“El dólar es dinamita: ¿podrá Milei llegar entero a septiembre?”

“El dólar es dinamita: ¿podrá Milei llegar entero a septiembre?”

La Argentina camina sobre un puente de pólvora. A cada paso, el dólar amenaza con explotar bajo los pies del gobierno nacional. “Les va a costar mucho llegar con este dólar a las elecciones”, advirtió Roberto Navarro con precisión quirúrgica. Y no es un presentimiento: es una advertencia estructural, visible en cada número que el equipo económico trata de ocultar con maquillaje y con deuda.

El plan Milei-Caputo está sostenido por una muralla de dólares artificiales que se desangra día tras día. El mercado de futuros es una hoguera donde el Banco Central arroja millones para detener lo inevitable: la estampida del tipo de cambio. La tasa de interés, mientras tanto, ya cruzó el umbral de lo ridículo y entró en zona usuraria, ofreciendo hasta 47% mensual a corto plazo. ¿Quién apuesta a que esta montaña rusa no descarrila antes de septiembre?

La elección del 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires será más que un acto institucional: será un referéndum económico anticipado. Si el oficialismo no logra mostrar fortaleza política, los mercados —siempre atentos y despiadados— no esperarán a octubre. Saltarán primero. Y con ellos, saltará el dólar, la inflación, el riesgo país y el escaso resto de estabilidad que el gobierno presume como mérito.

La verdadera trampa está a la vista: sin dólares de cosecha, sin confianza externa, sin gobernabilidad interna y con tasas que ya no entusiasman ni a los especuladores más audaces, el modelo se agrieta. La fiesta del superávit que no cuenta intereses ni gasto financiero terminó. El relato de la motosierra eficaz se estrella contra la falta de combustible: sin obra pública, sin medicamentos, sin Estado presente, ya no hay relato que alcance.

  “Que el pueblo trabaje más... mientras el poder descansa mejor”

El Norte Argentino, como siempre, será una de las víctimas más silenciosas de esta crisis de gabinete financiero. Provincias como Jujuy, con economías públicas atadas al envío de fondos nacionales, ya ven recortadas sus rutas, sus escuelas, sus hospitales y sus esperanzas. Mientras el gobierno nacional usa los pocos recursos para sostener un dólar ficticio, la Argentina real se cae a pedazos.

¿Quién paga esta bomba de tiempo? El pueblo. Los mismos que ven encuestas maquilladas circular por medios afines mientras la carne desaparece de la mesa, mientras los alquileres ya no se pueden pagar, mientras los jubilados caminan kilómetros para comprar medicamentos que el Estado les niega.

No es que el dólar se va a disparar si pierde Milei. Es que la bomba está activada desde que su modelo empezó a funcionar. El dólar quieto es hoy una mentira carísima. Cada centavo de estabilidad cuesta una fortuna impagable. Y esa bomba no espera resultados electorales: estallará cuando la última trampa del poder financiero ya no pueda sostenerse más.

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