“Coparticipación o dominación: llegó la hora de que Jujuy despierte”

“Coparticipación o dominación: llegó la hora de que Jujuy despierte”

¿Qué es lo que más te preocupa hoy en Jujuy?

Editorial Perico Noticias

Este lunes, el gobierno de Jujuy tratará por fin, y con evidente desgano, la tan postergada Ley de Coparticipación Municipal. Lo hace tarde, mal y con fines electoralistas. A solo un mes de las elecciones, el oficialismo intenta montar una puesta en escena institucional que no convence a nadie, ni siquiera a sus propios intendentes, que ahora descubren con oportunismo que el reparto de recursos ha sido injusto durante décadas, como si no hubiesen sido parte del silencio.

Carlos Sadir prometió esta ley desde el día en que asumió, pero la empuja solo ahora, apurado por las urnas, no por la ética. Los municipios del interior han sido sistemáticamente empobrecidos, sus vecinos han visto postergadas obras, servicios y oportunidades, mientras la capital provincial concentra créditos, anuncios, obras y hasta impunidad.

¿Quiénes alzaron la voz por sus pueblos durante todo este tiempo? Nadie. Ningún intendente redactó un documento, ningún concejal presentó un proyecto firme, ningún diputado provincial peleó con tenacidad por el derecho de su comunidad. Es que en Jujuy, la política se construyó para obedecer, no para representar.

Sin embargo, una nueva generación de concejales y diputados será electa próximamente. Una que no claudicará ante la dominación histórica. La ciudadanía debe exigirles que estén a la altura de la hora: que instruyan a sus intendentes, que interpelen a los legisladores, y que obliguen a que la coparticipación sea directa, automática y con control social.

Porque no alcanza con prometer que “ahora sí llegará el dinero”. Hace falta crear mecanismos permanentes de distribución, y sobre todo, de fiscalización ciudadana. Ya nadie cree en los partidos, ni en los bloques, ni en los recintos. El pueblo debe recuperar el control. Porque si los representantes no representan, el pueblo debe asumir ese rol.

La analogía con el caso de la ciudad de La Rioja es inevitable. Allí, la Corte Suprema obligó a la provincia a transferir lo que le correspondía al municipio capitalino, y se dictó una ley que protege ese derecho. ¿Qué impide que ocurra lo mismo en Jujuy? La falta de voluntad política. El negocio del sometimiento.

En este marco, urge también un pedido de reparación histórica. Cada vecino que vio cómo su salud, su educación, sus calles y sus sueños eran postergados por falta de recursos, merece justicia. No se trata solo de saldar cuentas fiscales, sino de reconocer el daño colectivo que ha causado este modelo centralista, clientelar y profundamente injusto.
La provincia debe devolverle a cada municipio lo que le quitó. A cada ciudadano, lo que le negó. A cada generación, lo que le robó.

Porque el llamado “Gran Jujuy” —ese conglomerado urbano que concentra el poder en San Salvador— no es un proyecto de integración, sino un plan de sometimiento. Mientras se engorda el centro, se vacía el interior. Y esa ecuación es tan perversa como insostenible. No hay desarrollo posible cuando la mitad de la provincia vive como espectadora de lo que otros deciden.

Esta lógica reproduce a nivel provincial lo mismo que la Argentina padece a nivel nacional: dependencia, exclusión, subordinación al poder central. Pero hay una salida, y está en la Constitución: los municipios son autónomos. Lo que falta no es norma, sino coraje.

Cada escuela que falta, cada hospital sin insumos, cada camino olvidado, es una prueba del modelo de poder que hay que desmantelar. Y cada concejal, intendente o legislador que calló, es cómplice de ese saqueo.

Hoy la historia pone una hoja en blanco sobre la mesa. Que no la escriban los mismos de siempre. Que esta vez, sean los valientes, los nuevos, los lúcidos, los que digan lo que nadie se animó durante años:
“Queremos lo que nos corresponde. Exigimos reparación. Y no vamos a esperar más.”


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