresa la actitud dual de Moyano, que por un lado dialoga con los funcionarios y por otra parte impulsa protestas desde el gremio camionero.

La decisión de la CGT de avanzar con la protesta prevista para el próximo martes en Plaza de Mayo activó en el Gobierno mecanismos para contener daños, debilitar al triunvirato de la central obrera y, a su vez, avanzar en iniciativas que van desde la revisión de tarifas hasta la reforma laboral, sin que el sindicalismo se convierta en un obstáculo.

Con ese objetivo, las autoridades abrieron una mesa sectorial con los sindicatos del sector energético y, por otra parte, definieron incorporarlos al Consejo Federal de Energía, cuya próxima reunión sería el 28 y 29 de agosto en la sede del Ministerio de Energía, que encabeza Juan José Aranguren y quien preside el organismo de carácter consultivo.

El acercamiento a la confederación de gremios de hidrocarburos, energía, combustibles y agua (Catedha) incluyó, además, el compromiso de gestionar una reunión con el Presidente en una fecha a definir, una decisión que contrasta con el aislamiento propiciado hacia el triunvirato cegetista y que refuerza la directiva oficial de atender al sindicalismo por ventanillas separadas.

Las definiciones fueron adoptadas el miércoles pasado en el asado que compartió Hugo Moyano con los ministros de Trabajo, Jorge Triaca; y el de Interior, Rogelio Frigerio; el vicejefe de Gabinete, Mario Quintana; y Aranguren. La cita fue en la sede del Sindicato Unido de Petróleo e Hidrocarburos (Suphe), con la presencia de su anfitrión Antonio Cassia.

Por la parte sindical también participaron Guillermo Moser (Gas), Oscar Mangone (Federación de Luz y Fuerza), José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), José Escoda y Juan García (Federación del Interior de Trabajadores de Estaciones de Servicio), y Ricardo Serafini (Personal superior del Gas).

La presencia del líder camionero no pasó desapercibida al interior de la CGT. Es que mientras el sindicalista avanzaba en acuerdos con los funcionarios, el mismo miércoles, desde Azopardo, Pablo Moyano presionaba a los «gordos» e independientes» para ratificar la movilización, postura que terminó por primar con el apoyo de sectores duros como los bancarios.

Así, el doble juego de Moyano -movilizar y negociar- es visto por sus rivales como una manera de reposicionarse en el ajedrez de la central obrera, donde el triunvirato tendría los días contados. No solo por los crecientes cuestionamientos internos sino también por los resultados de las PASO, que dejaron varios heridos en el peronismo, entre ellos al triunviro Héctor Daer.

En los últimos días, las dos CTA y las organizaciones que integran el triunvirato piquetero se sumaron a la marcha convocada para el martes a las 15. La convocatoria es para rechazar la flexibilización laboral y previsional, que el Gobierno tiene en carpeta para después de octubre, y para exigir un aumento de emergencia de la jubilación y la defensa del empleo.

Esta vez la organización correrá por cuenta del hijo de Moyano, para evitar incidentes como los ocurridos en la concentración del 7 de marzo pasado, en los que se produjeron corridas y la cúpula debió refugiarse en un local sindical. O como en el plenario en Ferro el 28 de julio pasado, donde hubo silbidos contra la dirigencia. El sindicalista, que es también secretario gremial de la CGT, prometió en las últimas horas llevar 10.000 camioneros a Plaza de Mayo.

Desde el Gobierno, en cambio, esperan que los sectores disidentes la vacíen. Mauricio Macri salió a criticar a la dirigencia gremial el jueves pasado a la que apuntó, al recordar que en las primarias realizadas el domingo pasado «los argentinos ratificaron la vocación de cambio y el apoyo a este Gobierno». «Han perdido la capacidad de escuchar y entender lo que está pasando en la Argentina», aseguró.

