De exportadores a importadores: la novela del gasoducto que nunca terminó

De exportadores a importadores: la novela del gasoducto que nunca terminó

Redacción Perico Noticias // Hace solo unos meses, desde el gobierno celebraban con bombos y platillos lo que llamaron un “hito histórico”: Argentina exportando gas a Brasil gracias a Vaca Muerta, el yacimiento estrella del país. Pero la realidad, como tantas veces, resultó ser otra. Hoy, en un giro que pocos esperaban, estamos importando gas desde Chile y Bolivia, mientras nuestro famoso gasoducto Norte, esa “gran obra” que prometía revolucionar el mercado energético, sigue siendo un proyecto a medio hacer.

Exportadores por un día, importadores por necesidad

Lo primero que llama la atención en esta historia es que Chile no produce gas. Sí, leíste bien: importamos gas de un país que, a su vez, lo importa de terceros. Si eso no suena suficientemente absurdo, el gas boliviano, aunque más cercano, llega con un precio altísimo. ¿Cómo llegamos a esto? La respuesta está en la incapacidad para aprovechar el potencial de Vaca Muerta y en la fallida ejecución de infraestructura clave como la reversión del gasoducto Norte.

Mientras tanto, el gasoducto Néstor Kirchner, diseñado para transportar gas desde Vaca Muerta, opera con un tercio de su capacidad ociosa. Es decir, tenemos el gas, tenemos la demanda, pero no tenemos cómo conectarlos de manera eficiente. Es como tener un auto último modelo en el garaje pero no tener combustible para arrancarlo.

El gasoducto Norte: una obra que no arrancó

La reversión del gasoducto Norte fue presentada como la gran solución para transportar gas desde el sur hacia el norte del país. Sin embargo, esta obra, que se suponía que iba a marcar un antes y un después en la matriz energética, nunca se terminó. En cambio, lo que sí tenemos es una dependencia cada vez mayor de importaciones que encarecen el costo energético para los argentinos y ponen en jaque la competitividad de nuestras industrias.

Lo más preocupante es que esta obra incompleta no es solo un fracaso técnico, sino también una muestra de una gestión opaca. ¿Por qué seguimos importando gas a precios exorbitantes cuando podríamos estar exportando? ¿Qué intereses están detrás de estas decisiones que van en contra de los recursos y capacidades del país?

El costo de no planificar

La falta de planificación energética no solo afecta al bolsillo de los argentinos, sino también a la reputación del país como un proveedor confiable de energía. En lugar de consolidarnos como líderes regionales en la exportación de gas, estamos hipotecando nuestro futuro energético en acuerdos poco claros que benefician a otros países más que a nosotros mismos.

Además, este descalabro no solo impacta en las exportaciones. La demanda interna tampoco está siendo atendida de manera eficiente, y la incertidumbre sobre los precios y la disponibilidad de gas afecta a las familias y a las pequeñas empresas que dependen de este recurso para sobrevivir.

¿Hacia dónde vamos?

La paradoja del gasoducto Norte y la situación actual del sector energético en Argentina reflejan un problema más profundo: la incapacidad de transformar recursos en beneficios reales para el país. Tenemos el gas, tenemos el talento técnico, pero seguimos tropezando con las mismas piedras de la burocracia, la improvisación y la falta de visión a largo plazo.

Es hora de repensar nuestra política energética y priorizar inversiones que realmente transformen el potencial de Vaca Muerta en desarrollo para todos los argentinos. Si seguimos por este camino, corremos el riesgo de desperdiciar una oportunidad histórica que podría posicionar al país como un jugador clave en el mercado energético global.

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