El gobierno está desesperado: va por el monotributista para tapar el agujero de un modelo que no funciona.

El gobierno está desesperado: va por el monotributista para tapar el agujero de un modelo que no funciona.

Perico Noticias // Mientras vende “libertad” en cadenas de X y actos marketineros, el equipo económico de Luis Caputo y Federico Sturzenegger le pone la mira al eslabón más débil pero más cumplidor de la economía argentina: los monotributistas, los cuentapropistas, los profesionales, los microemprendedores, el kiosco, la feria, el oficio, el que factura a pulmón.

Hoy ya no es un rumor de pasillo: trascendió en reuniones con empresarios y fue publicado por medios nacionales que el Gobierno analiza eliminar el Monotributo y pasar a millones de contribuyentes al régimen de autónomos, con cuotas más altas y muchas más obligaciones formales.

En criollo: el Estado que Milei prometió achicar ahora se prepara para exprimir como nunca a la base fiscal más frágil de la Argentina.

Del “impuesto es robo” al sablazo fiscal

Javier Milei llegó a la Casa Rosada agitando billetes, gritando que “los impuestos son robo” y jurando que se cortaría un brazo antes de aumentarlos. Hoy, su Ministerio de Economía discute un paquete de “reforma tributaria” que no baja la presión sobre los grandes jugadores, pero sí:

  • Elimina el Monotributo, régimen creado justamente para facilitar que el pequeño contribuyente pueda estar en regla con un pago simple y relativamente accesible.
  • Obliga a millones a pasar a Autónomos, un sistema más caro, complejo y diseñado para otra escala de ingresos.
  • Sube fuerte las cuotas de autónomos: los borradores hablan de duplicar el piso de aportes y rediseñar rangos, lo que en la práctica implica más plata fija por mes sólo para no quedar afuera del sistema previsional.
  • Baja el mínimo de Ganancias: con la unificación del mínimo no imponible alrededor de $1,7 millones promedio mensuales en 2025, millones de trabajadores y profesionales de ingresos medios volverían a pagar Impuesto a las Ganancias.

Todo presentado con el mismo eslogan de siempre: “formalizar la economía”, “fortalecer el mercado de capitales”, “hacer sostenible el sistema previsional”. Palabras lindas para tapar un hecho brutal: el plan fiscal no cierra, la recaudación se cae y ahora quieren que lo pague el monotributista.

El blanco perfecto: la Argentina que labura sola

El Monotributo no es un privilegio; es la puerta de entrada mínima a la formalidad para más de 3 millones de contribuyentes, según datos de la propia prensa económica.

Hablamos de:

  • la diseñadora que factura por trabajo independiente,
  • el gasista que emite factura por cada arreglo,
  • la psicóloga que alquila consultorio por hora,
  • la docente que da clases particulares,
  • el programador freelance,
  • la señora que arma viandas y las vende con comprobante,
  • el pequeño comercio que apenas sostiene un empleado.

Es la Argentina que no evade, que se “blanqueó” para poder facturar, que paga todos los meses aunque venda menos, aunque el consumo se hunda, aunque la inflación comerse sus ingresos.

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Ahora el Gobierno propone romper ese puente simplificado, forzando a esa misma gente a entrar en un régimen de autónomos que:

  • exige más dinero fijo por mes,
  • demanda contador, liquidaciones, declaraciones complejas,
  • obliga a juntar y justificar gastos con una lógica diseñada para otra escala de facturación.

Lo que llaman “reforma” es, en realidad, una brutal transferencia de carga fiscal desde los sectores altos hacia los trabajadores independientes y la clase media baja y media típica.

El modelo Milei: recesión abajo, beneficios arriba

La foto macro es clara:

  • La economía no despega: el propio oficialismo admite recesión fuerte con inflación todavía alta, un cuadro clásico de estanflación.
  • El consumo, la industria y el comercio minorista están en caída, golpeando a pymes y negocios de barrio.
  • Los únicos sectores que muestran dinámica son minería, petróleo y agroexportación, intensivos en capital y poco intensivos en empleo.

Mientras tanto, el Gobierno:

  • Baja contribuciones patronales para nuevos empleos formales en ciertos esquemas, beneficiando a empleadores con rebajas en el costo laboral.
  • Discute acuerdos comerciales que pueden abrir más la economía a importaciones, presionando aún más a la industria local que compite en condiciones desiguales.

El mensaje es contundente:
al capital grande, premios; al pequeño contribuyente, palo fiscal.

El monotributista como “caja de emergencia”

¿Por qué ir contra el Monotributo ahora?

Porque el modelo Milei–Caputo tiene un problema que ni la motosierra ni el verso de la “batalla cultural” resuelven: la recaudación se desploma en recesión. Cuando se frena la actividad:

  • se venden menos bienes, se factura menos, se paga menos IVA,
  • las importaciones reemplazan producción local y vacían de contenido a pymes e industria,
  • la base tributaria se achica.

Para sostener el “déficit cero” como mantra ideológico, la receta que asoma es simple y brutal:

No se revisan en serio los beneficios a los grandes jugadores,
no se discute el pacto con el FMI,
no se toca el corazón del esquema de dolarización financiera.

Se aprieta al que no tiene cómo zafar.

El monotributista no se va a Uruguay, no arma una sociedad en Delaware, no triangula comercio vía Panamá. No tiene ingeniería fiscal posible. Paga o queda fuera del sistema. Es el contribuyente ideal para un gobierno desesperado por hacer caja sin tocar a los verdaderos ganadores de su modelo.

Lo que viene: más burocracia, más costo, menos derechos

Eliminar el Monotributo y empujar a millones a Autónomos con Ganancias implica, en la práctica:

  • Subir el costo de estar en regla (aportes previsionales más altos, obra social aparte, honorarios de contador, etc.).
  • Volver a un sistema en el que la burocracia espanta la formalidad: liquidaciones, deducciones, papeles, facturas, comprobantes que pocos entienden.
  • Reforzar la cultura del miedo fiscal: el pequeño contribuyente asediado por AFIP mientras los grandes jugadores tienen ejércitos de estudios contables.
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Todo esto en medio de:

  • alquileres imposibles,
  • tarifas altas,
  • consumo deprimido,
  • endeudamiento familiar creciente.

No es una reforma “técnica”. Es un cambio político de orientación de clase: el costo del ajuste fiscal se carga deliberadamente sobre los hombros de quienes sostienen la vida económica cotidiana del país.

Una línea roja para la sociedad y la oposición

La eliminación del Monotributo no es un detalle contable; es una línea roja social.

  • Rompe un pacto mínimo entre Estado y pequeño contribuyente.
  • Desalienta el emprendedurismo genuino, el oficio, la profesión independiente.
  • Empuja a muchos nuevamente a la informalidad o al exilio económico: cerrar, irse, dejar de facturar.

Frente a esto, no alcanza con tuits indignados ni con especular electoralmente “a ver cuándo explota todo”. Lo que está en juego es la arquitectura fiscal que sostiene o destruye a la clase media trabajadora y a los sectores populares que intentan formalizarse.

Si este esquema avanza, el mensaje será devastador y clarísimo:

En la Argentina de Milei y Caputo,
cuanto más grande sos, más te cuidan;
cuanto más laburante sos, más te exprimen.

En otras palabras, el monotributista es la nueva víctima perfecta de un Estado capturado por la lógica del ajuste sin proyecto.

¿Desde que asumió Javier Milei, ¿tu situación económica personal?

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