“Cuando el experimento finaliza: el ocaso inevitable del modelo Milei y la ruina de las provincias”

“Cuando el experimento finaliza: el ocaso inevitable del modelo Milei y la ruina de las provincias”

Argentina está en el umbral del despeñadero y el modelo libertario que prometía “orden” parece desmoronarse justo cuando sus consecuencias se vuelven irreversibles. El respaldo mediático y los gestos simbólicos ya no ocultan que la economía está otra vez al filo del abismo, y las provincias serán las primeras víctimas.

El esquema de ajuste radical, apertura comercial sin defensas, recortes presupuestarios drásticos y liberalización cambiaria acelera la caída de la industria regional y pulveriza la capacidad operativa estatal local. Sectores productivos medianos y pequeños —los que sostienen al NOA, al Noroeste argentino y a la periferia— ven caer sus ventas, desaparecer sus márgenes o directamente cerrar.

Se avecina una nueva devaluación —no por virtud financiera ni reequilibrio planificado, sino por imposición del mercado financiero. Esa devaluación no será neutral: romperá las finanzas provinciales, ahogará la obra pública, restringirá fondos para salud, educación y seguridad, y disparará el costo de vida en cada rincón del país.

Las provincias dependen del reparto de recursos nacionales (coparticipación, fondos compensatorios). Bajo el modelo actual, se les recortó ese flujo vital: más del 90 % de la pérdida real de recursos de las provincias proviene de la caída real de la coparticipación. Con menos recursos nacionales, el ajuste y la deuda provincial serán insostenibles.

Las señales ya están en el horizonte: intendentes de todo el país advierten una “catástrofe social”, con recortes en salud, educación y servicios básicos que los municipios no podrán cubrir. En La Rioja se recurre incluso a una moneda provincial de emergencia («chachos») para mitigar el impacto del vaciamiento presupuestario.

Esto no es una crisis local ni pasajera. Es el derrumbe del pacto federativo. El modelo que apostó a concentrar recursos, extinguir el Estado y colocar todas las expectativas en la apertura externa se muestra ahora como una fórmula inviable para una Argentina desigual, extensa y fragmentada.

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Pero frente al colapso también hay una ventana estratégica: reconstruir desde abajo, fortalecer polos productivos regionales, reivindicar el federalismo real con protección comercial selectiva, apoyar políticas de encadenamiento local, e invertir en capital humano en cada ciudad pequeña. Es urgente preparar matrices económicas alternativas antes del desastre.

Este es un momento de bifurcación histórica: seguir confiando en un experimento que se desmorona, o impulsar un nuevo pacto nacional que devuelva a las provincias capacidades de acción. Si no hacemos esa elección ahora, el modelo Milei no será polémico: será trágico.

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