Análisis geopolítico por un giro judicial que conmociona a Wall Street y tensa la pulseada global
En una decisión de alto voltaje geoeconómico, el Tribunal Supremo de Justicia de Estados Unidos ha declarado inconstitucional la imposición de aranceles por parte del expresidente Donald Trump, marcando un precedente jurídico que desmantela uno de los pilares de su política comercial unilateral. El tribunal argumentó que Trump no tenía potestad para aplicar tales medidas sin la aprobación del Congreso, desestimando el argumento de “emergencia económica” que había esgrimido el magnate neoyorquino.
Golpe directo al trumpismo económico
La medida implica la anulación de los aranceles que Trump había impuesto a diversas economías, particularmente a China, lo que constituye un duro revés no solo legal, sino también político y electoral. Es un claro desarme a su retórica proteccionista, justo cuando se encamina a un nuevo intento presidencial.
La respuesta del propio Trump no tardó en llegar, utilizando su red social Truth Social con una imagen mística y un mensaje desafiante: “Estoy en una misión de Dios y nada nos va a parar”. Una reacción más simbólica que institucional, que intenta blindar políticamente un momento de extrema fragilidad judicial y económica para su figura.
Los mercados celebran: rally bursátil y caída del oro
La anulación de los aranceles fue recibida con euforia por los mercados globales. El S&P 500, el Nasdaq 100 y el Dow Jones volaron en alza, impulsados por las tecnológicas como Nvidia y una renovada confianza inversora. El bono del Tesoro subió con fuerza, reflejo del apetito por activos estadounidenses ante un dólar fortalecido. En contrapartida, el oro retrocedió un 0,45%, indicador de que el temor por una escalada inflacionaria o una guerra comercial se ha contenido, al menos temporalmente.
Sin embargo, el problema de fondo persiste: ¿cómo financiará Trump su plan económico sin herramientas proteccionistas? El dilema fiscal estadounidense no se resuelve con gestos judiciales. El déficit estructural, la deuda creciente y el corsé monetario que impone la Reserva Federal presentan un callejón sin salida. ¿Emitirá más? ¿Tomará más deuda? ¿O intentará reactivar un nacionalismo fiscal desde el Congreso?
Trump, Putin y la geopolítica sin guion
A este sismo económico se suma un conflicto geoestratégico en ciernes: la tensión creciente entre Trump y Vladimir Putin. Trump, que había prometido detener la guerra de Ucrania en “24 horas”, ahora muestra signos de desencanto con el líder ruso. Le ha dado un ultimátum de dos semanas y ha deslizado su decepción por los recientes bombardeos rusos, un giro retórico que altera toda su construcción narrativa pro-rusa de campaña.
Simultáneamente, Europa endurece su postura con Rusia, con una Von der Leyen decidida a vincular la ofensiva rusa con el deseo de Ucrania de unirse a la UE. Mientras tanto, Zelensky propone una reunión tripartita con Trump y Putin, algo que el expresidente no descartó pero condicionó duramente: “Estoy trabajando en Putin, pero no me gusta lo de los últimos días”.
Un nuevo orden en disputa
Este fallo judicial de EE.UU. no es solo un correctivo interno. Es un aviso geopolítico. Significa que el unilateralismo económico norteamericano ha encontrado un freno en su propia institucionalidad. Y plantea un escenario de reconfiguración del poder global, donde China respira, Europa endurece su identidad, y Trump se ve obligado a redefinir su estrategia exterior sin las herramientas del pasado.
En simultáneo, el mercado se transforma en campo de batalla, ya no solo económico sino también simbólico y estratégico. Lo que está en juego es la arquitectura misma del mundo postglobalización. Y EE.UU., con esta decisión, ha dado un paso que puede marcar un punto de inflexión histórico.