Operación blindaje
Pese a los reproches presidenciales, el acercamiento al camionero dejó en evidencia los esfuerzos del oficialismo por desactivar las presiones gremiales contra la política económica y, a la vez, su interés por avanzar en acuerdos sectoriales para blindar la política energética y laboral. «Mantenemos diálogo todos los días con los sindicatos», dijo a iProfesional el subsecretario de empleo, Ezequiel Sabor.

Luego de la protesta lanzada por la CGT en marzo pasado, el Gobierno se embarcó en una política de «dividir» al sindicalismo mediante la apertura de mesas sectoriales, que fructificaron en acuerdos con petroleros, textiles, calzado, automotrices y construcción. Estos contemplan en general la baja de los costos laborales y el impulso de la competitividad.

El más paradigmático fue el convenio de Vaca Muerta, donde el sindicato de petroleros privados liderado por Guillermo Pereyra aceptó resignar beneficios para impulsar inversiones. Fue el camino que encontró el Ejecutivo para instrumentar cambios laborales sin necesidad de una reforma, un proyecto que quedó suspendido para después de las elecciones de octubre.

En el caso de la energía, los funcionarios acordaron un cronograma de encuentros para discutir la agenda sindical planteada por la Catheda, que incluye planes de vivienda, capacitación y obras de infraestructura. Sin embargo, los sindicalistas están preocupados por el plan oficial que apunta a introducir cambios en las relaciones laborales.

De hecho, el acuerdo en Vaca Muerta también impactó en el Suphe, que tiene afiliados en el sector de «usptream«. En cambio, en «downstream«, el gremio de Cassia ya había firmado hace dos años con el exministro de Energía, Julio de Vido, un convenio similar que incorporó la multitarea, la reducción de los francos y el fraccionamiento de las vacaciones.

Pero no todos los gremios están de acuerdo. Los camioneros que forman parte de la actividad petrolera ya se pronunciaron contra cualquier intento de llevar adelante una «flexibilización laboral«. El otro punto que despierta incertidumbre es el de la quita de subsidios al barril, que llevó a las petroleras a desprenderse de miles de trabajadores los últimos dos años.

«Hay algún brote verde, pero en la explotación convencional hay despidos en puerta», reconocieron a este medio desde Catedha.

En tanto, la incorporación de los sindicatos del rubro energético al Consejo Federal de Energía apunta a ampliar el organismo creado en abril pasado en el marco del acuerdo federal encabezado por Macri. Además de los ministros y secretarios de las provincias, ahora estarán sentados Moser, Mangone y Pereyra.

Y uno de los ejes claves será «armonizar» las tarifas eléctricas a nivel nacional.

Correr al triunvirato
La movida oficial excede al sector energético. De hecho los gremios que estuvieron reunidos el miércoles con los ministros representan a diversas alas del sindicalismo peronista que se encuentran en proceso de reunificación en el seno de la CGT y con las cuales el Ejecutivo busca tejer acuerdos.

Cassia, por caso, integra las 62 organizaciones que lideraba Gerónimo Venegas -el sindicalista más cercano a Macri-. Tras la muerta del titular de los peones rurales, ese espacio decidió incorporarse a la CGT después de octubre, apostando a un corrimiento del triunvirato. El titular del Suphe, además, mantiene una relación estrecha con Triaca: lo tuvo en brazos cuando él era niño y el padre del ministro ocupaba la cartera laboral en pleno gobierno de Carlos Menem.

Por otra parte, Mosser -también miembro de Catedha- forma parte del MASA, el movimiento liderado por el taxista Omar Viviani que inició tratativas para integrarse a la central obrera. Y Lingieri es un miembro histórico de los «independientes», sector de buen diálogo con todos los gobiernos y enfrentado a la postura del moyanismo de salir a confrontar en las calles.

La protesta del próximo martes será una nueva prueba para el Gobierno. Allí se verá si es efectiva la estrategia definida en la Rosada de correr al triunvirato del centro de la escena y abrirle el teléfono a aquellos sectores sindicales con los que el oficialismo mantiene mejor relación, incluido Hugo Moyano.

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