Análisis geopolítico | Por Perico Noticias // El planeta se aproxima a una encrucijada existencial. Las coordenadas de este 2 de junio de 2025 son claras: Ucrania y Rusia ingresan en una fase de escalada bélica total, China desafía abiertamente el liderazgo económico de Estados Unidos, y la confianza en la estabilidad financiera occidental empieza a resquebrajarse peligrosamente. A falta de soluciones diplomáticas, lo que predomina es un síndrome de continuidades destructivas: cada intento de paz desemboca en nuevas provocaciones, y cada gesto político es absorbido por la lógica del miedo y la revancha.
En el frente ucraniano, la situación se ha tornado más volátil que nunca. El ataque más intenso de Ucrania desde el inicio de la invasión rusa dejó al menos 40 aeronaves rusas destruidas —incluso en aeródromos remotos de Siberia—, mientras Moscú responde con más de 470 drones y una oleada de misiles balísticos y de crucero. La guerra ya no se limita al Donbás o a Crimea: se ha diseminado territorialmente, se ha sofisticado tecnológicamente y se ha vuelto más peligrosa en términos estratégicos.
¿Estamos al borde de un «momento Sarajevo»? La posibilidad de un ultimátum ruso, sumado a los ataques sobre infraestructuras nucleares y bombarderos estratégicos en suelo ruso, colocan al mundo en una zona gris que linda con el riesgo nuclear. Las reuniones de paz en Estambul apenas sirven para encubrir, con lenguaje diplomático, lo que ya se perfila como un punto de no retorno. Las acusaciones cruzadas de operaciones de falsa bandera y sabotajes mutuos —como los puentes volados en Briansk y Kursk— alimentan un relato de traiciones, y consolidan la percepción de que no hay margen político para retroceder.
En paralelo, Estados Unidos y China están entrando en una fase de confrontación directa. Mientras Donald Trump redobla su retórica con una ofensiva arancelaria que amenaza con duplicar los gravámenes sobre el acero y el aluminio, China responde con una advertencia feroz: Estados Unidos ha “violado gravemente” la tregua comercial, y las represalias serán proporcionales. Pekín no sólo cuestiona la política exterior estadounidense, sino que avanza en construir un eje euroasiático con Rusia, Irán y otros actores periféricos que desafían el orden de Bretton Woods.
El telón de fondo de esta contienda global es aún más inquietante: la salud financiera del “imperio del dólar” comienza a mostrar fisuras. Que el Secretario del Tesoro, Scott Bessent, deba afirmar con vehemencia que Estados Unidos “jamás caerá en default”, es una confesión en sí misma. La deuda norteamericana supera los 34 billones de dólares y la confianza se sostiene cada vez más en la fe, no en los fundamentos. Jamie Dimon, CEO de JPMorgan, advierte sobre una recesión inminente mientras los rendimientos de los bonos del Tesoro siguen creciendo. La pregunta es si estamos frente a una nueva crisis sistémica, esta vez sin margen de maniobra fiscal ni liderazgo político global.
Los mercados ya están reaccionando. El S&P 500 cae 0,5%, el Nasdaq 0,67%, y el Dow Jones 0,41%, en una jornada de alta volatilidad y huida hacia activos refugio. El oro alcanza los 3.326 dólares —un aumento del 1,14%— y el petróleo recupera terreno ante los temores de suministro por los conflictos extendidos. La presión bajista en Asia anticipa un mes de junio convulsionado, con los actores financieros globales recalculando en tiempo real el nuevo equilibrio de poder.
La narrativa que se impone no es la de la paz, sino la de la “perdición pactada”. No hay liderazgo global capaz de frenar esta deriva, y cada potencia apuesta a que el adversario retrocederá primero. En esa lógica, la única constante es la inestabilidad. Lo que viene no es la paz de Yalta ni la victoria de un polo: lo que asoma es un nuevo orden multipolar conflictivo, donde el precio de cada error será incalculable.
El mundo se está jugando su estabilidad sin árbitros confiables, con actores desesperados y con una ciudadanía global cada vez más desinformada. En ese contexto, lo más peligroso no es la guerra que vemos, sino la trampa económica y financiera que aún no explotó.
¿Qué pasará si China responde militarmente? ¿Qué harán los mercados si Estados Unidos tropieza con su deuda? ¿Hasta dónde se expandirá la guerra entre Rusia y Ucrania?.