Redacción Perico Noticias // En una provincia que lucha día a día con la pobreza y la desigualdad, los números revelan una realidad indignante: San Salvador de Jujuy, con poco más de 250.000 habitantes, ostenta uno de los presupuestos más altos del país en términos per cápita para su Concejo Deliberante. El año 2024 cerró con un presupuesto de más de 6.000 millones de pesos, triplicando por ejemplo el préstamo solicitado al ejecutivo provincial para obras, mientras la ciudad permanece en un estado de abandono alarmante.
¿Cómo puede una ciudad con tasas récord en impuestos y tasas específicas para obras públicas estar endeudada? ¿Qué clase de liderazgo es este, que prioriza el mantenimiento de estructuras administrativas desproporcionadas en lugar de invertir en el bienestar de sus habitantes?
Una estructura que devora los recursos del pueblo
Según datos oficiales que constan en la imagen, es imposible no notar que San Salvador de Jujuy figura entre las ciudades con mayor porcentaje de su presupuesto destinado a gasto en personal. Este gasto alcanza el 91,50% del presupuesto total, situando al Concejo entre los más costosos del país. La comparación con otras ciudades de similares características resulta lapidaria.
¿Acaso los concejales creen que su papel es administrar para ellos mismos, olvidándose de los vecinos que los eligieron? Con 6.000 millones de pesos, no solo se podrían cubrir necesidades básicas de infraestructura, sino también mejorar los servicios esenciales, como salud, educación y seguridad, que hoy se encuentran en ruinas.
La contradicción del endeudamiento
Pese al descomunal gasto en su estructura, el Concejo Deliberante no solo sigue aumentando las tasas locales, sino que también aprobó un préstamo de 2.000 millones de pesos al Ejecutivo provincial para “obras públicas”. Es decir, los vecinos pagan doble: primero con impuestos y tasas desmedidas, y después con intereses sobre préstamos que se suman a la deuda pública.
Esto no es solo irresponsabilidad; es un insulto a la inteligencia y el esfuerzo de cada ciudadano que día a día ve cómo su calidad de vida se deteriora mientras sus representantes políticos nadan en privilegios.
El modelo del impuestazo ya no va más
La gestión política en San Salvador de Jujuy no entendió algo fundamental: son pares de los vecinos, no sus amos. Cada concejal y funcionario debería recordar que su rol es servir a la comunidad, no parasitarla. Sin embargo, han caído en la tentación del modelo fácil: aumentar impuestos, tasas y crear cargos sin justificación, ignorando el impacto devastador que estas medidas tienen en la economía de los ciudadanos.
El ciudadano promedio de San Salvador de Jujuy paga tasas viales, impuestos inmobiliarios elevados y servicios públicos deficientes, todo mientras observa cómo su dinero se esfuma en un Concejo que actúa como una empresa familiar más interesada en la autopreservación que en el progreso colectivo.
El colapso de la confianza ciudadana
El descontento social no se manifiesta solo en las calles, sino también en las redes sociales, donde miles de jujeños expresan su indignación frente a esta situación. El termómetro del rechazo ciudadano no deja de subir, y el desgaste político de quienes lideran el Concejo es ya irreversible.
San Salvador de Jujuy no solo merece un cambio; lo exige. Es hora de terminar con este sistema que convierte al Estado en un botín para unos pocos mientras la mayoría se hunde en la precariedad. Los jujeños necesitan representantes que comprendan que la política es un servicio, no una plataforma para enriquecerse a costa del pueblo.
Una llamada a la acción
¿Es este el futuro que queremos para nuestra ciudad? ¿Una capital provincial atrapada en el círculo vicioso de los impuestazos y la ineficiencia? La respuesta debe ser un rotundo no. Los vecinos de San Salvador de Jujuy tienen el poder de exigir transparencia, austeridad y resultados. Es momento de que los concejales rindan cuentas y que la ciudadanía recupere el control de su destino.
Un modelo político insostenible
San Salvador de Jujuy necesita un cambio estructural profundo. Este modelo basado en el derroche y el despilfarro está agotado. Los concejales, que deberían ser el puente entre la comunidad y el progreso, han elegido ser una carga más para el pueblo.
La consigna debe ser clara: si no están a la altura, váyanse. Porque los jujeños merecen mucho más que esto.
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