Redacción Perico Noticias // La reciente noticia sobre la crisis financiera de gigantes del agro como Los Grobo, Agrofina y SanCor deja en evidencia un escenario alarmante: ni siquiera las corporaciones más poderosas logran sostenerse en un contexto de creciente fragilidad económica. A pesar de la eliminación de retenciones a la exportación y otras medidas que, en teoría, deberían haber revitalizado el sector, las empresas están pidiendo concursos preventivos o reestructuraciones de deuda. La pregunta es inevitable: si en la zona núcleo del país, con todo su acceso a tecnología de punta, financiamiento y mercados, el negocio está quebrado, ¿qué queda para los productores del tabaco y la caña de azúcar en Jujuy, donde la ecuación es aún más ajustada?
La paradoja del agro: cuando ni los grandes zafan
Desde diciembre, el Gobierno apostó a la eliminación de retenciones a las economías regionales y a la reducción en cultivos clave como el maíz y la soja. Sin embargo, el sector privado sigue acumulando deudas y las grandes empresas entran en crisis financiera. La idea de que bajar impuestos al agro automáticamente lo fortalecería quedó, al menos en el corto plazo, en entredicho. Lo que realmente se observa es un mercado con costos desbordados, tasas de interés impagables y una estructura financiera que ahoga tanto a los pequeños productores como a los grandes conglomerados.
En Jujuy, la realidad es aún más dura. La producción de tabaco y caña de azúcar es históricamente una de las más castigadas por los costos internos y la competencia desigual con productos importados o subsidiados en otros países. Si a los empresarios más poderosos del agro les resulta imposible sostenerse, los productores de nuestra región, que dependen de condiciones aún más adversas, están directamente al borde de la desaparición.
Economías regionales sin margen: el caso del tabaco y la caña de azúcar
A diferencia de la soja o el maíz, que pueden beneficiarse de mercados globales con cierta flexibilidad, la producción de tabaco y caña de azúcar en Jujuy se enfrenta a barreras históricas. La rentabilidad del sector está atada a variables fuera de su control: los costos de flete, la falta de infraestructura, la presión fiscal y la concentración del mercado en manos de pocos compradores que imponen precios bajos.
En el caso del tabaco, el monopolio de compra por parte de grandes firmas internacionales somete a los productores a márgenes de ganancia cada vez más reducidos. La falta de financiamiento accesible y las deudas acumuladas han llevado a muchos pequeños y medianos productores a abandonar la actividad. Mientras tanto, en la caña de azúcar, la situación es similar: la concentración de los ingenios y el encarecimiento de los insumos dejan a los productores en una posición de extrema vulnerabilidad.
La ecuación básica: sin productores, no hay industria
Lo que sucede en la zona núcleo es una señal de alerta para todo el país. Si las grandes empresas del agro están en crisis aun con menores retenciones, esto demuestra que el problema de fondo no se soluciona con simples reducciones impositivas, sino con una política que realmente fortalezca a los productores. La ecuación es clara: sin productores, no hay industria.
En Jujuy, el campo no necesita simplemente una quita de impuestos, sino un esquema de apoyo real: financiamiento accesible, regulación justa del mercado y políticas que protejan a los pequeños y medianos productores de la extorsión de los grandes compradores. De lo contrario, no solo desaparecerá la producción de tabaco y azúcar, sino que también se perderán miles de puestos de trabajo en toda la cadena productiva.
El dilema del futuro: quién se queda con la renta agraria
El caso de Los Grobo y otras empresas en crisis muestra que el modelo de concentración agroindustrial también tiene límites. Cuando el mercado se concentra demasiado, el margen de ganancia se achica incluso para los más grandes. En Jujuy, donde el margen ya es mínimo, la única manera de sostener la producción es asegurando que los beneficios de la eliminación de retenciones lleguen a quienes realmente generan la riqueza: los productores.
Si el esquema actual sigue beneficiando solo a los grandes intermediarios y no a quienes trabajan la tierra, el resultado es previsible: crisis, endeudamiento y, eventualmente, el vaciamiento de la producción agrícola en las economías regionales. El agro no solo necesita menos retenciones, sino también un modelo de distribución de ingresos que garantice su sostenibilidad.
La pregunta que debemos hacernos es si el gobierno nacional y los actores del mercado están dispuestos a dar ese paso o si, una vez más, el campo del interior profundo quedará a la deriva, mientras las grandes firmas intentan salvarse a costa de una estructura que ya no se sostiene.