“Del rugido al susurro: el experimento libertario se apaga en Argentina y deja tras de sí una nación herida”

“Del rugido al susurro: el experimento libertario se apaga en Argentina y deja tras de sí una nación herida”

¿Qué es lo que más te preocupa hoy en Jujuy?

La ola libertaria que prometía arrasar con la decadencia política argentina, liberar al pueblo de la opresión estatal y ordenar la economía con mano de hierro, hoy empieza a desmoronarse al ritmo de la realidad. Lo que comenzó como un fenómeno emocional, disruptivo y con toques mesiánicos, hoy enfrenta su hora más amarga: el pueblo está despertando del espejismo y lo que encuentra es hambre, miedo e incertidumbre.

La última encuesta de la Universidad de San Andrés no deja lugar a dudas: el 61% de los argentinos está insatisfecho con la gestión de Javier Milei, mientras solo el 36% expresa alguna conformidad. El desgaste, en apenas tres meses de gobierno, es tan acelerado como inédito. Y no se trata de una campaña de prensa: es la vida real la que se impone sobre el relato libertario.

En Jujuy, la decepción se palpa en las calles. En Perico, donde muchos jóvenes vieron en el “león” una alternativa al viejo orden, hoy reina el desengaño. Comerciantes asfixiados, trabajadores informales al borde del colapso, familias que vuelven a prender las velas por los cortes y a dejar de comprar carne porque la góndola ya es inaccesible. El romanticismo de la motosierra terminó cuando la sierra alcanzó los platos de comida.

La inflación, que el presidente juró destruir, no solo no cedió, sino que aceleró. En febrero, el índice de precios mayoristas trepó más de un 54%, y marzo amenaza con otro golpe letal al bolsillo. La salud pública cruje, la educación se desangra y el empleo formal se achica. El plan de ajuste ortodoxo ha empobrecido aún más a los sectores ya castigados, mientras los sectores concentrados celebran la “libertad de mercado” desde sus oficinas en Puerto Madero.

Y como si eso fuera poco, la inseguridad se disparó, especialmente en las provincias del norte. Jujuy no escapa a la tendencia: más robos, más violencia, más miedo, alimentados por un cóctel explosivo de desesperación social y desprotección estatal. La supuesta salida del “Estado inútil” dejó a miles de ciudadanos huérfanos ante el crimen, sin respuesta, sin contención, sin presencia.

Lo más dramático es que la narrativa libertaria sigue aferrada a su burbuja ideológica. Mientras el país cruje, el presidente responde desde redes sociales, encapsulado en un personaje que ya no genera mística sino rechazo. El pueblo esperaba un cambio, pero recibió una demolición. Una cosa es ajustar privilegios, otra es desguazar derechos. La diferencia es abismal, y la Argentina ya lo entendió.

En Perico, muchos de quienes votaron con fe, hoy caminan cabizbajos. La promesa de una nueva Argentina se convirtió en un déjà vu de recetas fallidas, de tecnocracia sin corazón, de soberbia sin gestión. La “primavera libertaria” fue apenas eso: una estación fugaz, sin raíces, sin pueblo.

El gobierno de Milei avanza hacia un punto de no retorno. Si no rectifica, si no escucha, si no gobierna con empatía, la derrota no será solo electoral: será histórica. Y entonces, no quedará más que reconstruir desde las cenizas, como tantas veces en esta tierra herida.

Pero hay algo que el poder nunca puede calcular del todo: la capacidad del pueblo argentino para renacer. Hoy, entre la bronca y la tristeza, empieza a asomar una nueva conciencia. Y cuando el pueblo se organiza, ni el ajuste más feroz puede con él.

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