Condenar a Cristina, prender fuego la calle: la derecha perdió el juicio y el gobierno la calle

Condenar a Cristina, prender fuego la calle: la derecha perdió el juicio y el gobierno la calle

Por Redacción Perico Noticias

Argentina ha ingresado nuevamente en una zona de alta temperatura política, social y simbólica. La reciente condena a Cristina Fernández de Kirchner, más allá de los argumentos judiciales que intentan envolverla de legalidad, opera como un acto político de alto voltaje que podría terminar siendo —paradójicamente— el salvavidas que revitalice a un peronismo que parecía derrotado, huérfano de épica y sin conducción.

Mientras los medios concentrados celebran una sentencia que aún no se ejecuta, en las calles se enciende otra verdad: la de miles movilizados, llorando, cantando, marchando con el corazón caliente, conscientes de que no es solo una persona la que se busca silenciar, sino una historia de ampliación de derechos, justicia social y soberanía económica.

El error histórico de la derecha

No hay estrategia más torpe que convertir a una lideresa en mártir en tiempos de hambre y descontento. La jugada judicial, tan cuidadosamente hilvanada por sectores del poder real, ha demostrado ser un búmeran: en vez de aislar a CFK, la ha empoderado como nunca antes desde su salida de la presidencia.

La derecha, ciega por su odio, ha cometido su error histórico. Mientras las góndolas se vacían, los alquileres se vuelven impagables y la deuda con el FMI ahorca cada vez más a los sectores populares, deciden hacer de la persecución política su único programa de gobierno. Así, terminan de romper el último hilo de legitimidad que les quedaba: la calle.

Un fallo que no resuelve, sino que agrava

Cristina no está detenida, y eso molesta. No se resigna al silencio, y eso desespera. La decisión de condenarla sin encarcelarla, en una Argentina que mira cada medida con el lente de la desigualdad, no genera alivio institucional sino más tensión, más sospecha, más fuego.

Se habla de 85 mil millones de pesos. Pero no se menciona que mientras la justicia se obsesiona con Cristina, los verdaderos saqueadores —los de guante blanco, los del RIGI, los del blanqueo, los del Pacto de Mayo que nunca fue— siguen caminando impunes por Puerto Madero.

El gobierno, fuera de escena

En este torbellino emocional, simbólico y político, Javier Milei perdió la centralidad del escenario. Durante meses fue el protagonista absoluto, pero ahora la conversación pública gira en torno a Cristina, a la justicia, al peronismo, a la posibilidad de reconstruir lo roto. La motosierra dejó de hacer ruido, sustituida por los bombos de la militancia y los abrazos espontáneos entre desconocidos.

Mientras tanto, el plan económico naufraga. No hay reactivación, ni shock de inversiones, ni salarios que resistan. La calle, única brújula posible en este país cíclico, marca un cambio de humor social que asusta a los que creen que la política es un Excel.

Cristina empoderada: ¿y ahora?

La pregunta que flota como una nube espesa es: ¿qué hará Cristina con este nuevo empoderamiento? ¿Buscará la unidad grande con todo el peronismo o se refugiará en la candidatura de Máximo? ¿Habrá PASO o resistencia testimonial? ¿Qué se juega en el 2025?

Las respuestas aún no están escritas, pero la reacción popular ante la condena ya es una advertencia: el pueblo no está dormido. No está resignado. Puede aguantar el ajuste, pero no la humillación. Y si hay algo que esta condena parece representar, es eso: un intento de borrar con una sentencia lo que no pudieron borrar con votos.


Reflexión final

La historia argentina se escribe en la calle, no en los despachos judiciales. Si hay algo que la derecha no ha entendido es que cada vez que el peronismo parece vencido, vuelve multiplicado. Y cuando intentan encarcelar a su conductora, lo que en realidad logran es liberar a la militancia de la apatía.

Quizás no lo vean venir. Pero está viniendo.

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