“El campo avisa: Si siguen así, se van a quedar secos”

Cuando el grito llega desde la raíz: el agro ya no calla

Durante décadas, el campo fue catalogado como «la patria productiva», un sector que sostiene las exportaciones, el ingreso de divisas y el abastecimiento alimentario nacional. Desde la asunción de Javier Milei, el agro no solo apoyó con votos: también fiscalizó, defendió y confió. Pero esa confianza se está resquebrajando. Un mensaje directo, escrito por una productora que «militó y fiscalizó las tres elecciones» del oficialismo, resume el nuevo clima: “No me banco el relato”. El campo ya no tolera la distancia entre promesas y hechos, entre la palabra presidencial y la presión fiscal concreta. Y cuando el campo se impacienta, la economía argentina tiembla.

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Del apoyo incondicional al aviso urgente

Las bases agropecuarias no están en rebeldía, están en advertencia. Y esa advertencia es potente: si el gobierno no escucha, el flujo de dólares se corta. El agro no pide subsidios, pide coherencia. “No somos perros”, dice la productora en su video viral. Piden respeto. Piden reglas de juego claras. Y sobre todo, piden que el Estado no siga sangrando a los productores cuando ellos son quienes sostienen la balanza comercial. El restablecimiento de retenciones a la soja —luego de haberlas reducido— no solo es un error económico, es una traición simbólica a quienes pusieron el cuerpo para sostener este experimento libertario.

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Una señal mal leída puede costar miles de millones

Lo que se discute no son 28 dólares por tonelada, como señalaron los referentes del sector: se discute la señal. ¿Quién invierte, arriesga, produce si no sabe qué va a hacer el Estado dentro de tres meses? El campo no vive del día a día. Piensa campañas, rotaciones, compras de maquinaria, decisiones estratégicas. Si se percibe desconfianza o trampa, no hay venta. Y si no hay venta, no hay liquidación. El mercado ya lo entiende: noviembre aparece como refugio. El resultado es previsible: el gobierno podría quedarse sin oferta de dólares en plena segunda mitad del año.

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Cuando el campo avisa, la política debería escuchar

“No te la lleves toda para la Casa Rosada, dejala en el pueblo”. Es la frase de los jóvenes del agro que fueron libertarios en primera vuelta, y hoy ven que el ajuste fiscal no está mejorando sus vidas. Si las políticas nacionales sólo sirven para acumular poder central sin derramar desarrollo regional, la ruptura es inevitable. Los pueblos del interior necesitan que la renta quede en sus territorios. Necesitan caminos, conectividad, financiamiento, previsibilidad. El malestar no es ideológico: es territorial. Y si Milei no entiende eso, su base rural puede convertirse en su principal frente de conflicto.

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¿Se repite la historia? El fantasma del 2008 vuelve a merodear

En el recuerdo colectivo del campo aún late la crisis de la Resolución 125. En 2008, la soberbia de un gobierno que subestimó al interior productivo terminó generando una crisis política de magnitud. Hoy, el contexto es distinto, pero el riesgo es el mismo: subestimar el malestar rural, minimizar las advertencias, desatender los reclamos, puede dejar al gobierno “seco”, no solo de dólares, sino también de apoyo político real. Y esta vez, los que se enojan no son opositores: son libertarios de primera hora.

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El grito federal desde el fondo de la tierra

Argentina necesita cada dólar. Pero sobre todo necesita cada productor. Porque ellos no solo generan divisas: sostienen pueblos, cadenas de valor, empleo, consumo. El ajuste no puede caer sobre los mismos de siempre. Si Milei piensa que puede gobernar a gritos, debería recordar que hay sectores que trabajan en silencio, pero cuando hablan, hacen temblar la tierra. El campo está diciendo basta. Y esta vez, lo hace con firmeza, con dolor y con dignidad.