La escena fue contundente. El Senado barrió este jueves con los decretos de Milei y Sturzenegger que apuntaban a desguazar áreas estratégicas del Estado: el INTI, el INTA, la Marina Mercante, la cultura y hasta el Banco Nacional de Datos Genéticos. Una mayoría aplastante, con peronistas, radicales y aliados sumando voluntades, dejó al oficialismo en soledad y en estado de shock.
Lo que se vivió en el recinto no fue una sesión más: fue la confirmación de que la estrategia de Milei de gobernar por decreto tiene un límite, y que el Congreso, cuando quiere, puede marcar la cancha. La figura de José Mayans emergió con dureza: lo acusó de corrupto, recordó los audios que salpican a Karina Milei y los Menem en un presunto esquema de coimas por medicamentos, y prometió que el peronismo no le dará tregua. “Vamos a meterle todos los goles juntos”, lanzó, en un cierre que retumbó como advertencia.
El golpe parlamentario dejó al Gobierno tambaleando. Villarruel, que suele ser la pieza de auxilio para mantener abierto el juego, apenas atinó a dar inicio a la sesión con un gesto seco. Los libertarios quedaron sin conducción, sin estrategia y sin capacidad de freno. La fragilidad política quedó expuesta: Milei depende de un puñado de senadores prestados, y hasta algunos radicales decidieron esta vez dejarlo a la intemperie.
El trasfondo es aún más inquietante para la Casa Rosada. El Senado no solo bloqueó decretos, también avanzó con fondos extra para las universidades y puso en agenda la emergencia pediátrica. Es decir, colocó en el centro del debate los temas sociales más sensibles, aquellos donde el discurso de motosierra y recorte se vuelve políticamente inviable.
Lo que viene promete tensión: ampliación de la Corte Suprema, integración de la Auditoría General y más sesiones semanales con la oposición en control de la agenda. Milei soñaba con un Senado congelado hasta octubre, pero lo que se viene es todo lo contrario: sesiones calientes, votaciones adversas y una oposición en modo ofensiva.
El problema ya no es solo económico o de gestión: es político, estructural. El Presidente eligió el choque como método y ahora paga el costo. El Senado lo frenó, la oposición se envalentonó y, si no cambia de estrategia, Milei puede pasar de creerse árbitro de la política a quedar expulsado de la cancha.