Cuando se firmará el acuerdo con el FMI

 Cuando se firmará el  acuerdo con el FMI

Llegar a marzo con «el acuerdo posible»: ése es el objetivo que se puso la Casa Rosada, luego de las tensiones de las últimas jornadas y que quedaron en evidencia la semana pasada en la conferencia de Alberto Fernández y Martín Guzmán junto a gobernadores.

La idea central es evitar retrasos en los pagos, que provoquen más tensiones y volatilidad en el mercado cambiario.

Así lo hicieron saber funcionarios de Economía, y también algunos protagonistas clave de la administración, como Axel Kicillof y el jefe de Gabinete, Juan Manzur.

Kicillof había quedado en el centro de las miradas luego del acto en la Casa de Gobierno, luego de la sugerencia que le hizo a Guzmán para replantear la estrategia de negociación con el Fondo Monetario.

Fuera de ese ámbito, y probablemente consciente de la fuerza de sus palabras en aquel acto oficial, el gobernador de la provincia de Buenos Aires salió a poner paños fríos en distintos contactos oficiales que mantuvo justo antes del último fin de semana.

La idea central es evitar retrasos en los pagos, que provoquen más tensiones y volatilidad en el mercado cambiario

Fuentes de la Casa Rosada aseguraron a iProfesional que no habrá un retraso en los pagos de los próximos compromisos, y mucho menos un default.

En las últimas horas, el propio Presidente sumó presión a las negociaciones. «Lo que intenta hacer el Fondo Monetario, una vez más, es imponernos un programa y ahí no estamos de acuerdo», enfatizó en declaraciones radiales. «Argentina está absolutamente impedida de afrontar ese pago. Nadie piensa seriamente en el mundo que Argentina puede pagar, entre capital e intereses, 19.000 millones de dólares este año», afirmó.

Incluso fue más allá en sus críticas, e involucró a los Estados Unidos. «Hasta acá no tuvo una posición clara sobre el programa argentino porque el programa no fue puesto a consideración del Directorio en su plenitud».

«Lo que sí sé es que el préstamo que le dieron a la Argentina fue político y que tuvo como único propósito sostener a Macri», remató.

El Gobierno quiere, eso sí, que el anuncio del acuerdo sea acompañado de alguna «buena noticia» para el país. Caída la posibilidad de extender el refinanciamiento más allá de los diez años -como había reclamado Cristina Kirchner- y prácticamente sin chances de que los sobrecargos de las tasas de interés que paga la Argentina se alivien en el corto plazo, el Gobierno quiere una señal a favor.

En concreto, Guzmán quiere que se haga oficial el reintegro de los u$s4.400 millones que el Gobierno le terminará pagando estos últimos meses al FMI.

Se trata de un «beneficio» que el propio ministro de Economía viene negociando desde el inicio, pero que ahora se ha vuelto imprescindible dadas las bajas de las anteriores pretensiones que quedaron en el camino, al menos por ahora.

La obsesión del ministro es que el carril de la economía real se mantenga bajo una dinámica virtuosa -de crecimiento-, y por eso objeta una contracción más fuerte del déficit fiscal, que es lo que está reclamando el FMI.

Guzmán no mostró los números de esa diferencia pero, según pudo saber iProfesional, el FMI pretende que el rojo de las cuentas públicas sea de 2,3% del PIB el próximo año; un punto por debajo de lo que escribió el ministro en su propuesta.

Los mercados, al ritmo de las demoras del acuerdo

Las idas y vueltas con el FMI extendieron la racha negativa en los precios de los activos financieros argentinos. Los bonos de la deuda, que acumularon bajas de hasta 8% en el inicio de este año, perdieron hasta 3,7% en la tarde del lunes. Y el índice de «riesgo paìs» volvió a elevarse, esta vez 17 puntos, hasta los 1.819. El máximo valor desde el 1° de diciembre último, cuando parecía cercano el acuerdo con Washington.

«Hay que separar el carril de la economía real del carril de la economía financiera. La foto de la economía real es de claro y fuerte progreso», suele repetir Guzmán. La última vez, a fin de año, en el reportaje concedido al diario El País, de España.

La pregunta, obvia, es si el ciclo positivo tras lo peor de la pandemia -con recuperación del nivel de empleo y de los salarios- puede sostenerse sin un encauzamiento del escenario financiero.

La respuesta es que difícilmente eso sea sostenible.

Fuentes de la Casa Rosada aseguraron aue no habrá un retraso en los pagos de los próximos compromisos

La otra cuestión -que no tiene respuesta oficial- refiere a si fue el Fondo el que cambió su posición durante la negociación del último año. Y que, por lo tanto, ahora se muestre más rígido en su postura en relación a lo que mostró durante el peor momento de la pandemia. Y que, en definitiva, éste sea uno de los elementos a tener en cuenta a la hora de explicar la falta de acuerdo a esta altura de 2022.

Héctor Torres, ex director en el organismo y conocedor de los movimientos en Washington, descarta esa posibilidad. «El FMI está más flexible hoy del que yo mismo conocí», dice.

E incluso plantea una cuestión que ha quedado de lado en el debate público: Torres cree que Alberto Fernández debió tomar el crédito por u$s13.000 millones que el Fondo le había aprobado a la Argentina, y que nunca fue desembolsado. «Los problemas de la deuda se solucionan con deuda», afirma.

En su momento, el actual Gobierno descartó esa posibilidad ya que había ganado las elecciones siendo muy crítico del préstamo que el FMI le había concedido a la administración macrista.

«Terminamos negociando con la lengua afuera: casi sin reservas y con los vencimientos encima», grafica Torres, un crítico de la forma en que el organismo concedió este último préstamo al gobierno de Mauricio Macri.

Sea como fuere, lo concreto ahora es que el Gobierno tiene la obligación de cambiar de página, sin que ello signifique un agravamiento de la crisis.

El economista Emmanuel Álvarez Agis se mete en la discusión sobre cómo debería ser ese acuerdo. En su último reporte a clientes suscribió: «La única forma de resolver de manera sostenible la discusión con el FMI es que el organismo aumente sus exposición a la Argentina, es decir, provea al país con financiamiento neto positivo que acompañe y apuntale, con dólares frescos, la convergencia fiscal. Si esta voluntad no existe, tanto por parte del FMI como por parte del gobierno, que en más de una oportunidad declaró que no quería aumentar su endeudamiento con el FMI, el acuerdo al que se arribe (si ese fuera el caso) adolece de una inconsistencia estructural: faltan dólares, y seguirán faltando».

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