Ayer fue el Día de la Industria. En el Norte Grande no hubo motivo para festejar: hubo silencio de galpones, líneas apagadas y trabajadores con turno recortado. La foto productiva de junio es brutal y no admite maquillaje: metalmecánica -23,6%, automotriz -19,9%, metálicas básicas -20,6%, minerales no metálicos -25,9%, caucho y plástico -24,7%, textil -21,7%, tabaco -29,2%, alimentos y bebidas -2,3%; sólo la refinación de petróleo araña un +0,7%. Son datos de CEPA en base a INDEC: no es relato, son máquinas que dejaron de girar.
El NOA sufre el doble. Cuando la macro se maneja a volantazos —dólar contenido a los golpes, tasas que se disparan, paritarias pisadas, caída del poder de compra— el interior profundo paga la cuenta con fletes más caros, insumos importados que se encarecen, ventas en picada y crédito inaccesible. Cada punto de caída es una pyme que se apaga en Perico, Palpalá, Güemes o Monteros; es un aprendiz que no entra al taller, una proveeduría que no vende, un camión que no carga.
Nos dijeron que “el mercado solo” ordenaba todo. Resultado: 1.482 fábricas menos y decenas de miles de empleos industriales perdidos a nivel país en pocos meses. Con dólar barato para importar y tasas imposibles para producir, se premia la timba y se castiga la inversión. La macro que celebra la City es la misma que vacia los parques industriales de Salta y Jujuy, paraliza ladrilleras, carpinterías metálicas, curtiembres, textiles, papeleras y alimenticias. El interior no necesita discursos; necesita volumen, previsibilidad y demanda.
El Norte tiene con qué. Azúcar, tabaco, cítricos, minería (litio), metalmecánica para agro, alimentos y bebidas, textil, calzado, cerámica y construcción: los cimientos están. Pero sin una estrategia federal el NOA seguirá vendiendo materias primas y comprando valor agregado. La salida es conocida y posible: financiamiento productivo a tasa razonable, reglas cambiarias que premien exportar y sustituyan importaciones, compre provincial y nacional inteligente, energía y logística a precio industrial, programas de primer empleo y formación 4.0 para nuestros jóvenes, y un fuerte puente universidad–empresa.
También se necesita paritarias libres y una macro que no ahogue a la demanda. Sin salario no hay mercado y sin mercado no hay industria. El ajuste lineal mata pymes; la inversión y la estabilidad las hacen crecer. Si el Estado quiere menos pobreza, debe querer más fábricas y mejores sueldos en San Pedro, Libertador, Perico, Palpalá y toda la región.
El NOA no pide privilegios; exige reglas parejas. Cada dólar que se “quema” para contener la cotización es un dólar que no financia una planta de empaque, no compra una extrusora, no equipa un laboratorio. El Norte no puede seguir atado a decisiones porteñas que cambian de humor según la encuesta del día. Federalismo es producir donde están los recursos y la gente.
Ayer no hubo brindis. Hubo una decisión: no resignarnos al país almacén. Reindustrializar el NOA es política de Estado o no será. Con crédito, ciencia, energía competitiva y jóvenes al mando, el Norte Grande puede volver a encender las máquinas. La industria es trabajo y el trabajo es dignidad. Basta de “parches de mercado”: queremos futuro y lo vamos a fabricar acá.