El separatismo catalán reunió a 1,4 millón de personas en Barcelona

 El separatismo catalán reunió a 1,4 millón de personas en Barcelona

El independentismo hizo ayer su última gran demostración de fuerza en Cataluña antes de los comicios del 27 de septiembre, concebidos por el gobierno regional como un plebiscito secesionista.

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El independentismo hizo ayer su última gran demostración de fuerza en Cataluña antes de los comicios del 27 de septiembre, concebidos por el gobierno regional como un plebiscito secesionista: casi un millón y medio de personas reclamaron en las calles de Barcelona la independencia de la región española. Al inicio de esta masiva concentración que abarrotó una de las grandes avenidas de la ciudad, la Guardia Urbana contó 1,4 millón de personas, anunció un portavoz del ayuntamiento, una cifra que no fue confirmada por la representación del gobierno español en Barcelona. «En la calle se influye, pero en las urnas se decide», dijo ayer al término de la manifestación el presidente del gobierno catalán, Artur Mas, quien pidió al Ejecutivo de Mariano Rajoy, contrario a sus planes secesionistas, que «tome nota y deje la miopía política y el orgullo imperial».

Convocada como cada 11 de septiembre (fiesta nacional de Cataluña) por organizaciones civiles independentistas, la marcha se celebró este año en un clima especialmente politizado, al coincidir con el primer día de campaña electoral. Representantes de las dos candidaturas independentistas, la coalición Junts pel Sí y la CUP, asistieron a la cita, que Artur Mas no secundó «in situ» por su papel institucional.

Bajo el lema «Vía Libre a la República Catalana» («Vía Lliure», en catalán), el acto arrancó a las 17:14 horas (hora local), recordando así el año 1714, en el que las tropas borbónicas de Felipe V tomaron Barcelona en la Guerra de Sucesión española el 11 de septiembre. En esa fecha se celebra ahora la Diada, la fiesta oficial de Cataluña, que desde 2012 está marcada por multitudinarias manifestaciones como la de ayer.

El gobierno de Rajoy acusó al jefe del Ejecutivo catalán de convertir la Diada este año «en un acto electoral» y de utilizar «lo que es de todos» en beneficio «de los intereses de unos pocos», en palabras de su «número dos», Soraya Sáenz de Santamaría. Mientras los independentistas calificaron la convocatoria de éxito, los partidos contrarios a la secesión recordaron que «otros muchos catalanes se quedaron en casa», aunque reconocieron la gran afluencia de manifestantes. Según la Guardia Urbana de Barcelona, la marcha fue secundada por 1,4 millón de personas, cifra que la organización elevó hasta los dos millones. La delegación del gobierno español apuntó a una banda de entre 520.000 y los 550.000 participantes.

La manifestación, convertida en marea humana, transcurrió en un ambiente festivo y reivindicativo a lo largo de más de cinco kilómetros de la avenida Meridiana de Barcelona, la capital catalana, situada en el noreste de España. «Un año más, lo que se pone de manifiesto es la gran capacidad de movilización», dijo Raül Romeva, cabeza de lista —de forma simbólica— de la lista independentista Junts pel Sí (Juntos por el Sí), integrada por el partido de Mas, CDC, y por Esquerra Republicana y miembros de colectivos sociales secesionistas.

Un grupo de deportistas hizo avanzar un puntero entre la gente simbolizando el camino hacia la secesión de la región, que tiene 7,5 millones de habitantes y una de las economías más importantes de España. «No estamos pidiendo la luna (…) Hay mucha gente en Cataluña a favor de este proceso, que quiere cambiar el «status quo» y la situación», dijo Mas horas antes de la manifestación en una rueda de prensa con medios internacionales.

Ajustada mayoría. Según el último sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS, estatal), los separatistas lograrían, con el 44 por ciento de los votos, una ajustada mayoría absoluta en escaños en el Parlamento catalán, condición que puso Mas para continuar el camino hacia la independencia, que planea culminar en un plazo de 18 meses. «Aceptaremos el resultado de las urnas. Si tenemos mayoría en el Parlament (Parlamento) continuaremos, si también tenemos mayoría de votos será absolutamente claro», señaló el mandatario catalán.

En los próximos días, y con el desafío independentista sobre la mesa, los partidos políticos sacarán su artillería pesada para tratar de captar votos de cara a los comicios más importantes celebrados en las últimas décadas en la región, con participación de sus líderes a nivel nacional. «Hago un llamamiento a los catalanes para aprovechar el 27-S para poner fin a un mal gobierno, el de Mas», dijo ayer el secretario general del Partido Socialista (PSOE), Pedro Sánchez. «Dejar de ser español no es un proyecto, es una obsesión de Mas», advirtió también Albert Rivera desde Ciudadanos, partido nacido hace una década en Cataluña con vocación antinacionalista y hoy en auge a nivel nacional.

El candidato del Partido Popular (PP) de Rajoy en Cataluña, Xavier Garcia Albiol, acusó al Ejecutivo catalán y a las formaciones independentistas de «expulsar» de la Diada a los que no están a favor de la independencia. También se refirió a Cataluña el secretario general del partido de izquierdas Podemos, Pablo Iglesias, si bien éste defendió el «derecho a decidir» de los catalanes, aunque pidió que saquen a los «corruptos de las instituciones», en referencia a Mas.

La primera gran manifestación de este tipo celebrada durante la Diada tuvo lugar en 2012, después de que Mariano Rajoy rechazara negociar con Mas un pacto fiscal con una financiación preferente para Cataluña. El jefe del Ejecutivo español ha advertido reiteradamente en los últimos meses que no permitirá que la región se independice de España y que pondrá todos los medios a su alcance para impedirlo.

En alza. Hace pocos años, solo una quinta parte de los catalanes se sentía independentista, pero el movimiento ha aumentado desde 2008 con la crisis económica y la creciente escalada de tensión con las instituciones estatales. En 2010, el Tribunal Constitucional recortó notablemente el autogobierno obtenido en un estatuto aprobado por referéndum cuatro años atrás. En 2012, sus aspiraciones de mejorar su financiación en plena crisis se toparon con la negativa de Rajoy. La consecuencia fueron masivas marchas del 11-S. Muchos catalanes no desean la secesión y se quedaron ayer en sus casas, temerosos de que el país pierda esta región, las mas rica de España, responsable de un cuarto de sus exportaciones, 32.000 kilómetros cuadrados estratégicos para Europa, entre los Pirineos y el mar Mediterráneo. Afuera también la preocupación creció, como lo muestra el alza de la prima de riesgo de España, por encima de la italiana, y declaraciones de advertencia a Cataluña como la del premier británico David Cameron quién dijo que en caso de secesión de la región quedaría fuera de la UE.

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