En el Día de las Iglesias Evangélicas, los pastores de Monterrico respaldan al intendente Luciano Moreira

En el Día de las Iglesias Evangélicas, los pastores de Monterrico respaldan al intendente Luciano Moreira

Monterrico vivió una escena política y social de alto impacto simbólico. En el Día de las Iglesias Evangélicas, todos los pastores de la ciudad hicieron público su apoyo al intendente Luciano Moreira y a su manera de gobernar: cercana, presente y, sobre todo, respetuosa del trabajo espiritual y social que realizan las comunidades religiosas en los barrios.

Esto no es un gesto aislado ni una foto protocolar. Es el resultado de una relación construida con inteligencia política, con humanidad y con hecho concreto.

La decisión que marcó una diferencia

En 2023, cuando otros municipios todavía discutían si el Estado debía o no mirar al mundo de la fe, Moreira hizo algo poco habitual en la gestión municipal argentina: institucionalizó ese vínculo. Creó la Dirección de Religión y Culto y la puso en manos del profesor Jesús Emanuel Martínez, un dirigente que no fue elegido por capricho del intendente sino propuesto por los propios pastores de Monterrico.

Eso es clave. Moreira no bajó un funcionario “para controlar”; habilitó una representación “para acompañar”.
Es otra lógica de poder.

Esa decisión, que en aquel momento algunos leyeron como audaz y otros como innecesaria, hoy muestra su impacto: las iglesias evangélicas, lejos de ser ignoradas o tratadas como actor marginal, pasaron a tener un canal de articulación directa con el municipio. Y no sólo en términos simbólicos. En términos reales.

Gestión con dimensión social, no sólo espiritual

Monterrico tiene, como toda ciudad trabajadora del interior jujeño, realidades duras: desempleo intermitente, familias golpeadas económicamente, adicciones, situaciones de violencia familiar, jóvenes sin contención, adultos mayores en soledad. En ese territorio, las iglesias —evangélicas y católica— no son únicamente templos. Son puntos de auxilio emocional, alimentario y comunitario.

Moreira lo entendió temprano y lo dijo sin eufemismos:

“La Dirección de Religión y Culto jamás se creó pensando en cuestiones doctrinarias y teológicas. Se creó para acompañar a todas las iglesias, cualquiera fuera su postura, en la gran labor social que realizan día a día, incluyendo a la Iglesia Católica.”

Ahí hay un mensaje de gestión moderna: el municipio reconoce que las iglesias cumplen funciones sociales donde muchas veces el Estado llega tarde o no llega. Y, en vez de competir o invisibilizar, articula.

Eso construye confianza. Esa confianza hoy volvió en forma de respaldo.

Dos años después: un vínculo que se consolidó

A dos años de gestión, la Municipalidad de Monterrico logró algo que en otras jurisdicciones todavía es una deuda: capitalizar, acompañar y ordenar el trabajo territorial de distintas congregaciones que, históricamente, operaban cada una por su cuenta, sin interlocutor efectivo.

Por primera vez, muchas de esas iglesias sintieron apoyo directo del Ejecutivo municipal. No un saludo de cortesía en campaña. Acompañamiento real: escucha, logística, reconocimiento.

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Ese reconocimiento, para las comunidades evangélicas locales, no es menor. Durante décadas, su presencia barrial fue fuerte pero su legitimidad institucional fue débil. Hoy es al revés: se las reconoce como actores sociales estables, con rol claro en prevención de consumos problemáticos, contención familiar, alimentación comunitaria, talleres juveniles, reconstrucción emocional y rescate de dignidad personal en sectores vulnerables.

Esto explica por qué, en el Día de las Iglesias Evangélicas, los pastores de Monterrico eligieron pararse públicamente detrás de Moreira. Están devolviendo legitimidad a quien les dio legitimidad.

Un acto político y cultural de fondo propio

Moreira no se quedó sólo en el acompañamiento operativo. Fue más allá y dejó un gesto institucional cargado de mensaje.

Envió al Concejo Deliberante el proyecto de ordenanza para declarar el 31 de octubre como “Día de las Iglesias Evangélicas” en Monterrico. La norma se aprobó. Es decir: no fue un saludo en redes, fue política pública local.

Parece un detalle ceremonial, pero no lo es.

En un país donde durante años la conversación pública se leyó como “Estado vs. Iglesia”, Monterrico formalizó otra categoría: “Estado con las iglesias que trabajan para el bien común”. El 31 de octubre dejó de ser sólo fecha religiosa para convertirse en un reconocimiento cívico. Eso marca precedente.

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Y marca identidad: Monterrico se reconoce como comunidad plural pero unida en un punto común: cuidar a su gente.

Una forma de gobernar que entiende el tejido humano

El respaldo de los pastores al intendente Moreira tiene una lectura política evidente —un intendente que logra alineamientos sociales amplios suma volumen—, pero también tiene una lectura humana que vale más que cualquier cálculo electoral.

Ese respaldo dice:

  • “El municipio nos trata como parte de la solución, no como problema.”
  • “El intendente nos escucha.”
  • “Podemos sentarnos en la misma mesa y hablar de realidades concretas: hambre, calle, adicciones, violencia familiar.”
  • “No nos usan en campaña, nos integran en la gestión.”
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En una Argentina cansada de la soberbia del despacho, esto es diferencial competitivo serio.

Moreira viene insistiendo en la misma línea: gobierno municipal como articulador de todos los sectores que estén dispuestos a trabajar por el crecimiento de la ciudad. Sindicatos, productores tabacaleros, comercios, clubes de barrio, Iglesias.

“Creer o reventar”, dicen en Monterrico. El intendente entendió algo simple y poderoso: el municipio no gana aislando, gana sumando.

El mensaje que deja Monterrico

Lo que pasó hoy en Monterrico tiene valor local y, también, valor de modelo.

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En lo local: el intendente Luciano Moreira consolida liderazgo con un respaldo transversal, cargado de legitimidad social, que muy pocos jefes comunales logran construir en tan poco tiempo.

En lo institucional: la Dirección de Religión y Culto dejó de ser un gesto y pasó a ser una herramienta de articulación social, con rostro, con agenda, con resultados visibles en territorio.

En lo histórico: se fijó por ordenanza el 31 de octubre como Día de las Iglesias Evangélicas en Monterrico, una señal de respeto y de reconocimiento político hacia una comunidad que durante años trabajó en silencio.

Y en lo humano: la fe dejó de ser excusa para dividir y empezó a ser excusa para cuidar.

Monterrico está dando una lección sencilla que el resto de la política debería tomar nota: cuando el Estado municipal reconoce y ordena las energías vivas de la sociedad en vez de aplastarlas, la comunidad deja de fragmentarse y empieza a sentirse parte de un mismo proyecto.

Ese es el activo más difícil de construir y el más fácil de perder. Hoy, en Monterrico, se está cuidando.


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