En 2027 Sadir va a tener que elegir: o canta la marcha peronista o se hunde con el último gobierno radical de Jujuy

En 2027 Sadir va a tener que elegir: o canta la marcha peronista o se hunde con el último gobierno radical de Jujuy

La política jujeña está discutiendo chismes de gabinete mientras en Buenos Aires se mueve el tablero que la va a jubilar. Karina Milei y Santiago Caputo se dieron una tregua hasta marzo para empujar el paquete político que incluye la eliminación de los frentes y un rediseño a la medida de La Libertad Avanza.
Traducido al norte: se termina la industria del sello, los armados de ocasión y las listas infinitas. Vuelve el bipartidismo duro, aunque nadie lo admita en público: peronismo versus libertarios.

En ese esquema, la UCR jujeña y sus aliados van directo al ostracismo. Sadir administra, gerencia, acomoda nombres… pero no construye futuro político. El “modelo Jujuy” perdió encanto, credibilidad y relato. Morales ya fue; seguir gobernando en piloto automático, con la misma estética y las mismas prácticas, es pedirle a la sociedad que firme un cheque en blanco mientras le licúan el salario y le suben las tarifas.

Del otro lado, el peronismo provincial sigue fragmentado, cruzado de resentimientos y nostalgia. Pero la película nacional es otra: Kicillof avanza hacia una síntesis con “provincias unidas” y, más temprano que tarde, terminará integrando al kirchnerismo dentro de un dispositivo con programa, liderazgo y horizonte de poder. Si el PJ no lee esa señal y no se ordena ahora, cuando la ley de eliminación de frentes entre en vigencia será demasiado tarde: no habrá espacio para 15 mini–sellos compitiendo por las mismas migas.

Hoy los números dicen que Milei, incluso en medio de la debacle económica, les ganaría a todos juntos. Eso habla menos de la fortaleza libertaria y más de la orfandad opositora. Pero también hay una verdad incómoda: la economía no aguanta hasta 2027 con este nivel de recesión, desempleo y destrucción industrial. El electorado libertario exige un milagro financiero, no sermones morales. Si ese milagro no aparece, el péndulo se moverá. Y cuando se mueva, el que no tenga organización, programa y liderazgo va a mirar la elección por televisión.

En Jujuy, el riesgo es doble. Por un lado, un radicalismo que llega exhausto, sin épica, sostenido por el aparato estatal y por negocios cruzados con recursos públicos. Por otro, un peronismo que sigue discutiendo cargos mientras la gente discute cómo llegar a fin de mes. En el medio, una nueva fuerza –La Libertad Avanza– que ya se plantó con diputados, senadores y concejales, y a la que el electorado le va a exigir algo más que tuits y disciplina parlamentaria: control real del gasto, combate a la corrupción y redistribución territorial de los recursos.

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La pregunta que deberían hacerse en San Salvador, Perico, Palpalá y la Puna es brutalmente simple:

  • ¿Quién va a representar el hartazgo con propuesta y no solo con bronca?
  • ¿Quién se va a animar a decirle a la gente cómo se baja el gasto político sin destruir el Estado provincial?
  • ¿Quién tiene un plan para generar empleo privado en una economía que se achica y expulsa jóvenes todos los días?

Porque la era de la rosca silenciosa se terminó. La eliminación de frentes, la boleta única y las redes sociales ponen la lupa sobre cada dirigente. No hay más margen para el “doble comando” Morales–Sadir ni para un peronismo que vive de las fotos con dirigentes nacionales pero no puede poner en la mesa un programa serio para Jujuy.

Si el peronismo jujeño decide seguir atomizado, el 2027 será la confirmación de su certificado de defunción. Si la UCR insiste en administrar ruinas creyendo que la marca alcanza, se verá reducida a un partido municipal. Y si La Libertad Avanza cree que con Milei en la boleta alcanza para ganar acá, puede llevarse una sorpresa: Jujuy es antisistema, pero también es profundamente sensible a la justicia social y a la mano visible del Estado.

Por eso, la escena más probable para 2027 no es un mapa violeta ni un regreso automático del viejo PJ. Es otra: un bipartidismo tenso, donde un peronismo renovado y un mileísmo obligado a mostrar resultados se disputen una sociedad cansada de que la usen de rehén.

Ese día, cuando suene la marcha peronista en algún acto de campaña, tal vez Carlos Sadir la tararee en silencio. No por convicción doctrinaria, sino porque entenderá que el ciclo radical que comenzó con Morales y prometió modernidad terminó atrapado en su propio laberinto. En política, el que no se anticipa termina cantando la canción del otro.

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El reloj hacia 2027 ya empezó a correr. En Jujuy, el que siga jugando a la política vieja va a descubrir demasiado tarde que la gente cambió de canal.

¿Desde que asumió Javier Milei, ¿tu situación económica personal?

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