El apoyo a Dilma Rousseff sigue en mínimos

 El apoyo a Dilma Rousseff sigue en mínimos

Brasilia (EFE).- Los dos partidos laboristas de Brasil abandonaron ayer la coalición que apoya a Dilma Rousseff en el Congreso y un sondeo ratificó que el respaldo a la gobernante ha caído al 8 %, lo que atiza aún más una crisis política agudizada por la corrupción en Petrobras.

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La decisión anunciada por el Partido Laborista Brasileño (PTB) y el Partido Democrático Laborista (PDT) se limita por ahora a los grupos de ambas formaciones en la Cámara de Diputados y se desconoce si la seguirán sus representantes en el Senado.

La cámara de Diputados de Brasil analiza 13 solicitudes de juicio de destitución contra la presidenta Dilma Rousseff, que se suman a otras cuatro ya rechazadas este año, informó a la AFP el órgano legislativo.

La mandataria fue blanco de siete pedidos similares en 2014, presentados por legisladores, representantes de la sociedad civil o ciudadanos de a pie. Todos fueron descartados.

Para que un «impeachment» sea viable debe sortear un análisis técnico antes de pasar a nivel de comisiones y luego, eventualmente, sólo puede ser aprobado por una mayoría especial de dos tercios de los 513 diputados. En caso de atravesar esas instancias, llega al Senado, que se constituye en tribunal.

De la variedad de acusaciones, la mayor amenaza que enfrenta es una investigación basada en documentos del Tribunal de Cuentas que busca determinar si el gobierno utilizó recursos de la banca pública para pagar programas sociales, algo prohibido por la ley de Responsabilidad Fiscal.

El gobierno sostiene que esa práctica ha sido común en otras administraciones, pero el proceso en su contra tiene el apoyo de varios partidos de la oposición, que sospechan que las cuentas públicas fueron maquilladas.

Y por detrás está además la sombra del poderoso presidente de la cámara baja,Eduardo Cunha, en guerra abierta contra Rousseff.

Cunha, un legislador ligado a la Iglesia evangélica, saltó de la alianza gobernante a un rol de opositor y está empujando una agenda parlamentaria que ha llenado de derrotas al gobierno desde que asumió el cargo en 2015.

«La relevancia de ese hecho por sí solo, desde el punto de vista político no parecería suficiente para justificar un proceso de este tipo en el Congreso. Pero eso sería en condiciones normales. Hoy hay una crisis política instalada entre el poder ejecutivo y el legislativo que se materializa en las posiciones del presidente de la cámara de los Diputados, hay una pérdida de popularidad muy grande de la presidenta Rousseff (…) y eso crea un ambiente de mayor sensibilidad en el Congreso», dijo Luiz Alberto dos Santos, consultor legislativo del Senado.

«No voy a caer», advirtió el mes pasado Rousseff, cuya popularidad en 8% es la menor para un jefe de Estado desde el retorno de la democracia hace tres décadas.

Hasta el momento, Brasil solo tuvo un juicio de «impeachment» contra el expresidente Fernando Collor de Mello (1990-92), quien renunció antes de que se concretara la votación sobre su destitución.

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