Cómo la intervención directa de Washington achica a LLA y acelera el “plan B” de Provincias Unidas
Por Perico Noticias
Desde estas páginas venimos advirtiendo hace meses que la contracción de La Libertad Avanza no es un accidente de encuestas sino la consecuencia lógica de un programa económico inviable: atraso cambiario como método electoral, licuación salarial, bicicleta con deuda y superávit contable sostenido por recortes indiscriminados. Faltaba la confirmación pública de quién mueve hoy la perilla: llegó de boca de Donald Trump.
1) El “rescate” que desnudó la tutela
La compra de pesos por parte del Tesoro de EE.UU. y el swap de USD 20.000 millones no “normalizan” la economía: la intervienen. Si el plan funcionara, no haría falta pedir balas de fogueo para cruzar la campaña. El mensaje que escuchó todo el país fue crudísimo: “Si Milei pierde, no hay salvataje”. Es decir, la ayuda está atada al resultado electoral, no a un programa sustentable. En la Argentina esa frase activa anticuerpos históricos: nadie tolera el apriete colonial.
2) Efecto búmeran: la política y los mercados
Lo que pretendía ser un espaldarazo terminó como ruido de tutelaje. El día después de la conferencia, ADR y bonos cayeron: cuando el “respirador” depende de la voluntad de un tercero, la señal es de fragilidad, no de fortaleza. En política, el tiro también salió por la culata: se coagula el voto anti-apriete y crece el corte de boleta en territorios donde LLA ya venía cediendo terreno.
3) El operativo reemplazo ya empezó
La misma confesión que condiciona el “rescate” habilita el plan B: si Milei no llega entero al 26, el tablero busca un gestor confiable. En esa grilla aparece el bloque de gobernadores de Provincias Unidas, interlocutores de Washington para garantizar continuidad del ajuste sin el costo reputacional del libertario. Traducido: política de manual—cambiar el fusible, sostener la caja.
4) El límite moral y la matemática social
En la vereda de enfrente está la vida real: 9 de cada 10 hogares endeudados, comercios pymes con ventas en rojo, clases medias desfondadas, obra pública paralizada. La gente no vota swaps; vota su heladera. Y cuando un líder extranjero sugiere que la ayuda depende de que gane tu presidente, se convierte en tu mejor jefe de campaña… del otro lado.
5) El error estratégico de LLA
- Confundió estabilización con marketing: el “dólar planchado” a costa de salarios es una calma prestada.
- Subestimó la dignidad: el condicionamiento externo, dicho así de frente, enciende el orgullo nacional.
- Tercerizó el liderazgo: cuando la voz que ordena no es la del presidente argentino, la autoridad se desangra.
6) ¿Qué viene? Tres escenarios probables
- Plebiscito soberano el 26/10: la sociedad castiga el apriete y achica a LLA.
- Convergencia de “moderados”: Provincias Unidas busca administrar la misma receta con mejor modales.
- Reconfiguración del Congreso: más músculo opositor, menos margen para DNU y motosierra.
7) Peronismo: la potencia inextinguible
Cada vez que la Argentina fue empujada a la tutela externa, el peronismo creció: porque su ADN es soberano y su contrato es producción, empleo y movilidad social. No es romanticismo: es memoria de resultados. La coyuntura abre una ventana programática y ética: recomponer ingresos, reordenar precios relativos sin devastar, activar cadenas regionales y financiar inversión con dólares de exportación—no con deuda política.
Trump creyó que sumaba. Terminó blanqueando la dependencia y fugando votos de LLA. Si además se cocina un reemplazo con Provincias Unidas, quedará claro que el problema no es el nombre propio, sino la receta. En esa encrucijada, el peronismo—amplio, productivo y moderno—tiene la responsabilidad de ofrecer salida: soberanía con estabilidad, salario con inversión y un Estado que coordine en vez de arrodillarse.