Mientras la superpotencia mundial intenta sostener una imagen de poderío, los cimientos de Estados Unidos tiemblan con la furia de una tormenta perfecta: protestas masivas, tensión militar, disenso partidario y una amenaza exterior que podría escalar en cualquier momento. El imperio, tal como lo conocíamos, parece oscilar entre el desmoronamiento interno y la provocación global.
Protestas, militarización y un desfile en llamas
Con más de 1.800 manifestaciones programadas para este fin de semana —la mayoría convocadas por movimientos antifascistas, sindicatos y estudiantes—, la calle vuelve a ser escenario de disputa. En el corazón de Nueva York, los primeros arrestos ya ocurrieron antes del amanecer. Mientras tanto, Texas declaró estado de alerta y movilizó a la Guardia Nacional. Todo esto, en simultáneo con un desfile militar organizado por la administración de Donald Trump, una peligrosa mecha que amenaza con incendiar la convivencia democrática.
La militarización de los espacios públicos se profundizó con el envío de tropas a California sin autorización estatal, lo que desató una oleada de demandas judiciales. Las grietas institucionales se hacen visibles. Gobernadores, alcaldes, congresistas e incluso referentes del Partido Republicano comienzan a marcar distancia con Trump, cuya figura se tambalea, no solo ante la justicia, sino también ante una ciudadanía harta de autoritarismo, desigualdad y polarización.
Irán, el otro frente: ¿una guerra en ciernes?
Desde Medio Oriente, los vientos no son menos tormentosos. Tras una alerta de Israel, EE.UU. inició la evacuación de embajadas y bases militares en la región del Golfo. Las tensiones con Irán se dispararon luego de que Teherán advirtiera que responderá “de forma directa” contra los intereses militares estadounidenses si es atacado.
Con las negociaciones nucleares estancadas, el ajedrez geopolítico se calienta. El Reino Unido advirtió sobre posibles ataques al transporte marítimo, una declaración que no se toma a la ligera en los pasillos del Pentágono. ¿Está EE.UU. realmente preparado para una guerra abierta en el Golfo mientras se descompone por dentro?
Elon Musk, arrepentido y silencioso
En este cóctel de incertidumbre, Elon Musk reaparece como síntoma de una era que ya no distingue tecnócratas de políticos. Tras meses de apoyo velado a Trump, el CEO de Tesla y X reconoció públicamente que “se arrepiente” de su cercanía con el expresidente. Sus palabras bastaron para que las acciones de Tesla subieran, en lo que algunos interpretan como una señal de esperanza del capital por una nueva era post-trumpista.
Un imperio fatigado y dividido
La escena no puede ser más simbólica: un desfile militar frente a miles de manifestantes, un presidente que desafía la Constitución, una oposición que no encuentra rumbo, y una amenaza exterior que podría terminar de derribar el mito de invulnerabilidad. El sueño americano se transforma cada vez más en una pesadilla global.
La pregunta ya no es si Estados Unidos podrá sostener su liderazgo, sino cuánto más resistirá antes de estallar en mil piezas. La decadencia de los imperios nunca es inmediata, pero deja marcas visibles, y hoy, EE.UU. está escribiendo una de las páginas más oscuras de su historia.