Elecciones legislativas 2025 en CABA: un mapa fragmentado en busca de hegemonía

Elecciones legislativas 2025 en CABA: un mapa fragmentado en busca de hegemonía

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Por primera vez desde el triunfo de Javier Milei en 2023, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se convierte en escenario clave para medir fuerzas entre oficialismo, oposición tradicional, nuevos armados y viejos conocidos reciclados. Las elecciones legislativas en CABA, que se realizarán el domingo 18 de mayo de 2025, pondrán en juego bancas decisivas en la Legislatura porteña y marcarán el pulso político hacia 2027. Pero más allá de los números, lo que está en juego es un nuevo orden político en la Capital Federal, tradicional bastión del PRO y hoy disputado palmo a palmo por actores de distinto signo.

Fragmentación inédita: ¿un síntoma o un nuevo sistema?

La imagen es clara: trece fuerzas compiten con candidatos propios. Desde La Libertad Avanza, que postula a Manuel Adorni, hasta el espacio CONFLUENCIA, que lleva a María Eva Koutsovitis, el menú es variado. El peronismo se presenta bajo la marca del Kirchnerismo, con Leandro Santoro a la cabeza, en una movida que busca evitar la dispersión de 2023. Por su parte, el PRO postula a Silvia Lospennato, mientras que MAD, el nuevo armado de Horacio Rodríguez Larreta, intenta sostener el capital político del exjefe de Gobierno, pero sin el respaldo explícito de Mauricio Macri.

El mapa se completa con nombres que ya se han medido antes en el electorado porteño: Ramiro Marra por UCEDE, en lo que podría considerarse una bifurcación liberal dentro del propio oficialismo, Vanina Biasi por el Frente de Izquierda, Paula Oliveto por la Coalición Cívica-ARI, y una aparición particular: Juan Manuel Abal Medina, exkirchnerista, encabezando la lista de MEV (Movimiento de Equilibrio y Valores), apelando a un electorado moderado y desencantado.

El ocaso del bipartidismo porteño

Si algo demuestra esta elección es el fin del viejo orden PRO-kirchnerismo como único eje gravitacional de la política porteña. La aparición de LLA en 2021 fue el primer indicio de que la Ciudad ya no era territorio exclusivamente «amarillo», sino que una nueva sensibilidad –antisistema, antipolítica y libertaria– comenzaba a crecer entre los jóvenes, emprendedores, y clases medias desencantadas. Hoy, ese fenómeno mutó en múltiples expresiones: desde la candidatura oficialista de Adorni hasta los gestos rupturistas de Marra y los intentos de Larreta por reinventarse.

En paralelo, el kirchnerismo busca reconstituirse tras su magra performance en la ciudad. Santoro es el dirigente mejor posicionado, con alto conocimiento y capacidad de arrastre entre el electorado progresista, pero su techo parece estar más cerca que nunca. Las chances del peronismo porteño dependen de su habilidad para interpelar a votantes de centroizquierda sin caer en el encierro doctrinario.

¿Dónde está el centro?

Una de las claves de esta elección será la disputa por el «centro político», ese terreno volátil donde conviven votantes que se definen como «ni kirchneristas ni libertarios», y que en otras épocas sostuvieron al PRO. Larreta, Lospennato, Abal Medina e incluso Paula Oliveto disputan ese espacio, pero no está claro si alguno logrará capturar una mayoría consistente. Todo indica que habrá una fuerte fragmentación, con bancas distribuidas entre varios bloques, lo que dificultará la gobernabilidad legislativa en el corto plazo.

¿Quién gana con la dispersión?

En escenarios de alta fragmentación, el oficialismo nacional suele beneficiarse por tener una base consolidada. LLA puede capitalizar su gestión nacional, aunque la imagen de Milei en CABA no es tan sólida como en otras provincias. El voto joven, varón y digital sigue respondiendo a sus discursos, pero el desgaste de la economía y el conflicto con los gobernadores puede mellar su caudal. Por eso, Adorni –un vocero con visibilidad mediática, pero sin experiencia electoral– representa una apuesta de alto riesgo.

Por otro lado, espacios como Evolución, con Lucille Levy, o Principios y Valores, con Alejandro Kim, intentan construir desde nichos ideológicos (socialdemocracia y peronismo clásico, respectivamente) que podrían tornarse relevantes si la polarización baja y crece la abstención.

Hipótesis de cierre: ¿una legislatura ingobernable?

Si los sondeos preliminares se confirman, el próximo cuerpo legislativo podría quedar atomizado en al menos cinco bloques con representación significativa. Esto obligará a acuerdos transversales, negociaciones constantes y un rediseño de la lógica política porteña. En ese contexto, no sería extraño que surjan nuevos liderazgos desde lo legislativo, desplazando la centralidad del Ejecutivo local.

El laboratorio CABA vuelve a funcionar como un espejo anticipado de lo que puede ocurrir a nivel nacional. Si en 2023 nació el “terremoto Milei”, 2025 podría consolidar un sistema político multipolar, sin hegemonías claras, donde el pragmatismo y la narrativa sean más importantes que las estructuras partidarias.

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