Por Jorge A. Lindon
La pregunta parece exagerada. Pero no lo es. Porque en un mundo atravesado por flujos financieros cada vez más veloces, especulativos y globalizados, una decisión que se tome en el corazón de la Reserva Federal de Estados Unidos puede desatar un temblor que resuene hasta en la quebrada de Humahuaca. El Norte Argentino, y Jujuy en particular, están más expuestos de lo que creemos.
El eventual despido de Jerome Powell —actual presidente de la Reserva Federal— por parte de un próximo gobierno demócrata en EE.UU., como sugiere Bloomberg Línea, no es una anécdota institucional. Es el primer movimiento de un ajedrez donde se redefinen las tasas de interés globales, la circulación de capitales y, sobre todo, la relación de América Latina con la deuda, el dólar y la inversión productiva.
¿Qué tiene que ver eso con Jujuy?
Muchísimo. Porque Jujuy está en plena transición entre un modelo extractivo anclado en el litio, y un intento por insertarse en cadenas de valor tecnológicas globales. Si la Reserva Federal baja las tasas (como sería esperable con un reemplazo más «dovish»), los dólares pueden fluir hacia mercados emergentes. Pero esos dólares no son inversión productiva garantizada: muchas veces son capitales golondrina, en busca de rentabilidad rápida.
En ese contexto, los fondos que lleguen al país podrían inflar activos financieros, no fábricas ni comunidades. Podrían alimentar burbujas especulativas, no economías regionales. Y cuando esos capitales se vayan —como suelen hacerlo cuando huelen riesgo político— dejarán un agujero más grande que el que encontraron.
Jujuy, como parte del NOA, no tiene blindaje frente a esas olas financieras. La infraestructura financiera provincial es débil, los mecanismos de crédito están concentrados en Buenos Aires, y la volatilidad cambiaria siempre castiga más a quienes menos espalda tienen. Cada movimiento del dólar golpea el costo del transporte, los insumos importados, el precio de los alimentos.
¿Litio o espejismo?
Tomemos el caso del litio, tan celebrado como tabla de salvación. Los precios internacionales están en baja, y las inversiones se enfrían ante un contexto incierto. Si la Fed cambia de rumbo y debilita al dólar, eso puede encarecer costos logísticos, modificar los contratos de exportación y aumentar la presión sobre los márgenes de rentabilidad de empresas que ya vienen reduciendo personal y pausando obras. ¿Quién paga esa cuenta? Las comunidades que habían apostado todo a ese boom.
Jujuy, sin planificación ni política fiscal propia fuerte, queda presa de ese péndulo global. No hay política de amortiguación, ni red de contención, ni estrategia de reinversión pública en bienes comunes. Es la receta para una nueva dependencia: esta vez no de las metrópolis políticas, sino de los algoritmos de Wall Street.
¿Y si además no controlamos nuestra moneda?
El gobierno nacional ha cedido toda soberanía monetaria en nombre de la estabilidad. Pero estabilidad no es lo mismo que desarrollo, y mucho menos justicia social. Sin herramientas monetarias, sin política de crédito, sin capacidad de control cambiario real, cualquier movimiento externo se amplifica internamente. Y el NOA lo siente primero, como una piel sin defensa ante el sol financiero global.
El norte necesita política monetaria regional
¿Exageración? No. Necesidad histórica. Jujuy y el NOA deben repensar su estrategia económica frente al nuevo tablero global. Requieren instrumentos de defensa y proyección: monedas complementarias, fondos de desarrollo regional, acceso directo a financiamiento multilateral, alianzas con países vecinos.
Y lo más importante: necesitan liderazgos que piensen en clave geopolítica, que no vean al mundo como una amenaza, sino como un espacio de disputa donde hay que estar preparados. Lo que pase en la Fed no es ajeno. Es determinante. La pregunta no es si afecta, sino cómo nos preparamos para que no nos hunda.