El crimen económico contra el tabaco jujeño: especulación, burocracia y el saqueo de una industria clave

El crimen económico contra el tabaco jujeño: especulación, burocracia y el saqueo de una industria clave

El sector tabacalero de Jujuy está siendo víctima de una maniobra económica letal. Mientras la industria dilata la fijación del precio del tabaco, los productores quedan atrapados en un juego especulativo donde el atraso cambiario es la moneda de cambio. La estrategia es evidente: pagar en pesos cuando la devaluación les permita licuar costos, garantizando así mayor rentabilidad a costa del esfuerzo de los productores. La reciente eliminación de las retenciones, que eran un flujo de divisas, no se tradujo en un beneficio para los trabajadores del sector, sino en una oportunidad para que las tabacaleras extranjeras maximicen su rentabilidad. En este contexto, Jujuy, el corazón productivo de esta economía, se encuentra más expuesto que nunca a un deterioro profundo.

El gobierno provincial, lejos de defender a su principal actividad productiva, se ha convertido en un espectador de la debacle. La parsimonia y desidia de la burocracia local no solo son cómplices, sino que además actúan como un peso muerto que agrava la crisis. Mientras la competitividad internacional exige menor carga fiscal, en Jujuy el esquema impositivo se convierte en un lastre. Impuestazos arbitrarios engrosan arcas de dudosa transparencia y encarecen la producción, empujando a los productores a la asfixia financiera. La contradicción es feroz: en lugar de diseñar políticas de alivio para sostener el empleo y la exportación, el gobierno provincial se jacta de un Ministerio de Producción que en los hechos es un apéndice de la recaudación implacable.

El tabaco jujeño está en el ojo de la tormenta global de precios y regulaciones, pero la diferencia entre subsistir o quebrar radica en las decisiones de un Estado que debería protegerlo. Argentina, de por sí, es un país caro para producir; los costos logísticos y la presión fiscal lo convierten en un mercado de difícil acceso para la competitividad internacional. Pero si a ello se le suma una administración que no comprende ni la dinámica del comercio global ni la urgencia de sus productores, la ecuación se vuelve insostenible. La economía regional no puede sostenerse con discursos vacíos ni con políticas fiscales depredadoras.

Ricardo Arriazu, en su análisis sobre el desarrollo económico argentino, enfatiza que sin previsibilidad ni incentivos adecuados, el mercado colapsa bajo el peso de la incertidumbre. Su visión sobre el atraso cambiario y la distorsión de los costos internos se refleja con crudeza en el tabaco jujeño. Si el gobierno local no elimina la voracidad fiscal, el sector productivo estará condenado a la extinción. Y si la industria tabacalera continúa especulando con la depreciación del peso, la cadena de valor será el próximo eslabón en romperse.

Jujuy está siendo despojado de su recurso más valioso: su capacidad de generar riqueza genuina. Entre la especulación de las tabacaleras y la inacción del gobierno provincial, la economía tabacalera se debilita al punto del colapso. Pero si algo ha demostrado la historia del sector es su resiliencia. La unidad de los productores y la presión organizada serán clave para enfrentar a quienes han demostrado ser enemigos del desarrollo productivo. Porque si el gobierno provincial ha decidido rifar su economía, será el pueblo trabajador quien decida qué actores deben ser definitivamente dejados atrás.

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