«Congreso bajo fuego: vetos, represión y un Estado que abandona a los vulnerables»

«Congreso bajo fuego: vetos, represión y un Estado que abandona a los vulnerables»


Cuando la crueldad se convierte en ley: el Congreso discute, el pueblo resiste

En una jornada que debería honrar la democracia y la justicia social, el Congreso de la Nación vuelve a ser escenario de una lucha desgarradora: la defensa de leyes básicas para la vida y la dignidad, frente a un gobierno que responde con vetos y gendarmes. La sesión de hoy no es una más. Es un retrato de época. Y lo que muestra es escalofriante.

Mientras madres, niños y personas con discapacidad se manifestaban pacíficamente pidiendo que se sostenga la ley de emergencia en discapacidad —ya aprobada por unanimidad en ambas cámaras—, el gobierno respondió con represión. Sillas de ruedas frente a escudos. Madres endeudadas para pagar terapias, enfrentadas a la burocracia policial. Profesionales que abandonan tratamientos porque sus ingresos quedaron congelados desde 2023. Centros de día sostenidos con rifas, mientras el superávit fiscal se festeja en conferencias de prensa como si fuera el único bien moral de esta época.

Pero el veto presidencial no se limitó al universo de la discapacidad. También se posó sobre el sostenimiento del Hospital Garrahan, símbolo de la salud pediátrica nacional, y sobre la actualización del financiamiento universitario, otro punto que marca el colapso del modelo libertario. Se trata de leyes que no implican un gasto desmedido, sino la mínima decencia de un Estado que aún se reconoce como tal. Sin embargo, la respuesta oficial ha sido el rechazo, el castigo, la represión y el abandono.

Lo más perturbador no es solo lo que se discute, sino lo que se naturaliza. Que haya que explicar, en pleno 2025, que los niños con trastornos del espectro autista necesitan acompañamiento humano y terapias integrales. Que haya que justificar que un médico del Garrahan merece cobrar un salario digno. Que haya que militar en el Congreso una ley para actualizar un nomenclador que está dos años atrasado mientras se destinan millones al pago de deuda o al salvataje de bancos. Que haya que luchar para que no se abandone a quienes más necesitan.

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Hoy se juega más que una votación. Se define si la política argentina tiene todavía capacidad de reacción humanitaria. Si el Congreso es un contrapeso real al autoritarismo economicista. Si queda algo de sensibilidad en los pasillos del poder o si nos resignamos a la brutalidad técnica de Excel que decide quién vive y quién queda afuera del sistema.

Los discursos ya no alcanzan. Los votos deben ratificar lo que el pueblo reclama en la calle: el derecho a una vida digna, sin importar la condición física, mental o económica. Lo que está en juego no es un artículo más en el Boletín Oficial. Es el alma misma del contrato democrático.


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