Por Redacción Perico Noticias
«Comenzó la dictadura de Milei», sentenció Juan Grabois, y el temblor de esa frase recorrió no solo las entrañas del sistema político argentino, sino también las salas de redacción del mundo. Porque no es menor que, en la tierra que se autoproclamó “capital occidental de la libertad”, la líder histórica de la oposición, Cristina Fernández de Kirchner, haya sido condenada en tiempo récord y apartada de por vida de la arena electoral.
Así, Javier Milei entra oficialmente al club oscuro de los gobiernos que predican libertad pero practican proscripción, y en ese tránsito, su figura muta: del libertario provocador al autócrata funcional. Lo grave ya no es la contradicción, sino la peligrosidad del relato: en nombre del “fin de la casta” se construye un poder sin opositores legítimos, y el Estado se convierte en botín, no en garante de derechos.
En Jujuy, el espejo se quiebra: ¿Las fuerzas del cielo o la farsa del infierno?
Si en Nación Milei impone su matriz punitiva, en Jujuy el guion libertario se vuelve tragicómico. La provincia, que fue laboratorio del autoritarismo silencioso durante el mandato de Gerardo Morales —con represión a pueblos originarios, detenciones arbitrarias y causas armadas— ahora ve cómo La Libertad Avanza desembarca vestida de casta reciclada.
Los nuevos «verdugos del Estado» en realidad fueron parte de los banquetes del poder que critican. Muchos de los actuales referentes de LLA fueron candidatos de La Cámpora, funcionarios peronistas o entusiastas kirchneristas hasta hace cinco minutos. Entonces, ¿llegaron las fuerzas del cielo o solo se turnan los bufones de palacio?
¿Justicia para la casta o justicia para el pueblo?
En Jujuy se aguardan definiciones sobre la mega causa de corrupción estructural, y el fallo sobre CFK marca un precedente. La pregunta es directa: ¿la justicia jujeña aplicará el mismo bisturí quirúrgico para fallar contra las redes de saqueo institucional local? ¿O la vara de la justicia seguirá siendo elástica según el viento político?
Mientras tanto, los legisladores libertarios —autoproclamados cruzados contra la decadencia— se atragantan con sus propias contradicciones. Deberían demoler privilegios, pero callan cuando la clase política que criticaban les paga sueldos, les cede oficinas y les asegura bancas.
De revolucionarios a burócratas del poder
A los ojos del pueblo jujeño, la revolución liberal empieza a parecer una coreografía gastada. No hay épica de transformación cuando los nuevos rostros tienen el olor rancio del archivo, de la foto con Cristina, del spot con Gioja o del acto con Milagro Sala.
El libreto libertario exigía coherencia ideológica, pero lo que llegó a la Legislatura es un collage de conveniencias, con personajes reciclados que ahora deben aplicar políticas que juraban combatir.
¿Hasta cuándo serán útiles a los intereses populares? ¿Hasta cuándo resistirá el relato sin cuerpo ni pueblo?
La paradoja del libertario que proscribe
Si Milei encarna una dictadura que detona desde la legalidad —como dice Grabois—, entonces el peligro ya no es solo político, es cultural. Porque la gente creyó que votar era elegir, pero hoy se topa con un régimen que encarcela, borra o silencia a todo el que no se arrodille.
Y en ese juego de espejos, lo que ocurre en Nación tiene su reflejo grotesco en Jujuy, donde los que decían luchar contra la casta son la casta mutada, travestida, servicial.
El cielo se rompió: la política está en llamas
¿Parió el cielo una dictadura? ¿Llegaron los libertarios para ejecutar políticas liberales o para garantizar impunidad a nuevos aliados? ¿En qué momento el discurso de libertad se volvió justificación para proscribir al otro, al que piensa distinto, al que incomoda?
Mientras Milei intenta refundar la república sin Congreso ni oposición, Jujuy asiste al show de la contradicción institucional. Y el pueblo, en su sabiduría, ya empieza a distinguir entre relato y realidad.