Escondiendo al díscolo: el Plan de Libertad Avanza para “lavar” el escándalo Espert

Escondiendo al díscolo: el Plan de Libertad Avanza para “lavar” el escándalo Espert

La aparición pública de José Luis Espert reconociendo que el supuesto narco Fred Machado lo trasladó en su avión provocó un temblor político: nunca antes un dirigente liberal había quedado tan expuesto por un vínculo tan íntimo con un personaje de esa índole. La noticia saltó a los medios como pólvora, y la respuesta de Espert —culpando al “kirchnerismo”, negando el contexto y pretendiendo relativizar el hecho— es tan frágil como desesperada.

Lo que estamos presenciando es algo más complejo que una crisis personal: es un mecanismo cuidadosamente armado por su propia coalición —Libertad Avanza— para amortiguar el golpe, “esconderlo” detrás de slogans vacíos y deslindes antikirchneristas, y preservarlo como ficha que aún quieren mantener en el tablero político.

1. La confesión comprometedora y su gravedad

Que un dirigente político reconozca públicamente haber sido transportado por alguien vinculado al narcotráfico no es un desliz menor: es un hecho que pone en juego su credibilidad, su integridad y su capacidad ética para ejercer cargos de responsabilidad. Ese vínculo, aunque Espert trate de minimizarlo, no puede neutralizarse con insultos genéricos al “kirchnerismo”.

2. La defensa de Espert: un escudo de humo

La estrategia de Espert fue predecible: velar su debilidad argumental con un muñeco de tela llamado “talante kirchnerista”. Él dice, en su defensa, que todo es parte de una operación del kirchnerismo para mancharlo. Pero ese discurso es insostenible por varias razones:

  • El kirchnerismo como chivo expiatorio ya no existe como fuerza política coherente. Los analistas más serios coinciden: hoy el rival político es el peronismo, no una versión monolítica del pasado que ya se disolvió en múltiples corrientes.
  • Usar ese argumento equivale a admitir que no tiene explicaciones propias: si recurres al argumento de “el kirchnerismo me persigue”, reconozcas que tu gestión o acciones no tienen defensa clara.
  • Esa reducción simplista apela al resentimiento de sectores anti-kirchneristas, pero en un país donde los problemas reales son inflación, pobreza, inseguridad y corrupción, ese recurso ya no seduce ni confunde como antes.
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3. Libertad Avanza quiere protegerlo, pero corre riesgo de expelerlo

Es normal que una coalición politiquee para amortiguar escándalos internos. Pero cuando la bancada comienza a ver al dirigente como un lastre, un riesgo electoral y un foco de críticas, lo más probable es que terminen enviándolo al “ropero”. Esa lógica de supervivencia partidaria es cruel y despiadada: primero lo proteges, luego lo expones si ya no sirve.

Si Espert insiste en responder con memeces contra un kirchnerismo inexistente en el presente, corre dos riesgos:

  • Que su propia bancada lo abandone para no contaminarse.
  • Que la ciudadanía pierda cualquier resto de confianza técnica-liberal que pudiera tener.

4. El país exige algo más que chivos expiatorios

Mientras Espert y sus defensores se pierden en discusiones de ficción política, el país real reclama respuestas sobre inflación, deuda, trabajo y seguridad. Quien aspire a liderar un proyecto nacional debe demostrar que puede decidir bajo presión, rendir cuentas y mantenerse firme frente al escrutinio. Ser transportado por un narco, aunque “sin intención”, exige una explicación clara, medible, documentada. No discursos evasivos que apelan a conspiraciones pasadas.

El fin de la inocencia mediática

El episodio Espert-Machado marca un quiebre para el liberalismo criollo: ya no basta con gestos disruptivos ni con retórica “antisistema”. Las exposiciones reales obligan a rendir cuentas verdaderas. Quienes pretendieron que la política se redujera a frases filosas y enemigos imaginarios ahora enfrentan su propia soberbia. Y si Libertad Avanza no lo protege con hechos sólidos, podría terminar devorado por el escándalo que quiso convertir en campaña.

El futuro de Espert no depende de memes ni de acusar al pasado: depende de si puede sostenerse ante la verdad y la exigencia pública.

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