Editorial | Jujuy, la rebelión silenciosa del ausentismo: cuando la política ya no alcanza

Editorial | Jujuy, la rebelión silenciosa del ausentismo: cuando la política ya no alcanza

El 11 de mayo, Jujuy votará. O no. Porque lo que se cocina en la provincia no es una elección como tantas otras. No se trata solo de bancas, de nombres o de siglas. Se trata de un fenómeno político mucho más inquietante: la erosión terminal del sistema de representación tal como lo conocemos. Según los últimos datos de la consultora PN 2.0, el ausentismo electoral rondaría el 45%. Un rugido mudo. Una abstención masiva que, lejos de ser una casualidad, se perfila como el verdadero protagonista de estos comicios.

Cuando casi la mitad del padrón decide no participar, no estamos frente a una apatía pasajera, sino ante una desafección estructural. Lo más perturbador no es que la gente no vote, sino que ya no crea que votar importe. Esa es la fractura mayor. La que ninguna campaña parece poder suturar.

La victoria que sabe a derrota

La Libertad Avanza aparece en las encuestas como la fuerza más votada con un 26%, seguida por Jujuy Crece (UCR y colectoras) con 24%. La izquierda del FIT retiene un 15%, mostrando su capacidad de sostener voto duro. El resto, entre blancos y otros espacios, completa un escenario fragmentado. Pero todo esto ocurre dentro del universo de votos emitidos. Si consideramos el total del padrón, esos porcentajes se derrumban. Los números crudos revelan una verdad incómoda: ningún sector representa hoy a más de una cuarta parte del electorado total.

Así, gane quien gane, lo hará con legitimidad menguada. No habrá euforia, ni mandatos sólidos, ni capital simbólico. Solo una victoria pírrica, sostenida por la abstención. El oficialismo, lejos de salir fortalecido, entrará en la semana posterior a la elección con el boleto picado para 2027. La gobernabilidad se volverá frágil. La Cámara Legislativa, deslegitimada. Y el gobernador, una figura transicional en tiempo de descuento.

El peronismo como cadáver político

Para el peronismo jujeño, el escenario es devastador. Con un 4% para el PJ oficial y otro 4% para el sector «Somos Más», su disgregación se vuelve inocultable. Incapaz de capitalizar el rechazo a la casta, el peronismo queda atrapado en una paradoja: ni logra replicar la polarización nacional que tanto teme, ni puede reinventarse. Si no aparece una reacción rápida, el domingo puede sellar la muerte política del peronismo provincial. Una muerte sin épica, sin duelo, sin siquiera enemigos que lo hayan vencido. Solo indiferencia.

La izquierda, la persistencia en soledad

En este desierto de legitimidad, la izquierda que lidera Vilca mantiene una coherencia que la honra. No pacta, no se diluye, no claudica. Pero también corre el riesgo de convertirse en un fósil opositor: firme en sus principios, pero alejado de las mayorías. Si bien podría conservar bancas, lo hará en un paisaje donde nadie gana realmente, ni siquiera quien resiste.

La política como instrumento agotado

Lo que emerge de este proceso no es solo una crisis de partidos. Es una crisis civilizatoria de la política. Cada vez más jujeños perciben que sus vidas, sus angustias, sus desafíos cotidianos, no encuentran eco en las estructuras tradicionales. La política ya no organiza los sueños colectivos. No ofrece horizonte. No moviliza.

Este vacío no será llenado automáticamente por nuevas figuras o partidos. Puede ser ocupado por la antipolítica, por la anomia, por el repliegue individualista. O tal vez, solo tal vez, por una reinvención más profunda: la búsqueda de nuevas formas de acción colectiva, más horizontales, más tecnológicas, más vinculadas a la gestión real que a la rosca simbólica.

¿Y ahora qué?

Este domingo no se define solo una correlación de fuerzas en Jujuy. Se define algo mucho más profundo: el lugar que la sociedad está dispuesta a seguir otorgando a la política como herramienta de transformación. Y la respuesta, por ahora, es desconcertante: ninguno.

Mientras tanto, los partidos compiten por porcentajes dentro de una pecera cada vez más vacía. Siguen jugando el juego de siempre, sin notar que la tribuna está vacía y que el público se fue a casa. El lunes 13 de mayo, más que bancas, más que cargos, lo que estará en disputa será la credibilidad del sistema político jujeño en su conjunto.

La política, para seguir existiendo, deberá aprender a escuchar ese silencio ensordecedor. Porque cuando la mitad de la ciudadanía se ausenta, no es la gente la que abandona a la política. Es la política la que ha dejado de merecer a su gente.

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