El fracaso estructural de las políticas turísticas del gobierno de Jujuy no solo se evidencia en la baja afluencia de turistas fuera de los cuatro días de Carnaval, sino en la incapacidad de la provincia para consolidarse como un destino turístico de élite a nivel internacional. Mientras las autoridades insisten en destacar los números del feriado de Carnaval como una victoria, la realidad muestra que la Quebrada de Humahuaca, un ícono global reconocido por su riqueza paisajística y cultural, sigue sin contar con la infraestructura necesaria para recibir turismo de alto nivel.
El empresario gastronómico Eduardo Escobar, de Tilcara, es contundente en su crítica: “Las cifras del Carnaval no compensan una temporada floja, con números similares a la pandemia. No se puede sostener un destino con cuatro días de movimiento.” Esta observación deja en evidencia la falta de estrategias sostenibles para garantizar una ocupación turística estable durante toda la temporada de verano.

Un soft power desperdiciado
La Quebrada de Humahuaca es una marca con una jerarquía superior a la del propio “destino Jujuy”, gracias a su presencia constante en redes sociales, difundida orgánicamente por miles de visitantes y locales. Sin embargo, la falta de visión del gobierno ha impedido que este fenómeno se traduzca en un desarrollo estructural del turismo. No hubo inversiones para fortalecer la infraestructura vial, mejorar la conectividad digital ni garantizar servicios esenciales como agua potable, cloacas y seguridad. En Tilcara, por ejemplo, los desbordes cloacales han sido un escándalo que ahuyentó a los turistas, mostrando la desidia en la gestión de recursos básicos.
La postergación de las ciudades emblemáticas
Ciudades como Tilcara, Purmamarca y Humahuaca siguen sin recibir el apoyo necesario para consolidarse como destinos turísticos globales. La falta de transporte eficiente, la precariedad en la oferta hotelera y gastronómica y la ausencia de incentivos para nuevos emprendimientos han convertido a la Quebrada en un atractivo deteriorado. En lugar de aprovechar su posicionamiento internacional, el gobierno ha permitido su estancamiento y degradación.

Una política de promoción insuficiente y tardía
Si el turismo jujeño dependiera exclusivamente de la promoción gubernamental, estaría en un estado crítico aún mayor. El auge del destino ha sido impulsado, en gran medida, por la visibilidad digital espontánea de turistas que comparten sus experiencias. Sin embargo, no se han desarrollado políticas que acompañen este fenómeno con inversiones en infraestructura ni mejoras en la calidad del servicio. El turismo de Jujuy sigue dependiendo de eventos esporádicos, sin una estrategia que garantice su sostenibilidad.
Un modelo de turismo colapsado
El gobierno provincial ha desperdiciado la oportunidad de consolidar la Quebrada de Humahuaca como un destino turístico global. En lugar de apostar a una estrategia de largo plazo, basada en infraestructura, conectividad y servicios, se ha conformado con inflar cifras de eventos puntuales como el Carnaval. Pero la realidad es que la temporada fue un fracaso, y los empresarios del sector lo saben. Sin un cambio de rumbo, el turismo en Jujuy seguirá siendo una promesa incumplida, un activo deteriorado que no alcanza su verdadero potencial.
¿Es posible recuperar el turismo en Jujuy?
Si el gobierno no toma medidas urgentes para potenciar la infraestructura, mejorar los servicios y generar incentivos para atraer inversiones privadas, la Quebrada de Humahuaca seguirá siendo un destino con enorme potencial, pero cada vez más alejado de la élite turística global.